Jerry Solomon y Jimmy Williams
El arte en nuestras vidas
¿Dónde se encuentra usted mientras lee esto?
Tal vez esté sentado en su oficina, reclinado en un sillón en su casa, apoltronado en su patio trasero, sentado en el escritorio
de su dormitorio, o en algún otro escenario. Piense un momento si el arte forma parte de su percepción. Si está sentado en
una oficina, ¿hay arte en alguna parte de su visual? Si está reclinado en un sillón, ¿tiene el mueble alguna dimensión artística?
Si está apoltronado en su patio trasero, ¿puede usar la palabra "arte" para describir alguna faceta de lo que está viendo?
Si está en su dormitorio, ¿está escuchando música que sea arte?
Si tuviera el placer de dialogar con usted con
relación a estas preguntas, sin duda tendríamos una conversación muy interesante. Algunos de ustedes podrían decir: "No, el
arte no describe nada de lo que veo en este momento." O algunos podrían afirmar: "No había pensado en esto antes. Tendrá que
darme más tiempo para pensar." Otros tal vez digan: "Sólo pienso en el arte dentro de los museos, las salas de concierto y
lugares así que veneran nuestro arte." Otros podrían decir: "Sí, el arte tiene mucho que ver con mi vida diaria." Pero, dado
que no puedo dialogar con usted para saber qué está haciendo en este momento, y ciertamente no puedo ver lo que usted ve,
déjeme decirle dónde me encuentro yo y lo que estoy viendo mientras escribo estos comentarios. Estoy sentado en mi estudio,
detrás de mi escritorio, mientras escucho música de Bach. Veo un reloj en uno de los estantes, un plato pintado a mano que
compré en Eslovenia, una poesía enmarcada que me dio mi hija, varias sillas, dos lámparas de pie, un espejo con un marco de
caña de bambú, dos remos de canoa que compré en las islas San Blas, en la costa de Panamá, una estatua de madera que compré
en Ecuador, y una escultura colorida y particular que hizo mi hijo. Mientras menciono estas cosas, tal vez usted esté intentando
imaginarlas. Está tratando de "verlas" o "escucharlas" y, al hacerlo, hay ciertos de estos ítems que podría describir como
arte. Su primera respuesta podría ser que la música de Bach, el plato pintado a mano de Eslovenia o la estatua de Ecuador
pueden describirse como arte. Pero, ¿qué pasa con el sillón donde estoy sentado, el escritorio, los estantes, las sillas o
las lámparas? Mejor aún, ¿qué pasa con ítems similares que se encuentran donde usted vive? ¿Son arte?
Este tipo de preguntas son indicativos de los
desafíos que enfrentamos cuando comenzamos a pensar en el lugar que ocupa el arte en nuestras vidas. Como cristiano evangélico,
puedo afirmar que el arte y las dimensiones estéticas de la vida no han recibido mucha atención dentro de mi capacitación
formal. Sólo a través de mis propios esfuerzos he comenzado a pensar en el arte desde una cosmovisión cristiana. Y he encontrado
que mi experiencia es similar a la que muchos han experimentado dentro de la comunidad evangélica. Demasiado a menudo, hemos
tendido a rotular el arte como irrelevante o aún perjudicial para la vida cristiana.
En realidad, esto no tiene nada de nuevo. Nuestros
antepasados espirituales debatieron sobre este tipo de cuestiones. Estaban rodeados por culturas griegas y paganas que los
desafiaban a considerar seriamente cómo debían expresar sus nuevas creencias. El arte los rodeaba, pero ¿podría la verdad
de Cristo ser expresada legítimamente a través del arte? ¿Podrían los cristianos dar una atención positiva al arte de los
no cristianos? A la luz de estas luchas, es mi intención en este artículo alentarlo a prestar atención a algunos de los elementos
básicos de la cosmovisión cristiana del arte y de la estética. Creo que encontrará que nuestra discusión puede tener una aplicación
significativa en su vida.
El arte y la estética
Hace unos años, estaba cenando con un grupo de
jóvenes cuando nuestra conversación giró hacia el tema de la música. Durante la discusión, hice un comentario sobre cómo creía
que había una diferencia cualitativa entre la música de Bach y la de un músico que era popular entre los cristianos
al momento de nuestra discusión. Cuando uno de los que estaban en el grupo en nuestra mesa escuchó esto, inmediatamente respondió
airadamente y me acusó de tener un prejuicio flagrante y un espíritu de juicio. Aun cuando intenté explicar lo que había dicho,
el joven había determinado que yo era elitista y ya no quiso escucharme más.
Este incidente sirve como recordatorio de que
una de las formas predominantes de encarar el arte es decir simplemente que "la belleza está en el ojo (oído) del que lo contempla."
También sirve para mostrar que los conceptos de "bueno" o "malo," o "bello" o "feo," u otros adjetivos, forman parte de nuestro
vocabulario cuando hablamos de arte. Esto es cierto, sea que creamos que dichos términos se aplican sólo a algunos individuos
o a todos. El vocabulario pertenece a un campo de la filosofía que se denomina estética.
Todos nosotros tratamos con la estética en distintos
momentos de nuestras vidas, y muchos de nosotros incorporamos afirmaciones estéticas en conversaciones cotidianas. Por ejemplo,
podremos decir: "Esa fue una gran película." O "esa fue una película horrible." Cuando hacemos este tipo de
afirmaciones generalmente no pensamos seriamente en cómo estos términos se aplican a lo que hemos visto. Estamos dando nuestras
opiniones, pero esas opiniones suelen ser el resultado de una respuesta emocional inmediata. El desafío aparece cuando intentamos
relacionar afirmaciones cualitativas acerca de la película como parte de una búsqueda de pautas universales que puedan
ser aplicadas a todo el arte. Cuando aceptamos este desafío, comenzamos a explicar por qué algunos artistas y su arte son
grandes, algunos meramente buenos, y otros son intrascendentes.
La estética y la naturaleza
Tal vez una de las formas más claras de comenzar
a entender la dimensión estética de nuestras vidas es pensar cómo reaccionamos ante la naturaleza. ¿Alguna vez escuchó a alguien
decir: "Ese es un atardecer feo?" Probablemente no, pero seguramente ha escuchado la palabra hermoso aplicada
a los atardeceres. Y cuando escucha la frase "un atardecer hermoso" seguramente no escucha una opinión contraria. Suele haber
un consenso entre quienes ven el atardecer: es hermoso. Desde un punto de vista cristiano, estas personas están ofreciendo
un juicio, tanto del "artista" como del "arte." Tanto la "causa" como el "efecto" han sido ensalzados estéticamente. Las cataratas
torrenciales y las montañas majestuosas, así como los atardeceres, evocan rutinariamente la respuesta estética humana. El
cristiano sabe que la trama misma del universo expresa la presencia de Dios con una belleza y grandiosidad majestuosas. El
Salmo 19:1 dice: "Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos." La naturaleza ha sido
llamada "la estética del infinito." Por medio de un telescopio o un microscopio, uno puede dedicar toda una vida a estudiar
alguna parte del universo-la piel, el ojo, el mar, la flora y la fauna, las estrellas, el clima. Toda la naturaleza puede
ser apreciada por sus cualidades estéticas que encuentran su origen en Dios, su Creador. De hecho, podemos aseverar que "la
premisa mayor de la cosmovisión cristiana, incluyendo la estética cristiana, es que Dios es el Creador." [1]
La creatividad humana
"¡Tiene una imaginación asombrosa! ¿Es usted
un artista?" Le ha dicho alguien algo parecido? Si es así, tal vez usted contestó diciendo algo que rechazara la percepción
de la persona de usted. La mayoría de nosotros no nos vemos como personas imaginativas y artísticas. Por cierto, la mayoría
de nosotros tiende a pensar en el artista y en la imaginación como términos que sólo se aplican a ciertos individuos de élite
que han dejado un legado de trabajo. "La verdad es que al hablar de arte estamos hablando de algo que es universal para la
humanidad." [2] Por ejemplo, los antropólogos nos dicen que todos los pueblos primitivos pensaban que el arte era importante.
[3] ¿Por que es cierto esto?
Desde la perspectiva de una cosmovisión cristiana,
la respuesta se encuentra en cómo hemos sido creados. Dado que hemos sido hechos a la imagen de Dios, esto debe incluir el
concepto glorioso de que nosotros también somos creativos. Después de crear al hombre, Dios le dijo que sojuzgara la tierra
y la gobernara. Adán debía cultivar y cuidar del huerto (Gn. 2:15) que fue descrito por Dios como "bueno en gran manera" (Gn.
1:31). La implicación de esto es muy importante. Dios, el Creador, un amante de la belleza en su mundo creado, invitó a Adán,
una de sus criaturas, a compartir el proceso de "creación" con Él. Él ha permitido a los humanos tomar los elementos de su
cosmos y crear nuevas configuraciones con ellos. Tal vez esto explique por qué nos resulta tan satisfactorio crear cualquier
cosa. Podemos expresar un impulso dentro nuestro que nos permite hacer algo que los humanos comparten en forma única con su
Creador.
En consecuencia, Dios ha puesto delante de la
raza humana una mesa para un banquete, repleta de exquisiteces estéticas. Él ha provisto los ingredientes básicos, e invita
a quienes han sido hechos a su imagen a ejercer sus capacidades creativas en la mayor medida posible. Hemos sido privilegiados
como ninguna otra criatura para hacer y disfrutar del arte.
Sin embargo, hay un lado oscuro en esto, porque
el pecado entró y afectó a toda la vida humana. Ha surgido una naturaleza torcida y desviada, que ha manchado cada campo de
acción o expresión humana, arruinando los resultados consistentemente. La verdad desafortunada es que la creatividad otorgada
divinamente siempre estará acompañada en la vida terrenal por la realidad y la presencia del pecado expresadas a través de
una raza caída. El hombre es el Dr. Jekyll y el Sr. Hyde: un noble portador de imagen y un animal moralmente lisiado. Por
lo tanto, sus obras de arte son agridulces.
Entender esta dicotomía permite a los cristianos
apreciar genuinamente algo de la contribución de cada artista, compositor o autor. Dios es soberano y dispensa los talentos
artísticos sobre quienes Él quiere. Mientras que las Escrituras nos impiden emular los estilos de vida de algunos artistas
o condonar algunas de sus perspectivas ideológicas, no obstante podemos admirar y apreciar su talento, que en última instancia
encuentra su fuente en Dios.
El hecho es que si Dios puede hablar a través
de un arbusto ardiente o el asno de Balaam, ¡también puede hablar a través de un artista hedonista! La pregunta nunca puede
ser cuán digno es el recipiente sino, más bien, ¿ha sido expresada la verdad? La verdad de Dios sigue sonando hoy desde la
Biblia, desde la naturaleza, y aun desde la humanidad caída.
Gracias a la Caída, la belleza absoluta ya no
está en el mundo. Pero la participación el la dimensión estética nos recuerda la belleza que existió alguna vez, y anticipa
su brillo futuro. ¡Con tanta belleza presente hoy capaz de quitarnos la respiración, aun en este mundo no redimido, uno sólo
puede especular acerca de lo que espera a quienes aman a Dios!
El arte y la Biblia
¿Qué dice la Biblia acerca del arte? Felizmente,
la Biblia no pide a los cristianos que desprecien el arte. De hecho, el arte es imperativo cuando se lo considera desde
el mandato bíblico de que todo lo que hagamos debe ser hecho para la gloria de Dios (1 Co. 10:31). Debemos ofrecerle lo mejor
que tengamos-intelectualmente, artísticamente y espiritualmente. Además, en el centro mismo del cristianismo se encuentra
la encarnación ("la Palabra hecha carne"), un evento que identificó a Dios con el mundo físico y le dio dignidad. Un
Hombre real murió en la cruz y fue depositado sobre una tumba real y dura como una piedra. Las ideas griegas de "otro mundo"
que fomentaron una perspectiva manchada y depravada de la naturaleza (y, por ende, de la estética) no encuentran lugar en
el cristianismo bíblico. La dicotomía entre lo sagrado y lo secular es, por lo tanto, ajena a la fe bíblica. La afirmación
de Pablo, "todas las cosas son puras para el puro" (Tit. 1:15), incluye el arte. Si bien podemos reconocer que la creatividad
humana, como todos los demás dones que Dios nos ha otorgado, puede ser usada incorrectamente, no hay nada inherente malo o
más malo en el arte que en otras áreas de la actividad humana.
El Antiguo Testamento
El Antiguo Testamento está repleto de ejemplos
que confirman la dimensión artística. Éxodo 25 muestra que Dios ordenó la arquitectura hermosa, junto con otras formas de
arte (labrado de metales, diseño de vestimenta, tapicería, etc.), en la construcción del tabernáculo y luego el templo. Aquí
encontramos algo único en la historia: ¡obras de arte concebidas y diseñadas por el Dios infinito y luego transmitidas y ejecutadas
por sus aprendices humanos!
La poesía es otra evidencia del amor de Dios
por la belleza. Una gran parte del Antiguo Testamento, incluyendo los Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares,
porciones de los profetas, y Job, ciertamente contienen poesía. Dado que Dios inspiró las palabras mismas de las Escrituras,
sigue lógicamente que Él inspiró la forma poética de estos pasajes.
La música y la danza se encuentran frecuentemente
en la Biblia. En Éxodo 15, los hijos de Israel celebraron la victoria de Dios sobre los egipcios en el Mar Rojo con cantos,
danza y tocando instrumentos. En 1 Crónicas 23:5, encontramos músicos en el templo, y sus instrumentos han sido hechos específicamente
por el rey David para alabar a Dios. Y debemos recordar que la poesía lírica de los Salmos fue hecha inicialmente para ser
cantada.
El Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento también incluye perspectivas
artísticas. El ejemplo más obvio es Jesús mismo. Antes que nada, su oficio era carpintero, un artesano habilidoso (Mr. 6:3).
Segundo, sus enseñanzas están llenas de ejemplos que revelan su sensibilidad ante la belleza que lo rodeaba: el zorro, el
nido del ave, el lirio, el gorrión y la paloma, los cielos refulgentes, una vid, una semilla de mostaza. Jesús también era
un experto contador de historias. Hizo buen uso de su propio contexto cultural para impartir su mensaje, y a veces lo hizo
bastante dramáticamente. Muchas de sus parábolas eran historias ficticias, pero no obstante fueron usadas para enseñar verdades
espirituales a través de la imaginación.
También debemos recordar que toda la Biblia no
es sólo revelación, sino que es en sí misma una obra de arte. Y esta obra de arte "ha sido la mayor influencia individual
sobre el arte. Arroja más luz sobre el proceso creativo y sobre el uso del arte que ninguna otra fuente, porque en ella se
encuentran las grandes verdades acerca del hombre y de Dios, que son los manantiales del arte." [4]
Cómo evaluar el arte
¿Puede ayudarnos la Biblia a evaluar el arte?
Pensemos en los conceptos que encontramos en Filipenses 4:8:
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero,
todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo
digno de alabanza, en esto pensad.
Pensemos por un momento en este versículo para
ver si podría al menos darnos el comienzo de un marco para evaluar y disfrutar el arte.
Pablo comienza con la verdad. Al considerar
el arte el cristiano se ve obligado a preguntar: "¿Es esto realmente verdadero?" Opera la vida auténticamente de esta forma
a la luz de la revelación de Dios? Y los cristianos deben recordar que la verdad incluye los aspectos negativos además de
positivos de la realidad.
La segunda palabra se refiere al concepto de
honestidad o dignidad. Esto puede referirse a lo que dijimos antes en este artículo acerca de la naturaleza
del hombre: tenemos dignidad aun cuando seamos pecadores. Esto da una base, por ejemplo, para rechazar las afirmaciones en
la obra del artista Francis Bacon. Bacon pintaba medias verdades. Presentaba un deterioro y un desaliento desesperanzado,
pero no presentaba el honor y la dignidad del hombre.
La tercera clave para la comprensión estética
tiene que ver con la dimensión moral: lo justo o lo correcto. No todo arte hace una afirmación moral, pero cuando lo
hace el cristiano debe enfrentarlo, y no ignorarlo. Por ejemplo, el cuadro de Picasso, Guernica, es una poderosa declaración
moral que protesta por el bombardeo de los alemanes a un pueblo de ese nombre justo antes de la Segunda Guerra Mundial. Una
protesta contra la injusticia es un clamor por la justicia.
La pureza es el cuarto concepto. También
está relacionado con la moral, contrastando lo que es inocente, casto y puro con lo que es sórdido, impuro y mundano. Por
ejemplo, no hace falta ser un crítico profesional de teatro para reconocer y apreciar el amor fresco e inocente de Romeo y
Julieta, ni para distinguirlo de las correrías eróticas de un Don Juan.
En tanto que los primeros cuatro conceptos tienen
que ver con las afirmaciones artísticas, el quinto se centra en la belleza pura: "Todo lo amable [agradable].
Si hay poco para evaluar moralmente y racionalmente, aun estamos libres para apreciar lo que hay de bello en el arte.
El sexto concepto, todo lo que es de buen
nombre, nos impulsa a evaluar la vida y el carácter del artista. El estilo de vida lejos de ejemplar de un artista puede
manchar en algo su contribución artística, pero no la borra necesariamente. El arte más grande es verdadero, expresado hábilmente,
imaginativo y no obstaculizado por los problemas personales y emocionales de sus generadores.
La excelencia es otro concepto mas. Es
un término comparativo; supone que alguna otra cosa no es excelente. El foco está en la calidad, que merece mucha discusión.
Pero una señal segura de ella es la artesanía: la pericia técnica. Otra señal es la perdurabilidad. El gran arte perdura.
El último concepto es la alabanza. Aquí
nos interesa el impacto o el efecto del arte. El gran arte puede tener poder y, por lo tanto, es una herramienta de comunicación
vigorosa. He aquí el carácter de "espada de dos filos" del arte. Puede impulsar a la cultura a grandes alturas, y puede ayudar
a llevar a la cultura a la ruina. Pablo refuerza este versículo sustancioso diciendo que debemos dejar que nuestras mentes
"piensen en esto," un recordatorio de que el cristianismo florece en la inteligencia, y no en la ignorancia, ni siquiera en
el mundo artístico.
Por lo tanto, mi esperanza es que seguiremos
la dimensión artística de nuestras vidas con inteligencia e imaginación. El mundo necesita ver y oír a los cristianos comprometidos
con el arte para la gloria de Dios.
© 1997 Probe Ministries International
Notas
1. C. Nolan Huizenga, "The Arts: A Bridge Between
the Natural and Spiritual Realms" (El arte: un puente entre el mundo natural y el mundo espiritual), en The Christian Imagination,
ed. Leland Ryken (Grand Rapids, Mich.: Baker, 1981),
70.
2. Nicholas Wolterstorff, Art in Action (El arte en acción - Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 1980), 4.
3.
Ibid.
4. Frank E. Gaebelein, "Toward a Biblical View of Aesthetics" (Hacia una perspectiva bíblica de la estética), en
The Christian Imagination, ed. Leland Ryken (Grand Rapids, Mich.: Baker, 1981),
48-49.
Acerca del autor
James F. Williams es el fundador y ex presidente
de Probe Ministries International, y actualmente sirve como ministro itinerante. Ha recibido títulos en Southern Methodist
University (B.A.) y Dallas Theological Seminary (Th.M.). También ha realizado estudios interdisciplinarios doctorales (a.b.d.)
en humanidades en University of Texas at Dallas.
Durante los últimos treinta y cinco años ha viajado,
ha dado conferencias y ha asesorado en más 180 universidades de Estados Unidos, Canadá, Europa y la ex Unión Soviética.
También ha servido en las facultades de institutos
de estudio bíblico norteamericanas, latinoamericanas y europeas. Jimmy puede ser contactado por correo electrónico en [email protected].
Acerca del autor
Jerry Solomon, ex Director de Ministerios de
Campo y Coordinador de Mind Games de Probe Ministries, sirvió como pastor adjunto en Dallas Bible Church después de dejar
Probe. Recibió un B.A. (summa cum laude) en Biblia y el M.A. (cum laude) en historia y teología de Criswell College. También asistió a University of North Texas,
Canal Zone College y Lebanon Valley College. Justo antes de la Navidad de 2000, Jerry
partió para estar con el Señor a quien amaba y servía.
Traducción: Alejandro Field