El viernes 28, el arzobispo, después de largas horas de espera, voló desde Medellín a Bogotá, con el Padre Mario Calderón, de donde fueron trasladados a Albán, Cundinamarca, para tener la reunión con el presbiterio.

Se dialogó sobre la marcha de la Vicaría de Colombia, así como sobre las perspectivas de desarrollo y los criterios que se tienen para la admisión de nuevos miembros.

El arzobispo animó a los presbíteros a profundizar constantemente en la identidad de la iglesia, en la fe, la teología y la historia, para poder realizar un trabajo sólido y consistente.

Después de la reunión con el presbiterio, en el gimnasio de la población, se celebró la Divina Liturgia para fieles de la parroquia que existe en Albán.

Participaron unos 400 fieles, además de los presbíteros de la Vicaría. Todos estuvieron presentes con gran entusiasmo y con profunda devoción.

Durante la homilía, el arzobispo animó a los hermanos a vivir con profundo sentido de fe la Cuaresma y les exhortó a trabajar para tener una experiencia de auténtica conversión.

Después de la celebración de la santa misa, los miembros del Consejo Pastoral de la Parroquia de Santa María del Huerto de Albán, presentaron una cruz y la primera piedra del templo parroquial.

Los hermanos han logrado, no solamente tener el terreno sino, además, cuentan con la mayor parte de los materiales para la construcción. La labor está siendo coordinada por el Padre Germán, fundador de la parroquia y párroco local.

El arzobispo hizo la bendición, felicitó a los hermanos y les exhortó a seguir adelante con el mismo entusiasmo y fe, que les ha animado hasta el momento.

Cuanto terminaron las actividades litúrgicas, el arzobispo tuvo un encuentro con los hermanos, para impartir una breve formación y responder a algunas preguntas e inquietudes.

La formación comenzó con el recuerdo, para todos, de la grancia y el privilegio inestimables que constituye, el haber sido elegidos por el Señor para ser parte de la iglesia, madre de todas las iglesias.

Luego el arzobispo exhortó a los hermanos a vivir conscientemente el compromiso de tratar de creer, vivir, y trabajar como los hicieron los apóstoles y los primeros cristianos.

Para concluir la visita a Albán, el arzobispo dedicó un tiempo para tener un encuentro personal con numerosos hermanos que se acercaron para pedir consejo y oración.

El arzobiso también saludó a muchos otros hermanos que se acercaron para recibir la bendición.

Terminada la actividad, junto al Padre Mario y a los padres Rubén y Edinson, el arzobispo partió para Neiva en Huila, en un viaje que duró unas seis horas.

El sábado 29, por la mañana, el arzobispo presidió la celebración de la santa misa para los servidores y líderes de la parroquia San Francisco Javier de Neiva, Huila, Colombia

Concelebraron la misa con el arzobispo, el padre Marío, Vicario para Colombia y los padres Rubén y Edinson, quienes son los fundadores y responsables de la parroquia local.

Durante la homilía, el arzobispo explicó cuál es el sentido auténtico de la pascua y cómo el tiempo de cuaresma tiene que ser preparación interior, para encontrarse, en el interio de sí mismo, con el Señor Resucitado.

Después de la celebración de la santa misa, varios de los grupos que trabajan en la parroquia, se acercaron para saludar al arzobispo, para presentarle su agradecimiento por ser parte de la iglesia y para pedir la bendición.

El ambiente de todos los hermanos era de suma alegría y de un sentirse en profunda comunión, los unos con los otros.

El arzobispo además de bendecir a los hermanos, en algunos casos en los que fue necesario, también aconsejó a los hermanos y les dio tiempo para poder plantear cuestiones y dificultades.

Hacia el final de la mañana, el arzobispo tuvo un encuentro breve de formación y de responder a las preguntas e inquietudes de los hermanos que participaban.

El arzobispo explicó cuáles son los rasgos esenciales de la historia, vida e identidad de la iglesia de Antioquía y animó a los hermanos a comprometerse activamente para conocer y practicar aspectos esenciales de la fe.

Los hermanos manifestaron su alegría por estar pudiendo encontrarse con el arzobispo y le pidieron que, de ser posible, pueda regresar pronto para continuar con la formación.

Hacia el medio día, el arzobispo tuvo un tiempo para encontrarse con los dirigentes de grupo misionero de la parroquia.

La coordinadora del grupo explicó al arzobispo cuáles son los objetivos del grupo, cuál es la preparación que han tenido a lo largo del tiempo y cuál podría ser el comrpomiso que pregresivamente podrían ir asumiendo.

Los hermanos agradecieron profundamente el encuentro y, por los signos externos, resultaba claro que se encontraban profundamente contentos por la oportunidad de encontrarse con el arzobispo y de ir creciendo en la fe.

Al principio de la tarde, los hermanos del Grupo de Apoyo de la parroquia de Neiva, prepararon un tiempo para compartir fraternalmente con el arzobispo.

Aún durante el tiempo de compartir se pudo dialogar acerca de aspectos que hacen única a nuestra santa yglesia y se platicó del desarrollo que preven que tenga la parroquia.

El arzobispo les hizo énfasis en los alcances que debe tener la misión que se asuma y de los frutos que se debería lograr, como resultado de la proyección misionera.

La visita del arzobispo a Neiva concluyó con un tiempo de formación para los dirigentes del grupo de apoyo de la parroquia.

Se explicaron ciertas prácticas propias de la iglesia y se les animó a comprometerse en perseverar en forma íntegra todos los aspectos propios de la fe y de la tradición apostólica.

Los hermanos, nuevamente, reiteraron su alegría de la visita, la agradecieron al arzobispo y le pidieron que vuelva pronto, para seguir caminando unidos, siguiendo los pasos de los apóstoles y de los primeros cristianos.

El sábado 29 de febrero, por la noche, el arzobispo llegó hasta la ciudad de Bogotá, de donde se dirigió a la sede de la Parroquia San Antonio el Grande, de Bogotá.

Allí, se celebró la divina liturgia, en la que se ordenó sub-diácono, para servicio de la parroquia local, al Acólito Felipe Herrera Pupiales. Además, se bendijo a un grupo de lectores y monaguillos, también para servicio de la comunidad local.

El arzobispo recordó a los hermanos la urgencia de vivir la experiencia de haber sido elegidos por el Señor, para pertenecer y dar testimonio de la iglesia, madre de todas las iglesias.

Después de la celebración de la divina liturgia, el arzobispo se encontró brevemente con los miembros de la comunidad que habían participado en la misa.

El encuentro comenzó con una introducción, de parte del arzobispo en la que explicó algunos aspectos esenciales de la fe y exhortó a los hermanos a comprometerse más en el conocimiento de la fe y la vida de la iglesia, para poder trabajar con eficacia en el servicio del Reino.

Finalmente el arzobispo saludó y bendijo a numerosos hermanos, que habían participado en la ceremonia.

El domingo 1 de marzo, por la mañana, el arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia en la parroquia de San Antonio el Grande, de Bogotá, Colombia.

Concelebraron con el arzobispo, los padres Germán, párroco local y Mario Calderón, vicario para Colombia.

Con ocasión de la liturgia, se administró la crismación a 13 hermanos, miembros de la parroquia.

Durante la homilía, el arzobispo explicó el sentido de las tentaciones de Jesús y animó a los hermanos a tratar de vivir la cuaresma con un espíritu de profunda conversión.

Después de la celebración de la santa misa, el arzobispo impartió formación durante un buen tiempo a los miembros de la parroquia de San Antonio el Grande de Bogotá.

El arzobispo hizo énfasis en que el hecho de ser una iglesia apostólica nos exige a tratar de redescubrir en su integridad todos los aspectos de la fe, de la vida y de la organización de la iglesia, propios de la iglesia apostólica.

También animó a los hermanos a tratar de renovar su vida y a dar testimonio del evangelio, de acuerdo a lo que es la voluntad del Señor para nosotros.

Terminada la formación, el arzobispo se detuvo el tiempo necesario para encontrarse con numerosos fieles e impartirles la bendición a quienes se fueron acercando.

El arzobispo expresó a los hermanos su satisfacción con por el progreso que va teniendo la parroquia y les animó a seguir consolidando la comunidad parroquial.

Igualmente, el arzobispo animó a los hermanos a buscar las formas de que se construyan las estructuras necesarias, para garantizar la estabilidad de la parroquia.

Hacia el medio día, el arzobispo tuvo un encuentro con cuatro presbíteros que están tratando de incorporarse a la iglesia, dentro de la Vicaría de Colombia.

El consejo de la vicaría presentó al arzobispo toda la documentación que habían compilado sobre cada uno de los candidatos y luego el arzobispo tuvo una entrevista personal con cada uno de ellos.

El arzobispo explicó cuáles son las condiciones para poder formalizar su incorporación y les animó a organizar el proceso de incorporación para que pueda llegar a feliz término.

El domingo, al caer el día, el arzobispo llegó hasta la Ciudad de Cúcuta, ubicada en la frontera con Venezuela, para visitar a los hermanos de esa área.

El padre Martín le recibió en el aeropuerto. El arzobispo iba acompañado por el Padre Mario y en la sede del encuentro que se tuvo, se unieron los padres Ricardo y Franklyn.

El arzobispo presidió la celebración de la misa, en la cual participaron más de dos cientos hermanos, se administraron crismaciones y se bendijo a lectores.

Después de la celebración de la divina liturgia, el arzobispo impartió formación a los hermanos que habían participado en la liturgia.

El arzobispo explicó cuáles son las prioridades y los compromisos que tiene la Arquidiócesis actualmente, explicando cuál es el sentido del año de la apostolicidad.

Los hermanos tuvieron la oportunidad de hacer algunas preguntas, así como de expresar su fe y su adhesión incondicionales a la santa iglesia, a la cual han sido llamados a pertenecer.

Terminada la formación, el arzobispo tuvo la oportunidad de encontrarse con diferentes grupos de la parroquia de San Pablo Apóstol de la ciudad de Cúcuta.

También participó una delegación de hermanos procedentes de Socopó de Venezuela, que hacen parte de la iglesia y que pidieron al arzobispo que les visite apenas sea posible.

El padre Franklyn también presentó a un grupo de hermanos de la comunidad de Villas del Rosario, ubicada en la zona periférica de la ciudad de Cúcuta.

La visita pastoral a Colombia concluyó con un agasajo que fue ofrecido por los miembros de la parroquia de San Pablo, para celebrar el aniversario de la Arquidiócesis y los cumpleaños del arzobispo y del padre Martín.

Los tres acontecimientos tendrán lugar, con la ayuda de Dios, el cinco de marzo.

El arzobispo agradeció a todos los hermanos las atenciones que han tenido. Especialmente agradeció, felicitó y animó a los padres del equipo coordinador de la vicaría y les animó a seguir adelante con renovado empeño y compromiso

El 27 de febrero, Su Santidad el Patriarca publicó una Encíclica con ocasión de la Gran Cuaresma.

A continuación presentamos las traducciones de la misma a los idiomas Castellano e Inglés.

Urgimos a todo el presbiterio y a los fieles a leerla atentamente y a meditarla, para tratar de que nos ayude en el camino de la Cuaresma que hemos emprendido.

Impartimos nuestra bendición apostólica, ofrecemos nuestras oraciones y saludamos a nuestros hermanos, Su Beatitud Mor Basilio Tomás I, Católicos de la India y Sus Eminencias los Metropolitas; a nuestros hijos espirituales: los reverendísimos corepíscopos, los reverendos presbíteros, monjes, monjas y diáconos y a todo el bendito pueblo de Dios siro-ortodoxo, a través de todo el mundo. Que la divina providencia los acoja, por la intercesión de la Virgen María, Madre de Dios, de San Pedro, Príncipe de los Apóstoles, y de los demás Mártires y Santos. Amén.

"Que todos sean uno" (Juan 17: 21)

Queridos hermanos en Cristo:
La oración de Jesús pidiendo la unidad de los que creen en él
La noche de su pasión, en el Huerto de los Olivos, nuestro Señor Jesucristo oró al Padre pidiendo que sus discípulos fueran uno (cf. Juan 17:21). En la intimidad del diálogo trinitario, el Hijo se dirigió al Padre, expresándole su sumisión a su voluntad, y su perfecto amor hacia la humanidad, cumpliendo así, lo que había enseñado a sus discípulos: "No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos” (Juan 15:13).
Siguiendo el mandato del Señor Jesús de ser uno como Él y el Padre son uno (cf. Juan 17:22), los apóstoles permanecieron unidos entre sí, en la única fe, como escribe el apóstol San Pablo: "Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, ... un solo Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, que está por encima de todos y por todos y en todos " (Efesios 4:4-6).

En las oraciones de la Fiesta de la Transfiguración, recitamos el himno de Santiago de Serug, el gran maestro de la iglesia, que, sobre la unidad de la Iglesia, escribe:

“ܐܰܠܦܶܗ ܐܰܒܐ ܒܰܚܕܐ ܡܛܰܠܠܬܐ ܕܢܽܘܗܪܐ ܕܰܥܒܰܕ܆ ܕܰܚܕܐ ܗ̱ܝ ܥܺܕܬܐ ܘܚܰܕ ܗ̱ܽܘ ܝܰܠܕܐ ܕܡܶܫܬܰܡܰܫ ܒܳܗ̇: ܠܐ ܗܘܳܐ ܡܛܰܠ̈ܠܶܐ ܐܶܠܐ ܡܛܰܠܠܬܐ ܠܚܰܕ ܝܺܚܺܝܕܐ܆ ܘܠܐ ܥܺܕ̈ܳܬܐ ܐܶܠܐ ܥܺܕܬܐ ܠܒܰܪ ܐܰܠܳܗܐ”

“El Padre le enseñó (a Pedro), a través de la única tienda de luz que edificó, que la Iglesia es una, como es uno el Hijo al que ella adora; no hay muchas tiendas, sino una sola para el Unigénito, y no hay muchas iglesias, sino una sola, para el Hijo de Dios ".

De hecho, estas sabias palabras, que proclaman la unidad de la iglesia, al comentar los eventos de la Transfiguración del Señor, afirman que la iglesia siempre ha buscado la unidad. Además, reflejan la preocupación de los Padres de la iglesia por la unidad, pues la reconocen como algo esencial para la vida de la iglesia.
En la primera carta a los Corintios, el apóstol Pablo advierte a los fieles acerca de las divisiones: "Hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo les ruego que todos estén siempre de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes. Vivan en armonía, pensando y sintiendo de la misma manera.” (1Co 1:10) La unidad en el pensar y en el sentir es resultado de la acción del Espíritu Santo, tanto en las personas como en las comunidades, que, a través de sus dones, hace que todos se hagan uno. Esto es similar a lo que le sucedió a los apóstoles el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos en forma de lenguas de fuego. El Espíritu unió a los apóstoles y a los discípulos, a diferencia de lo que sucedió en Babel, cuando el Señor confundió su idioma y los esparció por toda la tierra (cf. Gn 11: 5-9).

Unidad de la fe
Al principio, el cristianismo comenzó a extenderse a pesar de las persecuciones. De hecho, por la gracia de Dios, que fortaleció a los fieles, las dificultades y la opresión, lo fortalecieron. La unidad en la fe, era, para ellos, una fuente de fortaleza y de ​​perseverancia. Por la participación en los sacramentos era como la unidad en la fe, la comunión y la pertenencia espiritual al único cuerpo, que es la iglesia, se iban consolidando.

Unidad en Jesucristo
La unidad en la iglesia se fundamenta en la relación profunda de los ministros y de los fieles con Cristo y en la obediencia íntegra a sus divinos mandamientos.
Por eso, cuando la unidad de la iglesia se basa en la relación viva con el Señor Jesucristo, se disipan entre los fieles, las divisiones, que son fruto de la existencia de intereses particulares. Sin embargo, desde el principio, las divisiones se extendieron rápidamente en el suelo fértil de doctrinas e ideologías contrarias a las enseñanzas del Evangelio y a las instrucciones de los apóstoles y de los santos padres.

La cruz de Cristo, símbolo de la unidad de los fieles
La Cruz de Cristo sigue siendo el símbolo más poderoso de la unidad, porque los apóstoles, los discípulos y toda la humanidad, fueron hechos partícipes de la misma salvación que se consumó en la cruz. El Apóstol Pablo, escribiendo a los Corintios recuerda: “¿Acaso Cristo está dividido? ¿Fue crucificado Pablo en favor de ustedes? ¿O fueron ustedes bautizados en el nombre de Pablo?” (1Co 1:13). Los primeros cristianos entendieron así, que era la cruz del Señor la que les unía en un mismo sacrificio, en un mismo amor y en una única salvación.
A pesar de las dificultades, la única iglesia universal se fortaleció en la era apostólica, porque gentes de todas las naciones, aceptaron a Cristo como su salvador y fueron unidas por la cruz del Señor. Así, "ya no importa el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; porque unidos a Cristo Jesús, todos son uno solo.” (Gál 3:28) El tercer Patriarca de Antioquía, San Ignacio Teóforo, logró unir a los cristianos venidos del pueblo de Israel con los cristianos venidos del paganismo. De esa manera, a la iglesia se le llamó "católica" porque unía a todas las etnias sin distinción y, porque estaba abierta a todos, ofreciendo a todos la salvación. Así se muestra la importancia que tiene la enseñanza del Señor: "que haya un solo rebaño, con un solo pastor" (Ju 10: 16).

Divisiones en la iglesia

El anuncio del Evangelio de Cristo se extendió por todo el Antiguo Oriente. Pronto, los teólogos comenzaron a interpretar los asuntos divinos de diferentes maneras y se dividieron en lo referente a diversos temas (doctrinales o políticos). Esto produjo conflictos, que fueron utilizados por el maligno para dividir a la iglesia. Enseñanzas extrañas fueron introducidas en la iglesia, con la finalidad de alejar a los fieles de la fe apostólica ortodoxa. La unidad de la iglesia se rompió y la iglesia casi se convirtió en un "reino dividido contra sí mismo" (cf. Mat 12:25). No obstante, a pesar de las divisiones en la iglesia, la Gracia de Dios la preservó, aunque se produjo un gran cisma que llevó a que los cristianos se lucharan los unos contra los otros.

Fundamentos de la Unidad
Aunque la unidad de la iglesia es inquebrantable; sin embargo, es difícil mantenerla entre los fieles, o restaurarla, cuando la división se ha enraizado. No obstante, a través de la humildad y el amor que nos unen en Cristo, podemos trabajar juntos para eliminar las contiendas y los conflictos. Por ello, unidos en un solo espíritu, elevamos nuestros corazones al Señor, de manera que los fieles se conviertan, verdaderamente, en "cuerpo de Cristo y en miembros activos de él". (cf. 1Cor 12:27). El amor que genera la fe en el Señor Jesucristo, inspira en los creyentes, la disponibilidad para sacrificarse por los demás. Porque "si el grano de trigo al caer en tierra no muere, queda él solo; pero si muere, da abundante cosecha." (Juan 12: 24)
Así, cuando los fieles se sacrifiquen por la unidad de la iglesia, y entierren espiritualmente la maldad, el orgullo y el egoísmo, disfrutarán de los frutos del espíritu que son “amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, generosidad y fidelidad” (Gal 5:22). Esto mantendrá intacta la unidad de la iglesia y dará frutos de santidad para las generaciones venideras.

Trabajando por la unidad de la Iglesia
Desde las primeras divisiones en la iglesia, y a pesar de las consecuentes persecuciones que afectaron a nuestra Iglesia Siro Ortodoxa, nuestra iglesia no escatimó esfuerzos para animar y trabajar por la unidad de los cristianos. Por ello, el Patriarca San Severo el Grande viajó a Constantinopla, para buscar la unidad de todos los cristianos. El gran erudito San Gregorio Bar Hebraeus, Católicos del Oriente, escribió sobre los cismas en la iglesia, describiéndolos como conflictos de terminología e invitando a todos los cristianos a unirse. En las últimas décadas, nuestra iglesia ha superado antiguas heridas históricas y se ha abierto, con sinceridad, a las iglesias hermanas, colaborando de muchas maneras, especialmente en el campo del ministerio pastoral. Lograr la unidad entre las iglesias siríacas, que comparten el mismo idioma y tienen una herencia común, sigue siendo una prioridad para nosotros. Continuaremos trabajando juntos para alcanzar la plena unidad, a fin de vivir la unidad de fe y de testimonio, como se vivió en los primeros siglos del cristianismo.
Agradecemos a Dios que la iglesia actual goza de cierta unidad, aunque ésta sea imperfecta. Está unida en la oración por la paz en el mundo y en el servicio a toda la humanidad. A través de esta unidad, los fieles de todas las iglesias, tanto del oriente como del occidente, oran por los dos arzobispos secuestrados de Alepo, Pablo Yaziji y Mor Gregorio Juan Ibrahim, desde el primer momento de su secuestro. Esperamos su pronto regreso a sus diócesis. Durante este santo tiempo de cuaresma, oramos por ellos y apelamos, una vez más, a todos los que influyen en la toma de decisiones, para que hagan lo que esté a su alcance, de manera que puedan ser liberados sanos y salvos.

Queridos hermanos en Cristo:
Al comenzar de la Gran Cuaresma, mientras meditamos sobre la unidad de la iglesia, que es el cuerpo de Cristo, los invitamos a unirse y a caminar por las sendas del Espíritu: tratando de tener un sincero arrepentimiento y una intensa oración; meditando la Sagrada Escritura y practicando la limosna; comprometiéndose en el servicio y dando testimonio de Cristo. Asimismo, les invitamos a orar por la unidad de nuestra Santa Iglesia Siro Ortodoxa; pues la unidad es un signo de nuestra fortaleza y de nuestra obediencia a Dios. Superemos los escollos que tratan de debilitar a la iglesia, derribando todo obstáculo que se nos presente, pues el maligno siempre trata de dividirnos. Igualmente, oremos y trabajemos por alcanzar la unidad de toda la iglesia de Cristo.
Que el Señor acepte su ayuno, su arrepentimiento, sus oraciones y limosnas. Que Él nos haga dignos de alegrarnos en la Solemnidad de Su Resurrección, por la intercesión de la Virgen María, Madre de Dios, de San Pedro, Príncipe de los Apóstoles, y de todos los mártires y santos. ܘܐܒܘܢ ܕܒܫܡܝܐ ܘܫܪܟܐ

Dado en nuestro Patriarcado en Damasco, Siria,
el 27 de febrero de 2020;
Sexto año de nuestro Patriarcado.

El miércoles 4 de marzo, se anticipó la celebración del Aniversario de la Arquidiócesis, de nuestra incorporación a la Santa Sede de Antioquía y del cumpleaños de Mor Santiago Eduardo.

Con ocasión de la celebración, como es ya una tradición, se celebraron las ordenaciones de lectores y acólitos, miembros del seminario. Cinco fueron ordenados lectores e igual número fueron ordenados acólitos.

Durante la homilía el arzobispo presentó diferentes aspectos del camino vocacional que ha tenido y animó a todos los seminaristas a comprometerse por responder con radicalidad al Señor, seguros de que han sido elegidos para dar frutos abundantes y que esos frutos puedan permanecer.

Cuanto terminó la celebración de la Divina Liturgia, durante algunos momentos, se hizo la toma de una serie de fotografías de quienes participaron en la celebración.

Concelebraron los padres José Ramón y Edwin, miembros del equipo de formación del Seminario.

Fueron ordenados cinco acólitos: Juan José, Noel, Sergio, Damián y Catalino.

Fueron ordenados como lectores: Lorenzo, Diego, Enemesio, Daniel y Wilfredo.

También participaron los hermanos del arzobispo Ileana y Gerardo, así como todos los miembros de la comunidad seminarística.

Después de las celebraciones litúrgicas, el seminario hizo un agasajo para celebrar el séptimo aniversario de la Arquidiócesis y de nuestra incorporación a la Santa Sede de Antioquía, así como el cumpleaños del arzobispo.

El acto fue ofrecido por el padre José Ramón y después de la comida, cada una de las comunidades de formación presentó un pequeño acto, para expresar sus sentimientos.

El arzobispo agradeció a todos su fidelidad y su aceptación del llamado de Dios y les exhortó a seguir esforzándose por responder con radica perseverancia cada día.

El jueves cinco de marzo, el arzobispo llegó hasta la comunidad Unción del Espíritu Santo, ubicada en el ingreso de la población de Santiago Atitlán, para administrar los sacramentos de la iniciación cristiana a cuatro niños y celebrar la divina liturgia.

El arzobispo expresó a los hermanos la confianza de que se incorporen con mayor intensidad e incondicionalmente, a la vida y organización de la Iglesia.

También animó a los hermanosa vivir el tiempo de la Cuaresma, como un tiempo de auténtica conversión y entrega incondicional al Señor y el Reino.

El jueves 5 de marzo, al caer el día, el arzobispo llegó hasta la comunidad Nuevo Pentecostés, ubicada en el centro de la población de Santiago Atitlán.

Los hermanos participaron, en buen número y con gran devoción a la celebración de la santa misa, en la cual, se recordó el aniversario de la creación de la Arquidiócesis, así como el cumpleaños del arzobispo.

El arzobispo explicó, durante la homilía acerca del don especial que significa el haber sido elegidos por el Señor para pertenecer a la santa sede de Antioquía y animó a los hermanos a comprometerse con mayor radicalidad en el testimonio cristiano.

Los hermanos de la comunidad Pentecostés, sabiendo que era el Aniversario de la Arquidiócesis y el cumpleaños del arzobispo, prepararon un pequeño agasajo.

Se cantó y se compartió también un pastel y chocolate.

El arzobispo agradeció a los hermanos el haber organizado el agasajo y también les animó a seguir dando testimonio en su vida y en las diferentes actividades que van realizando.