El primero de enero, el arzobispo dio inicio a la labor pastoral, presidiendo el decanato de la parroquia Renovación Carismática de Antioquía de Nentón, Huehuetenango.

Participaron en el decanato los padres responsables del cuidado pastoral de esta área, padres José Alfredo Hernández y Francisco Pastrana, que estaba celebrando el primer aniversario de su ordenación presbiteral.

A pesar de las dificultades ante la carencia de transporte público, llegaron numerosos hermanos, representando varias de las comunidades de la parroquia.

El arzobispo impartió la formación, exhortando a los hermanos a emprender el camino de la profundización y conversión, para convertirse en Evangelios Vivientes, capaces de cumplir la misión de evangelizar a todas las personas.

Los hermanos también compartieron las expectativas que tienen para el presente año y los compromisos que están listos para asumir.

Antes del mediodía, el arzobispo presidió la celebración de la Divina Liturgia de la Circuncisión del Señor en la sede parroquial de Guaxacaná.

Durante la homilía, el arzobispo hizo énfasis en que, por el bautismo se es incorporado como miembros de la nueva alianza y se recibe el Espíritu Santo para poder vivir como auténticos hijos de Dios y dar testimonio del Evangelio.

Aprovechó la ocasión para desear a los hermanos un año nuevo lleno de bendiciones y les animó para renovar su compromiso de vivir como vivieron los apóstoles y de dar testimonio del Evangelio como ellos lo hicieron.

El primero de enero, el arzobispo tuvo una reunión con los miembros del consejo pastoral de la comunidad de K’anquintik.

Los hermanos presentaron al arzobispo sus inquietudes para la construcción del templo de la comunidad, después de haber conseguido un predio de más de dos cientos metros cuadrados.

Después de dialogar, se llegó a la conclusión de que, cuando ellos tengan listas las bases para la construcción del templo, se hará el traspaso del terreno a favor de la Iglesia y se buscará ayuda para apoyar la construcción del templo.

El primero por la tarde, el arzobispo presidió la celebración de la Divina Liturgia con los hermanos de la comunidad de K’anquintik.

La comunidad ha crecido en manera sostenida y, aunque aún no cuentan con un templo, se reúnen en una casa y, en ocasiones especiales, en un patio, debido al número de miembros.

Durante la homilía el arzobispo felicitó a los hermanos por el progreso que han tenido y les animó a seguir adelante consolidando su identidad eclesial y tratando de organizarse pastoralmente y de intensificar el compromiso misionero.

La visita pastoral a la parroquia de Nentón concluyó en la comunidad de Subajasún.

Hasta este lugar habían llegado algunos hermanos de la comunidad de Chanquejelbé, que el arzobispo no había podido llegar a visitar en esta ocasión.

Durante la liturgia se administró la confirmación y el envío misionero a un buen número de hermanos, miembros de las dos comunidades que participaron en la celebración.

El arzobispo animó a los hermanos a tratar de organizarse mejor, de intensificar el acompañamiento y los procesos de crecimiento de cada uno de los miembros de las comunidades y de impulsar la proyección misionera, con vistas a cumplir la misión que el Señor nos ha confiado.

El martes 2 por la mañana, en la sede de la parroquia de la Renovación Carismática de la Glorificación de María, se celebró el decanato del nor-oriente de Huehuetenango.

A pesar de las dificultades de transporte, se contó con numerosa presencia de hermanos.

El arzobispo impartió la formación instando a los hermanos a intensificar la organización pastoral de cada una de las comunidades y a trabajar con intensidad en tratar de impulsar el compromiso misionero.

Los hermanos pudieron expresar su gratitud por la formación, así como su disponibilidad a asumir con seriedad las recomendaciones que les dio el arzobispo.

Estuvo presente en el decanato el padre Hugo Patzán, párroco local. El padre José Armando se encontraba de viaje y no pudo participar.

Los hermanos en su informe compartieron que, en muchos lugares, se ha seguido dando un sostenido crecimiento en la vida de fe y en el número de hermanos que se convierten.

El martes por la tarde el arzobispo llegó hasta el Centro del Sector cuatro de la parroquia de Barillas, ubicado en la Capilla San Ramón.

Hasta aquí habían llegado representantes de las diferentes comunidades que forman el sector cuatro de la parroquia de la Glorificación de María.

Se administró la confirmación y el envío misionero a un buen grupo de hermanos.

Además, se instituyó ministros de la comunión y se hizo la renovación de los demás ministros del sector.

Se bendijo a los catequistas y a los nuevos asesores de las pastorales infantil y juvenil.

Todos los hermanos se mostraban extremadamente alegres y agradecidos con la visita.

Hacia el mediodía, el arzobispo llegó hasta la lejana comunidad de buena Vista Jolomtaj, para hacer la primera visita a la comunidad.

Los hermanos recibieron al arzobispo con gran gozo.

Se administró la iniciación cristiana a varios niños y la confirmación y el envío misionero a veinte hermanos.

El arzobispo felicitó a los hermanos porque, bajo la guía del Espíritu Santo, cuando su fe se encontró en riesgo, supieron mantenerse fieles. Les animó a seguir perseverando en la entrega al Señor y en seguir trabajando incansablemente para la renovación de todo el pueblo de Dios.

El miércoles tres por la tarde, el arzobispo llegó hasta la comunidad de San José Hiulatizú, de la parroquia de la Glorificación de María.

Con ocasión de la visita del arzobispo se administraron los sacramentos de la iniciación cristiana, se hicieron confirmaciones y envío misionero de un numeroso grupo de hermanos y tres hermanitos hicieron su primera reconciliación y la comunión solemne.

El arzobispo animó a los hermanos a mantenerse fieles en la fe y en tratar de que su fe les impulse a in verdadero cambio de vida y al testimonio del Evangelio.

El jueves cuatro por la mañana, se celebró el primer decanato del norte de Huehuetenango en la sede parroquial de la parroquia de San Mateo Apóstol de San Mateo Ixtatán.

Participó un nutrido número de hermanos, especialmente del centro del pueblo, así como algunos hermanos de la parroquia de la Epifanía de Nucá.

El padre Marcos Caicedo, párroco local, participó activamente en todo el decanato.

El arzobispo felicitó a los hermanos por el crecimiento en la organización y el número que han tenido y les animó a seguir adelante por el camino que han emprendido, con compromiso y entusiasmo.

El próximo decanato de San Mateo corresponderá con la Misa en la que los presbíteros de la vicaría de Huehuetenango harán la renovación de sus compromisos presbiterales, el martes santo, 27 de marzo.

Después del mediodía del cuatro de enero, el arzobispo presidió la celebración de la Divina Liturgia en la comunidad central y sede parroquial de la parroquia de San Mateo Apóstol.

Varios hermanos recibieron la confirmación y el envío misionero.

También fueron instituidos dos ministros de distribución de la comunión para diferentes comunidades que forman la parroquia.

El arzobispo recordó a los hermanos sobre la urgencia de que la vida en el Espíritu Santo lleve a practicar un auténtico amor, moldeado sobre el ejemplo que nos dio el mismo Señor.

También animó a los hermanos a tratar de profundizar en su organización pastoral para lograr llegar a todos los miembros de la comunidad y a quienes aún no han sido renovados por el Espíritu Santo.

Los hermanos agradecieron la visita del arzobispo.

El jueves cuatro, por la tarde, Mor Santiago Eduardo, junto al párroco local, Padre Marcos Caicedo, visitó la comunidad de la Nueva Jerusalén, del centro de San Mateo Ixtatán.

Durante la homilía animó a los hermanos a seguir trabajando con intensidad en su crecimiento espiritual, especialmente en lo que se refiere a un amor genuino y operante, para ser capaces de cumplir la misión que el Señor nos ha confiado.

Los hermanos expresaron su gratitud por la visita y se comprometieron a hacer todo lo posible por organizarse mejor e intensificar la proyección misionera.

El viernes cinco de enero por la mañana, el arzobispo llegó hasta la comunidad de San Juan de Dios, ubicada en el centro de Santa Cruz Barillas pero que, por razones de identidad espiritual hace parte de la parroquia de la Epifanía de Nucá.

El párroco, padre Marcos Caicedo, acompañó al arzobispo.

Se administró la confirmación y el envío misionero a un buen grupo de hermanos, miembros de la comunidad.

El arzobispo recordó que el signo de la auténtica renovación en el Espíritu Santo es el amor y que, esto implica también un compromiso misionero organizado y sostenido.

Mor Santiago Eduardo animó a los hermanos a centrarse más en la organización de la comunidad y en su ministerialización, para poder tener un crecimiento sostenido y cumplir plenamente la misión que el Señor nos ha confiado.

La visita pastoral del arzobispo al norte de Huehuetenango culminó con la celebración de la Divina Liturgia en la sede parroquial de la parroquia de la Epifanía, Nucá, Santa Cruz Barillas.

Un buen grupo de hermanos recibieron la confirmación y el envío misionero y fue instituido un ministro para distribución de la comunión, para servicio de la sede parroquial.

Los hermanos de esta parroquia iniciaron con esta celebración, las actividades para conmemorar la Epifanía del Señor y el trigésimo octavo aniversario del comienzo de la comunidad, cuando se tuvo una experiencia del derramamiento del Espíritu Santo.

El arzobispo animó a los hermanos a sacudirse de todo cansancio, división, vanidad o rencor, para dejar que el Espíritu Santo se haga presente en la vida de cada fiel y, de esa manera se esté capacitados para dar testimonio del Evangelio con eficacia y autoridad.

El padre Marcos Caicedo, párroco local, agradeció la visita al arzobispo y los hermanos expresaron de diversas maneras su alegría y su disponibilidad al compromiso.

El sábado 6, Mor Santiago Eduardo llegó hasta la sede provisional de la Parroquia de Santa Eulalia, para presidir el decanato del Centro de Huehuetenango.

Participaron delegados de las parroquias de Santa Eulalia, Los Arcángeles, Guadalupe y San José Quixabaj. También estuvieron presentes los padres Pedro Gonzáles y Bernabé Mateo y el diácono Matías.

El arzobispo impartió la formación sobre el Testimonio de Evangelio. Varios de los hermanos respondieron a la formación del arzobispo con gran entusiasmo y gratitud.

En el informe final que se dio, se pudo notar que, en general, a pesar de los desafíos, se está viviendo un ambiente de auténtico crecimiento e identificación eclesial y misionera.

El sábado 6, después del medio día, el arzobispo llegó hasta la comunidad de Lajchulaj de San Rafael la Independencia.

Los hermanos estaban celebrando el primer aniversario del comienzo de la comunidad.

Para solemnizar la celebración, se administraron los sacramentos de la iniciación cristiana a tres niñas de la comunidad.

El arzobispo felicitó a los hermanos por los logros que han tenido, así como por su sostenido crecimiento y les animó a seguir con el mismo espíritu.

El sábado 6 por la tarde, Mor Santiago Eduardo llegó hasta la comunidad de Temux Grande, de Santa Eulalia, en donde los hermanos le esperaban para presidir la celebración de la Divina Liturgia.

El arzobispo animó a los hermanos a seguir profundizando en la experiencia del amor de Cristo y a esforzarse por dar testimonio del evangelio a quienes aún no han sido renovados por el Espíritu Santo en sus vidas.

Los hermanos agradecieron sinceramente la visita, manifestando que esperan que les pueda visitar nuevamente en un futuro próximo.

El sábado 6 por la noche, el arzobispo llegó hasta la comunidad de San Juan Ixcoy.

Hace tres años el arzobispo había bendecido la primera piedra del templo. Ahora los hermanos han logrado terminar toda la obra gris y sólo les falta iniciar con los acabados.

Los hermanos están especialmente contentos, porque hay nuevas familias que se han incorporado a la Iglesia.

Ellos tienen la confianza de que, una vez terminado el templo, muchas nuevas familias que están en búsqueda, se congregarán en ese lugar.

El domingo, después del mediodía, Mor Santiago Eduardo llegó hasta la comunidad de Chuitzanchaj, Santa Cruz la Laguna, Sololá, para celebrar la Divina Liturgia.

Los hermanos subrayaron que se trata de la primera vez en la que se les logra celebrar en día domingo.

Después de la visita del arzobispo, los hermanos se reunieron para la elección del nuevo consejo coordinador de la comunidad.

La mirada de todos cayó en el hermano Lucas quien, a partir del 8 de febrero, asumirá el cargo de coordinador de la comunidad.

El domingo por la tarde, el arzobispo llegó hasta la comunidad de Pajomel para celebrar la Divina Liturgia dominical de la Epifanía del Señor.

Dentro del marco de la celebración, se administraron los sacramentos de la iniciación cristiana a un niño, hijo de miembros de la comunidad.

Se puede palpar que la comunidad está viviendo un momento de entusiasmo y de deseo de comprometerse para mantener el crecimiento y consolidar la identidad. El arzobispo les animó a seguir adelante con este proceso.

El lunes 8, solemnidad del Bautismo del Señor, al caer del día, dio inicio el Retiro Presbiteral Anual, en el seminario de Santa María del Nuevo Éxodo, de San Lucas Sacatepéquez.

Después de dar la bienvenida a los participantes, el arzobispo introdujo la temática del retiro, haciendo énfasis en la importancia de asumir conscientemente la elección que nos ha hecho el Señor de ser sus testigos por todo el mundo.

La introducción del retiro concluyó con la celebración de la Divina Liturgia y la administración del sacramento de la Reconciliación para quienes lo desaron.

A lo largo del día 9 de enero, el arzobispo impartió cuatro meditaciones a los presbíteros, dentro del marco de los Ejercicios Espirituales.

La primera se refirió al hecho de que cada quien está llamado a la identificación con el mismo Cristo que es el Evangelio vivo y el criterio para la comprensión de toda la Sagrada Escritura. La llamada es llegar a ser, como Cristo, evangelios vivos.

La segunda meditación se refirió a la misión de la Iglesia, centrada en torno al anuncio del Evangelio vivo, lo cual se realiza especialmente a través de la vida sacramental. La llamada es llegar a ser Sacramentos vivos.

La tercer meditación giró en torno a las actitudes que está llamado a cultivar el presbítero para poder realmente ejercer el ministerio con las actitudes requeridas.

La cuarta se centró en torno a las actitudes de la Virgen María y los Apóstoles y cómo se está llamados a asumir en la propia vida personal y ministerial, para poder cumplir la misión, con la misma eficacia con la que ellos lo hicieron.

Terminada la actividad de meditación así como la celebración de la Divina Liturgia, antes del descanso nocturno, todos los presbíteros, junto al arzobispo, se reunieron en un ambiente fraternal, para evaluar brevemente la marcha de las tres vicarías de Guatemala.

Dieron el informe en el siguiente orden: La Vicaría del Centro, el Padre Francisco Simón; la Vicaría de Huehuetenango el Padre Pedro González y la Vicaría del Norte, Padre Paulino Bizarro, como pro-vicario, dado que el Padre Vicario tuvo que regresar a su parroquia, debido a que el medio de transporte en el que venía sufrió un accidente.

En general, por la presentación que se hizo, se pudo percibir que, a pesar de las limitaciones, se está trabajando con entusiasmo en cada una de las Vicarías.

El arzobispo al final, informó acerca del proceso que tuvo el Padre Gildardo Ramírez, hasta su encuentro con el Señor el juves 16 de noviembre.

También el arzobispo animó a que durante el presente año se implemente con mayor insistencia lo referente a la pastoral infantil y juvenil, siguiendo la metodología propuesta por la Arquidiócesis, para fomentar una mayor integración pastoral, lo cual resulta muy difícil en otros ámbitos, debido a la heterogeneidad que se vive en cada una de las vicarías.

En la mañana del día miércoles, los ejercicios espirituales del presbiterio continuaron con la quinta y última meditación, la cual versó acerca de las actitudes y el perfil que deben caracterizar al presbítero que se identifica efectivamente con Jesús y con los apóstoles.

Luego, a lo largo del día, se tuvieron tres instrucciones, cada una de las cuales fue seguida por un diálogo, para tratar de clarificar cuáles eran sus implicaciones concretas.

La temática general en torno a lo que se dialogó fue la cuestión de la organización pastoral de las parroquias, centros pastorales, capellanías y misiones.

Se abordó la cuestión de cuáles deben ser las características y perfil de cada una de estas entidades, cuáles es el papel del presbítero en ellas y cuál es la organización básica, especialmente en lo referente a la función de los diferentes Consejos y a los Servicios Administrativos.

Uno de los temas fundamentales fue el plantear la centralidad que tiene la vida sacramental, como identidad fundamental que permite la actualización continuada de la Palabra viva de Dios y hace que se mantenga vivo el dinamismo de la iglesia primitiva.

El miércoles por la noche, por primera vez, se celebró con el rito de la Divina Liturgia de Santiago, dentro de los Ejercicios Espirituales del Presbiterio.

Se trató de una experiencia muy positiva, lo cual fue posible porque, se ha logrado tener el Libro de Oración Común de la Arquidiócesis, lo que permite que todos los presbíteros pudieran seguir el rito y participar actuvamente dentro de él.

Durante la homilía se hizo énfasis en el sentido de la vocación presbiteral, así como en la importancia del seguimiento vivo del Señor, tratando de trabajar con la misma autoridad de Jesús, que viene de la experiencia íntima de comunión con el Padre y que se orienta a impulsar la participación de todos en la vida de servicio a favor de la comunidad.

El miércoles, después de la cena, se tuvo un diálogo entre todo el presbiterio a cerca de la fraternidad presbiteral.

El diálogo estuvo marcado por la sinceridad y por la madurez en el compartir las diferentes experiencias.

Algunos presbíteros compartieron experiencias positivas de lo que ha implicado para ellos el esforzarse por vivir la fraternidad presbiteral. Otros hablaron acerca de los desafíos, riesgos e incluso fracasos que se pueden experimentar en el intento por vivir la fraternidad presbiteral.

En general se llegó a concluir que es absolutamente necesario tener esta experiencia y que, la misma, necesita de la creciente madurez de cada presbítero.

La madurez implica, por un lado la identificación total con el Señor, de manera que las deficiencias y fracasos que se puedan tener, no causen desaliento sino más bien lleven a la comprensión de los demás y a tratar de buscar nuevas formas de comunicación y puentes que lleven a la fraternidad.

También se trató de cuertas cualidades humanas que se deben cultivar para alcanzar la fraternidad presbiteral, como son, la sinceridad y el evitar cualquier clase de juicio sobre los demás.

El jueves 11, al mediodía, se celebró la solemne liturgia para concluir los ejercicios espirituales del presbiterio.

El arzobispo durante la homilía señalo varios puntos, a partir de las lecturas bíblicas que fueron leídas, sobre el fracaso que tuvieron los israelitas, a pesar de llevar el arca de la alianza y sobre la limpiesa de un leproso.

Ante todo señaló que el Señor lo que requiere para poder participar de su vida y de su victoria, es la confianza absoluta, el reconocimiento de la propia pequeñez y del ser pecadores. Esto implica el renunciar a cualquier tipo de confianza en sí mismo o de pensar que bastan los objetos sagrados para garantizar la asistencia de Dios, especialmente en los casos de peligro.

Luego indicó que, al igual que Jesús, el ministerio al que se está llamado es el de limpiar a todos, ayudándoles a vivir con el esplendor de ser hijos de Dios. Sin embargo, para poder ejercer este ministerio, el ser humano tiene que reconocer su pequeñez y dejarse, antes, limpiar por el mismo Jesucristo.

Antes de retornar a los diferentes lugares de pastoral, después de la conclusión de los ejercicios espirituales, los presbíteros tuvieron un tiempo para compartir, junto con el arzobispo.

En general, todo el ambiente del retiro se caracterizó por la búsqueda de desarrollar una auténtica espiritualidad y por el tratar de fortalecer los vínculos de comunión interpersonal.

Esto favoreció a que, a lo largo de todo el tiempo, se experimentara paz y armonía entre todos.