Descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles
La historia de la Iglesia cristiana comienza
con el descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles. Antes de su Ascensión al cielo, nuestro Señor Jesucristo mandó a sus
apóstoles que no se apartasen de Jerusalén hasta ser revestidos de poder supremo desde lo alto. Esperando el cumplimiento
de esta promesa del Señor, ellos después de rezar eligieron a Matías como el duodécimo Apóstol en lugar del traidor Judas;
eligiendo al suplente de Judas, los Apóstoles condicionaron que el mismo debía ser testigo de la obra y Resurrección de Cristo.
En el quincuagésimo día después de la Pascua,
en la festividad judía de Pentecostés, que coincidió con un domingo, los apóstoles se reunieron para rezar. Asimismo se encontraba
presente junto a ellos la Madre de Dios y algunos otros cristianos, en total 120 personas.
Como a las 9 de la mañana de repente se oyó un
ruido parecido al de un viento fuerte, y este sonido llenó la casa del monte Sión donde se hallaban los Apóstoles (el cenáculo
de Sión donde tuvo lugar la Última Cena) y sobre cada uno de ellos descansó una dividida lengua de fuego. Las señales externas
eran necesarias para los hombres de aquella época, todavía insuficientemente espirituales, para llevarlos a la fe.
Los Apóstoles sintieron una gran animación, esclarecimiento
y sed de predicación de la salvadora Palabra de Dios, o sea, la Santa doctrina de nuestro Señor Jesucristo. Repentinamente
obtuvieron la capacidad de expresarse en varios idiomas.
Primeros éxitos de la fe cristiana
Para las fiestas de Pascua y Pentecostés, en
Jerusalén se reunían los hebreos procedentes de diversos países. Viviendo durante tiempo prolongado fuera de Palestina, olvidaron
la lengua hebrea, de suerte que sólo hablaban los idiomas de los países donde moraban permanentemente. Por tanto fueron llamados
"helenistas," mientras que los gentiles que fueron convertidos a la fe judía se denominaban "prosélitos." Para la fiesta de
Pascua se juntaron en Jerusalén entre uno y dos millones de ellos.
Muchos de ellos sintieron el ruido y se reunieron
alrededor de la casa donde se encontraban los Apóstoles. Éstos salieron y comenzaron su predicación dirigiéndose a cada uno
en el idioma de su país. Algunos quedaron asombrados, mientras que otros se burlaban, diciendo: "Están embriagados del
vino dulce."
Entonces, el Apóstol Pedro, a quien acompañaban
los otros once Apóstoles, pronunció palabras potentes, diciendo que ellos no estaban embriagados ya que no es más que la hora
de la mañana, sino que Dios hizo cumplir la profecía del santo Profeta Joel referente al descenso del Espíritu Santo. También
el Apóstol Pedro dijo acerca del Salvador, "a Quien vosotros habéis matado, pero Dios Lo ha resucitado, y Él, después de
su gloriosa Ascensión, ha enviado al Espíritu Santo."
El sermón del Apóstol Pedro estuvo impregnado
con la fuerza espiritual y con el amor para con los extraviados judíos. Estos se enternecieron y preguntaban: "¿Qué tenemos
que hacer?" El Apóstol contestó: "Arrepentís y recibid el bautismo para la absolución de los pecados, luego obtendréis
el don del Espíritu Santo." En aquel día fueron bautizados 3.000 hombres.
Después de Pentecostés los Apóstoles Pedro y
Juan iban hacia el templo para orar. En la entrada del templo se encontraba sentado un mendigo, cojo desde su nacimiento,
que no podía caminar y suplicaba por una limosna. El Apóstol Pedro le dijo: "No tengo ni plata ni oro, pero lo que tengo
te doy: en nombre de Jesús Nazareno Cristo, levántate y anda." Éste saltó y se alejó alabando a Dios.
Este milagro impresionó mucho al pueblo. Después
de las palabras pronunciadas por el Apóstol Pedro se bautizaron 2.000 hombres. De esta manera, el número de los cristianos
dentro de un corto lapso ascendió hasta 5.000 personas.
La vida de los primeros cristianos
Los primitivos cristianos se reunían diariamente
en el templo y escuchaban los sermones de los Apóstoles, y en los días del Señor (domingos) se juntaban en casas particulares
para oficiar la Santa Eucaristía (Liturgia) y con el fin de comulgar de los Santos Cuerpo y Sangre de Cristo.
Asimismo, tenían caridad mutua, de suerte que
parecía que tenían un sólo corazón y una sola alma. Muchos cristianos vendían sus haciendas, y el dinero recibido lo entregaban
a los Apóstoles y a los pobres.
Un hombre llamado Ananías con su esposa Safira
habían vendido su hacienda y trajeron el dinero recibido a los Apóstoles, pero escondieron una parte del mismo. Lo hicieron
por dos razones. Por un lado, querían glorificarse entre los cristianos como abnegados y buenos, ya que toda su posesión la
dieron a los pobres, y por otro, clandestinamente querían vivir para su propio placer teniendo suficiente plata. Con el fin
de cortar de raíz este espíritu nada cristiano, el Apóstol Pedro explicó que la propiedad pertenecía a Ananías y Safira, encontrándose
completamente bajo su poder, pero el acto cometido fue un gran pecado. Pedro dijo: "Ananías, ¿por qué permitiste a Satanás
introducir en tu corazón el pensamiento de mentir al Espíritu Santo? No mentiste a los hombres, sino a Dios." Al instante,
Ananías y luego Safira cayeron muertos.
Los Apóstoles realizaban muchos milagros, y aun
la sombra del Apóstol Pedro sanaba a los enfermos. La abundancia de los dones del Espíritu Santo regocijaba a los creyentes
y convertía al cristianismo a numerosos incrédulos. Sin embargo, los envidiosos jefes judíos odiaban a los Apóstoles.
Elección de los diáconos
En medio de los cristianos se encontraban los
judíos de Palestina y los llegados de otros países, llamados "helenistas." Éstos últimos murmuraban quejándose que sus viudas
recibían menos subsidios durante la distribución.
Por consiguiente, los Apóstoles sugirieron que
los creyentes eligiesen siete varones piadosos, sobre quienes los Apóstoles impusieron orando las manos, lo que produjo el
descenso del Espíritu Santo. De esta manera apareció la sagrada dignidad de los "diáconos" (la palabra diácono significa "servidor").
Aparte de la distribución de los subsidios, los
diáconos ayudaban a los apóstoles en sus sermones y ejecución de los sacramentos.
Predicación del Santo Apóstol, el diácono Felipe
El Santo Apóstol Felipe predicaba en Samaria.
Escuchando la palabra de Felipe y viendo sus milagros, muchos samaritanos creyeron y se bautizaron. Pero siendo sólo diácono
no estaba en condiciones de suscitar el descenso del Espíritu Santo sobre los fieles. Para este último fin, fueron enviados
de Jerusalén a Samaria los Apóstoles Pedro y Juan. Ellos imponían las manos sobre los bautizados y les otorgaban los dones
del Espíritu Santo (el sacramento actual de confirmación).
Uno de los bautizados, Simón, trajo a los Apóstoles
dinero, y les solicitó que le vendan el poder de bajar el Espíritu Santo. Los Apóstoles le negaron este pedido con indignación.
De ahí que la distribución de los sacramentos por dinero se denomina "simonía." Es un pecado grave que castiga la Iglesia.
El diácono Felipe predicaba en Palestina, y por
inspiración del Angel convirtió al ilustre dignatario de Etiopía que viajaba en una carroza y leía al Profeta Isaías. Este
relato en la actualidad se lee en el Tedéum para los viajeros, enseñándonos a rezar durante un viaje, con el fin de obtener
la Divina ayuda a la manera del mencionado alto dignatario etíope.
Llamamiento de los gentiles
En cierta ocasión el Apóstol Pedro se encontraba
en el pueblo de Joppe en la casa del curtidor Simón. Cuando estaba sobre el techo rezando, tuvo una visión: Desde el cielo
bajó un mantel lleno de animales impuros, y hubo una voz diciendo: "Levántate, Pedro, mata y come." Pero Pedro contestó:
"No, Señor, jamás cosa manchada e impura entró en mi boca." Pero la voz del cielo insistió: "Lo que Dios ha purificado,
no lo llames tú impuro." Esto sucedió tres veces. Mientras tanto se presentaron hombres enviados de parte del centurión
romano Cornelio de Cesarea que buscaban a Simón llamado Pedro. Cornelio era hombre muy piadoso, distribuía limosnas y oraba.
A él también apareció el Angel, diciendo: "Cornelio, tus oraciones y limosnas han sido acordadas ante Dios. Envía pues
unos hombres a Joppe, y haz que venga un cierto Simón, llamado Pedro; él te dirá palabras con las cuales te salvarás junto
con toda tu casa." Luego Pedro comprendió que el Señor ordena no despreciar a los gentiles. Acto seguido se dirigió a
Cesarea donde se reunió toda la familia, allegados y amigos de Cornelio. Mientras que el apóstol estaba predicando ante ellos,
el Espíritu Santo descendió sobre todos, y ellos comenzaron a hablar varios idiomas, y Pedro bautizó a cada uno de ellos.
En medio de los bautizados se encontraban asimismo
pequeñas criaturas, lo que se desprende sin lugar a dudas del propio libro de los Hechos de los Apóstoles, donde figura la
expresión que "fue bautizada toda la casa" de Cornelio, es decir, "toda" su familia.
Cristianos de Antioquía
En Antioquía aparecieron muchos cristianos; los
Apóstoles fundaron ahí la Iglesia, en la cual brilló la gracia de Dios. Ahí por primera vez los discípulos de los Apóstoles
comenzaron a llamarse cristianos.
Conversión de Saulo
Predicación para judíos y gentiles: Los Apóstoles
predicaban el cristianismo particularmente a los judíos en Palestina. Para predicar a los gentiles, el Señor Jesucristo eligió
y predestinó llamando de un modo especial al gran Apóstol Saulo, que posteriormente recibió el nombre de Pablo.
Su odio a los cristianos: Educado en su ciudad
natal Tarsis (Asia Menor) y luego en Jerusalén en la escuela del famoso y piadoso miembro del Sanedrín, el fariseo Gamaliel.
Saulo fue un convencido adversario de los cristianos, porque creyó que ellos infringían las antiguas tradiciones patriarcales.
Tomó parte en el asesinato del santo archidiácono Esteban, y aun después de matarlo no cesó en su persecución de los cristianos
en Jerusalén.
Su maravillosa llamada en el camino de Damasco:
Después de enterarse que había cristianos en Damasco, se dirigió hacia allí; pero en el camino lo alumbró una luz que lo encegueció,
y oyó la misteriosa voz que decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me estás persiguiendo?" Y Saulo preguntó: "¿Quién eres, oh Señor?"
Recibió la respuesta: "Soy Jesús, a quien estás persiguiendo. Será difícil para ti ir contra el aguijón." Luego Saulo exclamó:
"Señor, ¿qué me ordenas que haga?" Fue instruido para que vaya a Damasco. Sus acompañantes, que también escucharon la voz,
le llevaron a Damasco. En Damasco, por la orden de Dios, el apóstol Ananías bautizó a Saulo, quien al mismo tiempo recobró
la vista y comenzó a predicar a Cristo.
Escape de Damasco. Aparición del Señor: Luego,
los judíos decidieron matar a Pablo, y le acechaban cerca del portón de la ciudad. Pero los cristianos lo bajaron desde una
ventana de la muralla, de noche en una espuerta. De ahí Saulo se dirigió a Arabia, donde permaneció en un yermo tres años.
Allí, de acuerdo con su propio testimonio, le apareció el Señor Jesucristo, Quien le instruía en la doctrina cristiana, y
luego le envió para predicar a los gentiles, acerca de los cuales ya había recibido antes la revelación de no despreciarlos.
Viajes de predicación del Apóstol Pablo. El Apóstol
Pablo llevó a cabo tres grandes viajes de evangelización por los países de los gentiles de Asia Menor y Balcanes. Visitó la
actual Grecia y Bulgaria (Filipos - nombre antiguo de la actual Sofía), y posteriormente conoció Roma, donde predicaba con
éxito. Antes que Saulo hubiese partido a su viaje, los Apóstoles por orden del Espíritu Santo impusieron sobre él las manos
(quirotonía) al elegirlo como obispo (Hech. Ap. cap. 13). En el transcurso de sus viajes, el Apóstol Pablo tomó consigo para
que le ayudasen también a otros apóstoles (Bernabé y Silas de los 70) y tuvo mucho éxito en su predicación, fundando en diversas
localidades comunidades eclesiásticas, a las cuales dirigía sus epístolas, que hoy en día se leen en la iglesia, ya que tienen
suma importancia dogmática y moral (son las epístolas dirigidas a los Romanos, Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Tesalonicenses
y diversas personas particulares).
Persecuciones y sufrimientos. Durante sus tres
viajes y la subsiguiente evangelización el Apóstol Pablo padeció terribles persecuciones y graves pruebas. En su epístola
a los Corintios (2 Cor. 11:23 y sig.) relata de si mismo: "Tuve más trabajos, muchas presiones, muchos azotes, frecuentes
peligros de muerte, Cinco veces recibí de los judíos cuarenta azotes menos uno (40 azotes recibían sólo los esclavos). Tres
veces fui azotado con varas, una vez apedreado, tres veces naufragué, un día y una noche pasé en los abismos del mar; muchas
veces en viaje me vi en peligro de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi linaje, peligros de los gentiles, peligros
en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros de los falsos hermanos, peligros y miserias, en prolongadas
vigilias en hambre y sed, en ayunos frecuentes, en frío y en desnudez; esto sin hablar de otras cosas, de mis cuidados de
cada día, de la preocupación por todas las iglesias. ¿Quién desfallece que no desfallezca yo? ¿Quién se escandaliza que yo
no me abrase? Si es menester gloriarse, me gloriaré en lo que es mi flaqueza. Dios y Padre del Señor Jesucristo, el bendito
por los siglos, sabe que no miento. En Damasco el etnarca del rey Aretas puso guardia en la ciudad para prenderme, y por la
ventana, en una espuerta, fui descolgado por el muro, y escapé de sus manos." También en 2 Cor. 1:8-11 dice: "No queremos,
hermanos, que ignoréis la tribulación que nos sobrevino en Asia, pues fue muy sobre nuestras fuerzas, tanto que desesperábamos
ya de salir con vida. Aún más, temimos como cierta la sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino
en Dios que resucita a los muertos, que nos sacó de tan mortal peligro y nos socorrió. En Él tenemos puesta la esperanza de
que seguirá socorriéndonos, cooperando vosotros con la oración a favor nuestro, a fin de que la gracia que por las plegarias
de muchos se nos concedió sea de muchos agradecida por nosotros."
Arrebatado al paraíso. El Señor realizaba grandes
milagros por las oraciones del Apóstol Pablo, y también sobre él, protegiendo a su escogido. En cierta ocasión el Apóstol
Pablo fue arrebatado milagrosamente al cielo en el paraíso (2 Cor. Cap. 12) y al volver lo contó a su discípulo, el miembro
del Areópago de Atenas, Dionisio, quien posteriormente fue obispo. San Dionisio, basándose en las palabras del Apóstol Pablo,
escribió el libro "Acerca de la jerarquía celestial," en el cual describe 9 coros angélicos del cielo y su servicio.
En los nuevos templos cristianos el Apóstol Pablo
ordenaba a los presbíteros.
Juicio del Apóstol Pablo. Por intrigas de los
judíos, que odiaban al Apóstol Pablo, éste fue detenido en Jerusalén y enviado a Roma para el juicio del emperador, como ciudadano
romano según su nacimiento. Después de una reclusión de 4 años, finalmente, el Apóstol Pablo fue puesto en libertad. En la
parte final de su vida confirió la consagración episcopal a su discípulo Tito (a quien había dedicado dos epístolas), al igual
que consagró otros dos obispos para la Iglesia Romana. El Apóstol Pablo sufrió durante la persecución del emperador Nerón.
Siendo súbdito romano recibió la ejecución reservada para los nobles, o sea, fue decapitado; lo cual ocurrió el 29 de junio
del año 67.
Concilio apostólico de Jerusalén (año 51).
Cuestión de cumplimiento de la ley ritual. Presidente
del Concilio. El fallo del Concilio por el Espíritu Santo. Tres prescripciones de la Ley dejadas como válidas:
En medio de los cristianos de Antioquía surgió
la cuestión si sería necesario para los cristianos cumplir la ley ritual mosaica. Entonces los cristianos de Antioquía se
dirigieron a los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, quienes conforme con lo ordenado por el Salvador (Mat. 18:17 y Jn.
14:26) se reunieron para solucionar este problema. En éste concilio también tomó parte el Apóstol Pablo, aunque su presidente
fue el Santo Apóstol Santiago como jefe de la iglesia de Jerusalén y particularmente venerado por su vida piadosa. La cuestión
fue estudiada en detalle. Los apóstoles Pedro, Bernabé y Pablo relataron acerca de los milagros que hizo Dios por medio de
ellos entre los gentiles y cómo Dios les otorgó los dones del Espíritu Santo.
Los Apóstoles libraron a los cristianos del cumplimiento
de la ley ritual de Moisés e hicieron hincapié en el cumplimiento de la ley moral relacionada con el concepto de no hacer
a otros lo que no quisiéramos que nos hagan a nosotros. El fallo del Concilio apostólico fue como sigue:
"Ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros no
imponeros ninguna otra carga más que éstas necesarias: que os abstengáis de las carnes inmoladas a los ídolos, de sangre y
desgarro, y de la fornicación, de lo cual haréis bien en guardaros" (Hech. Ap. 15:28-29). De toda la ley mosaica ritual sólo
fueron dejadas como válidas las tres prescripciones siguientes: abstenerse de las carnes de idolatría, alimentos basados en
la sangre y la fornicación.
En este Concilio se encontraba presente el acompañante
del Apóstol Pablo, el Apóstol Bernabé y otros pertenecientes al grupo de los 70 apóstoles. El Concilio Apostólico formuló
pautas para los subsiguientes concilios.
Qué deberá hacerse para la presencia del Espíritu
Santo en un concilio episcopal. Para que hable por medio de los obispos participantes de un concilio el Espíritu Santo, se
precisa el cumplimiento de las dos condiciones siguientes: la conservación de la sucesión apostólica y el cumplimiento de
los mandamientos de Cristo, por cuanto el Salvador prometió enviar el Espíritu Santo en caso del cumplimiento infalible de
Sus mandamientos (Jn. 14:15-16).
Trabajos de evangelización del Apóstol San Pedro
El Apóstol Pablo en su epístola a los Gálatas
(Gal. 2:7-10) dice que le fue confiada la predicación de la Palabra Divina a los gentiles, y al Apóstol Pedro para los judíos.
Debido a esta primacía de la evangelización y la presencia del Espíritu Santo, ellos fueron denominados por la Iglesia los
apóstoles supremos (príncipe de los apóstoles).
Encarcelamiento. El Apóstol Pedro, quien fundó
la Iglesia entre los judíos y gentiles tuvo que soportar la persecución del rey judío Herodes Agripa (sobrino de Herodes el
Grande), que lo encarceló y tenía intención de asesinarlo después de la fiesta de Pascua con el fin de complacer a los judíos.
El Apóstol fue echado en la más firme celda de la prisión interna, donde 16 guerreros lo estaban guardando: dos de ellos fueron
encadenados al Apóstol, mientras que otros custodiaban un triple portón. Mientras tanto la Iglesia rezaba diligentemente por
él eligiendo la oración ante todos otros medios; nadie decía: "Soy pequeño para Dios" y que "mi oración no vale nada." Y el
Señor protegió a su Apóstol.
Aparición de un Angel.
En la víspera de la ejecución, después de la
Pascua, los cristianos se reunieron por la noche para la fervorosa oración por Pedro en la casa de la madre del Santo Apóstol
y Evangelista Marcos. De repente apareció el Angel del Señor, y una luz sobrenatural alumbró la prisión, mientras que el Apóstol
Pedro, después de encomendarse a Dios, dormía profundamente. El Angel, golpeando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo:
"Levántate pronto." Y se cayeron las cadenas de sus manos. Y el Angel añadió: "Envuélvete en tu manto y sígueme."
Pedro salió en pos de él; no sabía si era realidad lo que el Angel hacía, más bien le parecía que era una visión. Atravesando
la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que se abrió por si misma y salieron a una calle, desapareciendo
luego el Angel. Entonces Pedro, vuelto en si, dijo: "Ahora me doy cuenta de que realmente el Señor ha enviado Su Angel
y me ha arrancado de las manos de Herodes y a toda la expectación del pueblo judío" (es decir, del espectáculo de su ejecución).
Reflexionando, se fue a la casa de María, la madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde estaban muchos reunidos orando.
Golpeó a la puerta del vestíbulo, y salió una sierva llamada Rode, que luego que conoció la voz de Pedro, fuera de si de alegría,
sin abrir la puerta, corrió a anunciar que Pedro estaba ante el vestíbulo. Pero ellos, sabiendo que la guardia se encontraba
muy reforzada, no le creyeron, diciendo: "Estás loca." Pero ella insistía que era así. Mientras tanto Pedro seguía
golpeando, y cuando le abrieron y le conocieron, quedaron estupefactos. Haciéndoles señal con la mano de que callasen, les
contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel por medio de Su Angel.
La viveza de este relato demuestra que el mismo
fue registrado en los Hechos de los Apóstoles (12:1-17) por el Evangelista San Lucas valiéndose de las palabras de un testigo
ocular. Este acontecimiento tuvo lugar en el año 44.
Apóstol Pedro en Roma. Como se supone, después
de su milagrosa liberación el Apóstol Pedro se dirigió a Roma donde conjuntamente con el Apóstol Pablo fundó la Iglesia, pero
no fue obispo de Roma, porque Pedro y Pablo pusieron al obispo Lino para dirigir la Iglesia de Roma.
En el Concilio de Asia Menor y en el Egipto.
El Apóstol Pedro estuvo presente en el Concilio Apostólico de Jerusalén en el 51; y luego predicó en Asia Menor y en Egipto,
donde consagró al primer obispo de Alejandría, su discípulo el Santo Evangelista Marcos.
Su muerte. El Apóstol Pedro padeció en Roma conforme
con lo vaticinado por Cristo Quien se le apareció. Considerándose indigno de la misma muerte que sufrió Cristo, el Apóstol
Pedro, de acuerdo con su propia iniciativa, fue crucificado con la cabeza hacia abajo el 29 de junio del año 67 durante el
reinado de Nerón, falleciendo simultáneamente con el Apóstol Pablo.
Dos epístolas. El Apóstol Pedro escribió dos
epístolas católicas, en las cuales nos enseña resistir valientemente las tentaciones, pasar la vida piadosa, estricta, santa
y sobria, advirtiendo a los cristianos al mismo tiempo acerca de los venideros herejes.
Evangelio de San Marcos según palabras del Apóstol
Pedro. Partiendo de las palabras del Apóstol Pedro, su discípulo el Evangelista Marcos escribió su Evangelio, el cual en la
antigüedad se llamaba también el Evangelio de San Pedro.
El primer obispo de Jerusalén El Santo Apóstol Santiago hermano del Señor
Su vida santa. Miles de judíos convertidos. El
Santo Apóstol Santiago fue pariente del Señor según la carne (hijo de José y de su primera esposa o hijo de María, hermana
de la Madre de Dios). Fue consagrado obispo de Jerusalén por el propio Señor, de modo que fue el único apóstol que no viajó.
El Apóstol Santiago se desempeñó como presidente del Concilio de Jerusalén en el año 51, lo que demuestra que el Apóstol Pedro
no se consideraba como primero exclusivo entre los apóstoles. El Apóstol Santiago llevaba una vida santa, era virgen, no comía
carne, no bebía vino y frecuentemente rezaba en el templo de Jerusalén prosternado sobre tierra en oración; por eso la piel
de sus rodillas se hizo muy dura. Respetando su santa vida, lo veneraban hasta los enemigos del cristianismo. Los judíos le
llamaban el justo. En el transcurso de 30 años reforzó y difundió la fe en Jerusalén y en toda Palestina entre muchos miles
de judíos (Hech. Ap. 21:20).
Asesinato del Apóstol Santiago. Temiendo que
todo el pueblo podría convertirse a Cristo, los jefes de los judíos decidieron matar al Apóstol, y lo derribaron desde la
altura del templo a la tierra. Pero Santiago aún vivo rezaba por sus asesinos. En aquel momento surgió la disputa entre los
judíos si era necesario matar a un hombre justo, pero uno de los hebreos golpeó su cabeza matándolo.
El Apóstol Santiago escribió una epístola, en
la cual consuela a los cristianos en sus padecimientos, y enseña que sería imposible salvarse sin obras buenas, sólo cifrando
esperanza en la fe. Aparte de su epístola, el Apóstol Santiago compuso la primer liturgia cristiana, de la cual se derivan
las actuales de San Juan Crisósotomo y de San Basilio el Grande.
Santo Apóstol y Evangelista Juan el Teólogo
Cumpliendo con el mandamiento del Salvador, el
Apóstol San Juan cuidó y guardó a la Madre de Dios como un hijo devoto. Por eso al principio predicó solamente en Palestina.
Pero después de la asunción de la Madre de Dios (15 de agosto del año 57) el Apóstol San Juan ya predicaba para las siete
iglesias de Asia Menor viviendo mayormente en Efeso. (Dormición de la Madre de Dios: El Arcángel Gabriel le apareció un poco
antes de su fallecimiento, al cual se preparaba con alegría. Para el día de la Dormición llegaron por aire a Jerusalén todos
los apóstoles con excepción del Apóstol Tomás, y Ella fue sepultada en huerto de Getsemaní en una cueva conservada allí hasta
hoy día. Sobre esta cueva la emperatriz santa Elena erigió un templo. Al tercer día llegó Santo Tomás, pero no le fue posible
encontrar Su cuerpo. Sin embargo, Ella apareció a todos los Apóstoles comprobando así que fue llevada al cielo.).
Durante el reinado del emperador Domiciano, fue
llamado a Roma, y luego tirado en una caldera que contenía aceite hirviendo; sin embargo, el Apóstol permaneció vivo y sano.
Entonces Domiciano lo desterró a la isla Patmos, donde San Juan escribió su Apocalipsis, o sea la revelación de la suerte
de la Iglesia y del mundo entero. En el principio de esta obra él dirige su profecía a las siete Iglesias del Asia Menor;
y en la segunda parte incluye la profecía referente a la Iglesia y al mundo, presentada bajo imágenes alegóricas que describen
la lucha entre el bien y el mal que durará incesantemente.
El Evangelio. Después de la muerte de Domiciano,
el Apóstol San Juan volvió a Efeso, y escribió allí - complementariamente a los tres Evangelios existentes - el cuarto, que
se distingue de los evangelios sinópticos de Mateo, Marcos y Lucas por su elevado contenido espiritual. En su Evangelio están
incluidas las pláticas de nuestro Señor Jesucristo acerca de los temas superiores que no se encuentran en los evangelios de
los sinópticos.
Conversión del ladrón. El Apóstol San Juan se
destaca por su gran amor. Es bien conocido el hecho que cuando un joven piadoso se hizo jefe de una banda de ladrones, se
dirigió a las montañas con el fin de persuadirlo para que abandone esta vida criminal. Pero el ladrón le esquivaba y escondía
sus manos ensangrentadas, pero San Juan seguía influyéndole con su amor y, finalmente, el ladrón se arrepintió.
En su ancianidad el Apóstol Juan sólo repetía
un precepto: "Hijos, amaos los unos a los otros," explicando que se trata del principal mandamiento.
Tres epístolas católicas. Aparte del Apocalipsis
y del Evangelio, el Apóstol San Juan escribió tres epístolas católicas (universales, o sea, dirigidas a toda la Iglesia),
en las cuales habla mucho de amor. Por consiguiente, se lo llama el apóstol del amor. El santo Apóstol Teólogo Juan (quien
ha recibido este título por su Evangelio) fue el único apóstol que tuvo muerte natural, a los 104 años de edad.
Santos evangelistas Mateo, Marcos y Lucas
Los santos apóstoles y evangelistas Mateo (perteneciente
a los 12 apóstoles), Marcos (uno de los 70 apóstoles y Lucas (médico e iconógrafo, perteneciente a los 70 apóstoles) fueron
autores individuales de los evangelios; los tres murieron como mártires por la fe cristiana. El Santo Apóstol Lucas escribió
también los Hechos de los Apóstoles, donde describió el descenso del Espíritu Santo, la difusión original del cristianismo
y la predicación de los Apóstoles Pedro y Pablo. Del libro de los Hechos también aprendemos acerca de la evocación del Espíritu
Santo para los que se bautizan, la consagración de los obispos, presbíteros y diáconos, acerca de la oración y el ayuno de
los apóstoles en casos importantes, genuflexiones, etc.
Santo Apóstol Andrés, el primer llamado
El santo Apóstol Andrés, hermano de San Pedro,
predicó en la costa del mar Negro y ascendía por el río Dnieper hasta las colinas de Kiev, las cuales bendijo, erigió la cruz
(conservada en el templo de Diezmas de Kiev hasta la revolución) y profetizó que en ese sitio serían construidos numerosos
templos, y que todo el país sería convertido a la fe cristiana.
En Asia Menor el Apóstol San Andrés fue crucificado
sobre la cruz cuya forma recibió el nombre "de Andrés."
Las santas Mártires
Sofía, Viera (Fe), Nadieshda (Esperanza) y Liubov
(Amor) padecieron en el siglo II. En tiempo de Adrián vivió en Roma la piadosa viuda Sofía, la cual educaba en temor de Dios
a sus tres hijas; las bautizó con los nombres de las principales virtudes cristianas: Fe, Esperanza y Amor. La mayor de ellas
sólo tenía la edad de 12 años cuando fueron denunciadas.
Todas ellas confesaron intrépidamente su fe cristiana
ante el emperador (a propósito, la palabra mártir significa confesor); mientras tanto la madre de ellas les rogaba no renunciar
a Cristo. Las niñas fueron decapitadas, y su madre murió sobre la tumba de ellas al tercer día. Su memoria corresponde al
día 17 (30) de setiembre.
Santas mártires Perpetua, Felicitas y Potamina.
Una valentía extraordinaria demostraron en la
confesión de Cristo Perpetua (una muy culta cristiana joven, privada de su criatura por los torturadores) y su sirvienta Felicitas.
Ambas fueron echadas a las fieras y luego apuñaladas.
La joven Potamina fue tirada en alquitrán hirviendo.
Aguantó esta espantosa ejecución impertérritamente.
Santa gran mártir Anastasía "desgrilladora":
La santa gran mártir Anastasía (que se honra
el día 22 de diciembre / 4 de enero), una ilustre y joven romana, se dedicó a la asistencia de los encarcelados, cuyos padecimientos
aliviaba eficazmente. Cuando se conoció que era cristiana, se la condenó a la muerte sobre la hoguera; sin embargo, falleció
antes de que las llamas tomaran su ímpetu.
Apologistas
Las persecuciones de los cristianos en la remota
antigüedad suscitaban la necesidad de defender la santa fe con ayuda de la palabra y las obras de escritura. Los defensores
de la fe de esta clase fueron conocidos como apologistas. Los más famosos apologistas antiguos fueron San Justino el Filósofo,
Tertuliano y Orígenes.
Santo emperador Equiapostólico
Constantino el Grande (306-337).
San Constantino era hijo de Constancio Cloro
y de Santa Equia-postólica Elena. Su padre favorecía a los cristianos, y el propio Constantino vio los horrores de la persecución
de Diocleciano en la corte imperial y la valentía de los confesores de Cristo, lo que le dispuso a favor del cristianismo.
En el año 306 fue proclamado emperador.
En año 312 surgió la guerra contra Majencio.
Antes de un combate decisivo, Constantino vio en el cielo un brillante signo de la santa Cruz con las palabras que le acompañaban:
"Con ésta vencerás." De noche le apareció en sueños el Salvador y presagió la victoria. Constantino ordenó confeccionar la
imagen de la Cruz sobre todos los estandartes. En la batalla que sobrevino, Constantino ganó una decisiva victoria.
Después de convertirse en el único emperador
romano, Constantino dedicó toda su vida al servicio del cristianismo. Declaró la libertad de confesión de la fe cristiana
(313), puso fin a los juegos y holocaustos paganos, otorgó privilegios al clero y a las iglesias, confirmó la santificación
del día domingo, construyó numerosos templos cristianos y derogó las leyes gentiles dirigidas contra el cristianismo. Su capital
la mudó de Roma a Constantinopla.
En Palestina, la madre de Constantino, Santa
Elena, halló la Cruz del Señor, y erigió 20 templos en los sitios de los principales acontecimientos evangélicos.
Juliano el Apóstata (361-363).
La última persecución pagana de los cristianos
tuvo lugar en el tiempo del emperador Juliano llamado Apóstata, sobrino de San Constantino. Era un hombre completamente amoral,
lo que se convirtió en la causa de su odio al cristianismo y persecución. Sin embargo, esta persecución ya no pudo ser muy
intensa, porque la fe y la vida cristianas ya se había desenvuelto considerablemente.
Juliano favorecía las costumbres paganas, humillaba
al cristianismo en las escuelas y en la vida social y quitaba a los cristianos los sitios antaño pertenecientes a los templos
paganos; intervino contra la profecía de Cristo referente a la destrucción de Jerusalén, para cuyo fin trató de restaurar
tres veces el devastado templo de Jerusalén, aunque cada vez actuó inútilmente. Juliano sentenció a muerte a numerosos cristianos,
muchos de los cuales luego fueron canonizados como mártires.
Juliano fue asesinado durante una expedición
militar a Persia. Con su muerte cesaron las persecuciones. El día sábado correspondiente a la primera semana de la Cuaresma
se recuerda la tentativa de Juliano de burlarse de los cristianos, desenmascarada por el Santo mártir Teodoro de Tiro.
Herejías y cismas
Herejía: Se denomina herejía a la doctrina que
contradice la verdadera fe cristiana. Cisma: Bajo cisma se comprende una opinión errónea relacionada con algunos conceptos
de la fe, cuando todavía no está perdida la esperanza para corregir a los extraviados. Separación: Bajo separación se comprende
una ruptura no autorizada con la Iglesia, aunque se conserve la doctrina ortodoxa. Muchas separaciones al principio se apoyaban
sobre la ortodoxia, pero finalmente adoptaban definitivamente alguna herejía.
Desde el principio aparecieron en la Iglesia
diferentes enseñanzas erróneas bajo influjos del judaísmo y del paganismo.
Judaizantes: La herejía de los judaizantes negaba
la divinidad del Señor Jesucristo y exigía el cumplimiento de la entera ley mosaica. Gnósticos: La herejía derivada del paganismo
denominada la de gnósticos (gnosis = conocimiento) se fundaba en dos principios: el Dios y la materia que siempre luchan entre
si, incluyendo también el concepto de eones, o divinidades inferiores, y la ciega suerte. Según esta teoría, Cristo pertenecía
a los eones superiores y poseía cuerpo fantasmal. Antitrinitarios: La herejía de los Antitrinitarios rechaza el dogma de la
Santísima Trinidad (Pablo de Samosata y Savelio).
Causas de las herejías. Todas las herejías provienen
por el orgullo de la mente humana que no quiere aceptar la fe en su puro sentido. Por eso una herejía es un pecado mayor que
los pecados individuales cometidos por debilidad. Muchos jefes de herejías fueron altamente amorales, lo que toleraba Dios
para poner de manifiesto su orgullo.
Concilios Ecuménicos
Los Concilios ecuménicos se convocaron cumpliendo
el deseo del Señor Jesucristo (Mat. 18:17) y respetando el ejemplo de los santos apóstoles, quienes se reunieron en el Primer
Concilio Apostólico en Jerusalén el año 51 (Hech. Ap. 15:1-35). Las decisiones de los concilios se componen por inspiración
del Espíritu Santo, como se nota de la expresión del Concilio Apostólico
"Ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros." En total hubo siete concilios ecuménicos.
1. El de Nicea en el año 325
2. El de Constantinopla en el año 381
3. El de Efeso en el año 431
4. El de Calcedonia en el año 451
5. El de Constantinopla II en el año 553
6. El de Constantinopla III en el año 680
7. El de Nicea III en el ano 787
EI I Concilio Ecuménico fue convocado en el año 325 en Nicea
bajo el reinado del emperador Constantino, el cual dio la apertura y el cierre del mismo sin presenciarlo, a causa del surgimiento
de la herejía de Ario, San Constantino envío una carta circular a todos los obispos con el siguiente texto actualmente nos
pareció, por muchos motivos, que es mejor que el Concilio se realice en Nicea de Bitinia, considerando la llegada de obispos
de Italia y de otros lugares de Europa; dado el buen clima que hace en Nicea, y también para que yo presenciara como oyente
y participante en lo que allí pueda acontecer.
En aquel Concilio, cuya apertura fue hecha por
el emperador San Constantino (en latín) en el palacio imperial de Nicea el 20 de mayo del año 325, participaron 318 obispos
procedentes de distintos países y naciones.
Muchos de ellos llevaban aún en sus cuerpos las
huellas de los martirios sufridos por su fe. Con seguridad podemos decir que estos obispos fueron testigos de su fe con su
propia sangre. Entre ellos había 5 obispos de los países occidentales, podemos mencionar que estaban: san Nicolás, el obispo
Jacobo, Spiridon Trimifunski, san Atanasio el Grande.
El motivo principal por el que fue convocado
el primer Concilio Ecuménico fue el de afirmar la verdadera doctrina acerca de la divinidad, eternidad y nacimiento del Hijo
de Dios en contraposición a las falsas enseñanzas del sacerdote de Alejandría Ario, que sostenía que el Hijo de Dios fue creado
por Dios Padre, y que era solamente una criatura superior.
De esta manera Ario negaba "la divinidad y el
nacimiento eterno de la segunda persona de la Santísima Trinidad" el Hijo de Dios, de Dios Padre. Este Concilio condenó y
rechazó esta herejía de Ario, peligrosa para la iglesia, estableciendo la verdad absoluta e indiscutible.
Redactó en el segundo articulo del símbolo de
la fe (credo) lo siguiente: "Creo... en un solo Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios, que nació del Padre ante de todos
los siglos; luz de luz; verdadero Dios de Dios verdadero; engendrado, nacido; consubstancial con el Padre, por quien fueron
hechas todas las cosas." Así, leyendo el antiguo testamento podemos encontrar referencias a la pluralidad de las Divinas Personas,
por ejemplo (Génesis 1:26), "hagamos al hombre a Nuestra imagen y semejanza;" (Génesis 3:22) "he aquí a Adán hecho
como uno de Nosotros." ¿Con quién hablaba el Señor? nadie puede decir que dijo esto a los Angeles, ya que ellos no son
su imagen y semejanza, los Angeles no tienen la esencia, el poder y la majestad del Señor. Entonces, ¿quién era aquel, con
quien hablaba el Señor al que le dijo "a nuestra imagen y semejanza"? nadie más que con aquel que tuviera su misma esencia equivalente, totalmente idéntico a el, conforme a la perfección, poder, majestad
y gloria divinas.
En este primer Concilio Ecuménico fueron redactados
en forma clara, breve y precisa los primeros siete artículos para que todos los cristianos puedan saber exactamente las verdaderas
enseñanzas sobre la fe. El símbolo de la fe está compuesto en total por 12 art. y en cada uno de ellos está contenida una
verdad en particular.
El primer Concilio estableció, además, otras
20 normas en total que conciernen a los eclesiásticos: diáconos, presbíteros, obispos. Entre ellos la celebración de la santa
pascua de resurrección de nuestro Señor Jesucristo el primer domingo después de la luna llena del 21 de marzo; (después del
21 de marzo; y si la luna llena cae en domingo, la pascua será el domingo siguiente) también se estableció que los sacerdotes
deberían previamente casarse antes de tomar los hábitos. Otra, que los sacerdotes una vez ordenados no pueden volver a casarse.
La única jerarquía de los consagrados por la
iglesia que puede volver a casarse son los lectores. La norma #20 que es poco conocida por los feligreses se refiere a que:
se debe rezar de pie en la iglesia los días domingo y días de precepto, o sea que en esos días no se puede arrodillarse en
la iglesia.
El decreto sobre el dogma fue publicado a través
de dos edictos, uno por el mismo Concilio y el otro por el emperador. Además, el emperador avaló con su firma la de sus miembros.
Esto dio comienzo a la consolidación del rol del emperador como cristiano, en un imperio cristiano. Esto fue un antecedente
para todos los Concilios Ecuménicos posteriores. Se puede decir que el emperador ortodoxo aparece como un notario de la iglesia
católica ortodoxa universal. Por lo cual en el imperio bizantino, las normas del primer Concilio Ecuménico y la de los siguientes
se transformarán en gubernamentales o de estado.
II Concilio Ecuménico
Fue convocado por el emperador Teodosio el Grande
(Español) en Constantinopla en el año 381, el cual presenciaron 150 obispos de todo Oriente. La Iglesia de Roma no estaba
representada. El patriarca Melecio de Antioquia presidió la apertura de este Concilio.
Este Concilio fue celebrado para afirmar la verdadera
doctrina del, Espíritu Santo en contraposición a la falsa doctrina de macedonio que rechazaba la divina dignidad del Espíritu
Santo "la tercer Persona de la Santísima Trinidad."
Macedonio enseñaba que el Espíritu Santo no es
Dios y que además estaba al servicio de Dios Padre y del Hijo de Dios como lo estaban los Angeles. Entre los obispos que presenciaban
estaban Gregorio el Teólogo, que era el presidente del Concilio; Gregorio Nacianceno, Cirilo de Jerusalén y otros, durante
el Concilio, la herejía de Macedonio fue condenada y rechazada.
Este Concilio estableció el dogma por la cual
todas las Personas o Hipóstasis de Dios son equivalentes entre si, en cuanto al poder, majestad, perfección y gloria, divinas;
y agregó 5 artículos más (al credo) símbolo de la fe de Nicea (del 8 al 12 inclusive).
En resumen, quedo así: En el art. numero 1 se
habla de Dios Padre. En el art. numero 2 hasta el 7 se habla de Dios Hijo. En el art. numero 8 de Dios Espíritu Santo. En
el art. numero 9 de la iglesia. En el art. numero 10 del bautismo. En el art. numero 11 de la resurrección de los muertos.
En el art. numero 12 de la vida eterna.
De esta manera se combinó y se compuso el símbolo
de la fe Niceo-Constantinopolitano que sirve para siempre de guía para la Iglesia.
La iglesia occidental (aunque en esa época no
existía la división de oriental y occidental, era una sola) también tomó como guía este símbolo, aunque más tarde introdujo
un cambio sosteniendo "que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo" aprobado por los papas romanos desde el siglo XI,
pese a que es una falsa enseñanza.
Comento, que una de las normas existentes dice
que el obispo de Constantinopla tiene mas honor o que le corresponde más honor que al de Roma, ya que a esta ciudad se la
considera la "Roma nueva."
III Concilio Ecuménico
Fue convocado por el emperador Teodocio II en
el año 431 en Efeso, a causa de la herejía sostenida por el patriarca de Constantinopla Nestorio, que comenzó a predicar que
de María nació solo el hombre Jesús en el cual la divinidad habita como en el templo. Obstinadamente enseñaba diciendo que
se debe distinguir entre Jesús y el Hijo de Dios; que María no debía ser llamada Madre de Dios "Theotokos," porque ella no
había dado luz al Dios hombre, sino que debía llamarse madre de Cristo, dado que el Jesús que nació de María, era solamente
el hombre Cristo (que quiere decir "Mesías," "el ungido," como los ungidos de Dios anteriores, los profetas, solo que sobrepasándolos
en la plenitud de la comunión de Dios). Por lo cual toda la enseñanza de Nestorio constituía una denigración de toda la economía
de Dios, pues si de María solo nació un hombre, no fue Dios quien sufrió por nosotros sino un hombre.
Mantuvo la doctrina de la iglesia y no introdujo
ninguna novedad. San Cirilo escribió también a Roma informando al santo papa Celestino sobre esto. San Celestino por su parte
escribió a Nestorio para que predique fielmente la fe ortodoxa, y no la suya.
Nestorio le contestó que estaba enseñando la
fe ortodoxa, mientras que sus oponentes eran los herejes. San Cirilo escribió nuevamente a Nestorio y compuso 12 anatemas,
(o sea en 12 párrafos), las principales diferencias entre las enseñanzas ortodoxas y lo predicado por Nestorio, excomulgando
de la iglesia a quien rechazare siquiera un párrafo de lo que compuso.
Nestorio rechazó el texto escrito por san Cirilo,
y escribió su propia exposición igualmente en 12 párrafos, dando anatema, es decir excomunión, a quienes no lo aceptasen,
entonces san Cirilo, al ver que el peligro para la pureza de la fe crecía, escribió al emperador Teodosio el Joven; a su esposa
Eudoxia y a la heriviana del emperador. San Cirilo arzobispo de Alejandría investigó las enseñanzas y le escribió una carta
pidiéndole que Pulquería se interese por las cuestiones eclesiásticas para frenar la herejía.
Así se decidió convocar a un Concilio Ecuménico
en el que jerarcas venidos de todo el mundo decidieran si la doctrina predicada por Nestorio era ortodoxa.
Se eligió como sitio para el mismo la ciudad
de Efeso donde la Santísima Virgen habitó con el apóstol San Juan el Teólogo. Y así viajaron a Efeso de Egipto: san Cirilo
con otros obispos, de Antioquia vino Juan, su arzobispo con los obispos orientales; de Roma llegaron dos obispos, Arcadio
y Proyecto y un presbítero llamado Felipe al que el papa san Celestino instruyó en qué decir, ya que no pudo viajar, también
le pidió a san Cirilo la defensa de la fe ortodoxa. Asimismo fueron a Efeso Nestorio y los obispos de la región de Constantinopla
y los obispos de Palestina, Asia Menor y Chipre.
Este Concilio Ecuménico fue presidido por el
obispo de Alejandría Cirilo, y el obispo de Efeso Memnon; y sus miembros reconocieron las enseñanzas de Nestorio como impías
y lo condenaron privándolo de su sede y del sacerdocio. Sobre esto se compuso un decreto que fue firmado por unos 160 participantes
del Concilio.
Así, la decisión del Concilio fue la voz de la
iglesia universal, que claramente expresa su fe en que Cristo, nacido de la doncella, es el verdadero Dios que se hizo hombre,
y en tanto que María dio luz al perfecto hombre que es al mismo tiempo el perfecto Dios y le corresponde justamente ser reverenciada
como Theotokos (Madre de Dios).
El Concilio tuvo cinco sesiones más y se establecieron
en seis cánones las medidas contra aquellos que osaran difundir las enseñanzas de Nestorio o cambiar lo establecido en el
Concilio de Efeso.
El Concilio Ecuménico de Efeso además: Reafirmó
de igual manera la condenación de Pelagio que enseñaba que el hombre podía salvarse por sus propios poderes sin necesidad
de tener la gracia de Dios. Decidió también según ciertas materias de gobierno de la iglesia. Envío epístolas a los obispos
que no habían concurrido; anunciándoles sus decretos y llamándolos a estar en guardia para la preservación de la fe ortodoxa
y la paz de la iglesia. Reafirmó las enseñanzas impuestas en el símbolo de la fe constantinopolitano. Prohibió componer otro
símbolo de la fe en el futuro, o imponer cambios en el símbolo de la fe establecido por el 11 Concilio Ecuménico.
Este Concilio es justamente considerado como
Ecuménico (pues sus decisiones fueron aceptadas por toda la iglesia de un extremo del universo al otro) al mismo nivel que
los Concilios de Nicea y Constantinopla.
IV Concilio Ecuménico
Apenas había terminado la condenación de Nestorio
por los santos padres del Concilio Ecuménico III de Efeso, se celebró en Calcedonia el IV Concilio Ecuménico en el año 451
presidido por el obispo Anatoli de Constantinopla. El papa Leon el Grande fue representado por 2 obispos.
Este Concilio fue convocado por el emperador
marciano y la emperatriz Pulqueria contra las falsas enseñanzas de Eutiques, archimandrita de Constantinopla, quien rechazaba
la naturaleza humana de nuestro Señor Jesucristo; inventando una especie de absorción de la naturaleza humana en la naturaleza
divina de Cristo (como si después de la encarnación solo subsistía en el salvador una sola naturaleza). Esta enseñanza se
llama monofisita y sus seguidores monofisitas. Así un ejemplo de ello lo tenemos en los coptos que son monofisitas.
Después de condenar las herejías de Eutiques,
la asamblea decretó, como verdadera, la enseñanza que en nuestro Señor Jesucristo existen dos naturalezas, una divina, porque
es Dios verdadero que ha nacido en la eternidad del Padre; y otra humana, pues se encarnó por obra del Espíritu Santo en el
cuerpo de la Virgen María, sin confusión, sin cambio, sin división ni separación unidas en una sola persona y en una sola
hipóstasis, cada uno de las cuales se conserva entera y sin alteración después de la unión, con sus propiedades respectivas.
En resumen, podemos decir que en él, existe una
naturaleza divina porque es Dios verdadero nacido en la eternidad del Padre y otra humana, pues se encarnó por obra del Espíritu
Santo en la Virgen María, y semejante en todo a nosotros, salvo nuestro pecado, porque él es purísimo.
Este Concilio estableció 30 normas, en su gran
mayoría concerniente a los eclesiásticos.
V Concilio Ecuménico
Se celebró en Constantinopla en el año 553 bajo
el emperador Justiniano. Siguió en todo al de Calcedonia, condenando una vez más las herejías de Nestorio y Eutiques. Lo presenciaron
150 obispos orientales y 25 occidentales. El Concilio fue convocado a causa de las discusiones de los seguidores de Nestorio
y Eutiques. Presidió este Concilio el patriarca Evtichio ocupando al lado sus lugares los patriarcas de Alejandría y Antioquia.
Este concilio no formuló normas especiales, pero si estableció condenas contra distintos heréticos.
VI Concilio Ecuménico
Se celebró en Constantinopla en el año 680. Por
celebrarse en la sala imperial llamada trullos el Concilio se llamó Trullanum. Lo presenciaron 227 padres, entre los cuales
había 4 patriarcas de oriente y representantes del papa Agatón. El Concilio estableció 102 normas. Este Concilio fue convocado
principalmente con el objeto de combatir las herejías y en especial el monotelismo, cuyos seguidores admitían las dos naturalezas
en nuestro Señor Jesucristo, divina y humana, pero una sola voluntad, la Divina.
Después del V Concilio Ecuménico, las opiniones
de los monotelitas ocasionaban grandes preocupaciones, afectando peligrosamente al imperio Griego. El emperador Heraclio,
buscando un acercamiento, intentó persuadir a los ortodoxos para que cedan ante los monotelitas obligando con la fuerza de
su poder a reconocer que en Jesús existía una sola voluntad con dos naturalezas.
Los defensores que explicaron la verdadera enseñanza
de la iglesia fueron Sofronio, patriarca de Jerusalén y Constantinopla, y el monje máximo y confesor, al cual por su firmeza
en la fe le cortaron la mano y la lengua.
Este VI Concilio Ecuménico condenó el monotelismo
y reconoció dos voluntades en Jesucristo correspondientes a sus dos naturalezas, una de las cuales, la humana, estaba sometida
en todo a la divina. El emperador firma el protocolo del Concilio después de los jerarcas de la iglesia con las siguientes
palabras, "leído y aprobado."
La norma 36 de este Concilio nuevamente dejó
establecida la igualdad de preferencia entre el trono de la antigua Roma y el de Constantinopla, ya que, es el segundo el
que supera en obras de la iglesia, luego le seguía el de Alejandría, después el de Antioquia, y le continua el trono al de
Jerusalén. Es interesante escuchar la norma 53, la cual trata sobre el parentesco espiritual. Un hombre, al hacerse padrino,
no puede casarse con su ahijada ni con su madre, aunque fuera viuda, soltera
o separada; ya que el sacramento del bautismo los convierte en parientes espirituales.
Los santos padres han establecido que quienes
conozcan y no observen esta regla, en primer lugar deben apartarse de esa situación irregular; además, serán pasibles de la
penitencia que corresponde a los adúlteros.
La norma # 75 exhorta a quienes integran los
coros de la iglesia a no realizar exclamaciones indecorosas, no proferir gritos antinaturales y no introducir nada que sea
ajeno e inadecuado con la iglesia; por el contrario; los insta a ofrecer el canto de los salmos a Dios con gran ternura y
atención ya que las sagradas escrituras enseñaban un comportamiento piadoso a los hijos de Israel.
Insistimos, este Concilio afirmó las normas con
las que la iglesia debe conducirse, en especial con las 85 normas de los santos apóstoles, las reglas de los seis Concilios
Ecuménicos y de los siete Concilios regionales y de las 13 normas de los padres de la iglesia.
Posteriormente estas reglas fueron completadas
con las normas del séptimo Concilio Ecuménico y de otros dos concilios regionales o locales; configurando el llamado Nomocanon,
que constituye el fundamento de la conducción eclesiástica de la iglesia ortodoxa. Asimismo en este Concilio fueron condenadas
las innovaciones de la iglesia romana, la cual no estaba de acuerdo con el espíritu de la iglesia universal, tales como el
celibato obligatorio para los sacerdotes y diáconos, y ayunos rigurosos en los sábados de la gran cuaresma. Y la expresión
simbólica de Cristo bajo la imagen del cordero.
VII Concilio Ecuménico
Llegamos finalmente a la reseña histórica del
séptimo Concilio Ecuménico, que es también el último que celebró la santa iglesia ortodoxa universal previo a su separación
ocurrida en el año 1054:
Fue convocado en el año 787 en Nicea durante
el imperio de Irene. Este tuvo por objeto poner en claro la cuestión del culto a las imágenes; en el mismo participaron 367
padres de la iglesia.
Presidieron a este Concilio largos años de persecución
iconoclasta encabezada por distintos emperadores, tales como León Isaurico y su hijo Constantino Copronimo, quien llegó a
convocar en el año 754 un Concilio iconoclasta.
Pero había personas, como el patriarca German
de Constantinopla y san Juan de Damasceno, que defendían el culto a las imágenes, el cual se había arraigado en el pueblo
cristiano. Los papas Gregorios II y Gregorio III, ante el peligro que se presentaba, amenazaron de anatema a los que destruyeran
las imágenes, y la cuestión llegó a su punto crítico cuando el emperador Constantino Copronimo (741-755) mandó que todas las
imágenes fueran destruidas, y convocó a un Concilio para que refrendasen sus disposiciones. Este se celebró en Constantinopla,
con asistencia de 338 miembros, y declaró que el culto a las imágenes era una nueva idolatría.
Poco tiempo después los iconoclastas empezaron
a provocar disturbios; las iglesias fueron despojadas de sus imágenes, y los murales y pinturas religiosas fueron sustituidas
por cuadros de paisajes.
Más tarde, al morir el León Isaurico, la emperatriz
Irene, que veneraba secretamente las imágenes, convocó al VII Concilio Ecuménico con la ayuda del santo patriarca Taracio,
este fue convocado en primera instancia en Constantinopla pero fue traslado posteriormente a Nicea (787).
Después de muchas discusiones, éste VII Concilio
Ecuménico estableció el culto a las imágenes. Al principio lo presidieron
los representantes del papa Adriano, y posteriormente el patriarca Tarancio a pedido de los obispos de Sicilia.
El VII Concilio formuló 22 reglas canónicas y
emitió un "oros" especial, reivindicando y enseñando que la veneración de los santos iconos implica su disposición junto con
la honorabilísima y vivificante cruz del Señor dentro de las iglesias para que los fieles eleven sus mentes y corazones hacia
el Señor Dios, la madre de Dios, y todos los santos en ellos representados.
A pesar de lo dispuesto por este VII Concilio
muchos seguidores de la herejía iconoclasta continuaron perturbando la paz de la iglesia por 25 años más. Recién en el año
842, durante el reinado de la emperatriz Teodora, se logró afirmar definitivamente el culto a los santos iconos, que apoyada
por el abad Teodoro Estudita, reafirmó el culto; reemplazó al patriarca Juan por el ortodoxo Metodio, y estableció la fiesta
conmemorativa del culto a las imágenes que nosotros conocemos como fiesta
de la ortodoxia, que la iglesia universal celebra el primer domingo de la gran cuaresma.
¿Qué es un icono? El icono no es simplemente
un cuadro o un dibujo, sino que es una imagen. Icono es una palabra que proviene del idioma griego "eicon" que simboliza la
presencia y manifiesta la "hipostasis" (sustancia, esencia o naturaleza) de lo que representa. No debe emoción, sino sentido
místico. Un icono no se concibe como la imaginación del iconógrafo, tampoco es un retrato o una foto, sino que se realiza
según las sagradas escrituras y la tradición eclesiástica.
El icono es una imagen conductora: conduce al
prototipo y testifica su presencia para el que lo contempla. Dicen los santos padres que en el icono se reconoce una imagen
que representa la semejanza del prototipo; por ello lleva su nombre. La belleza del icono no está en su estética, sino en
los sentimientos místicos que despierta.
Las diferencias entre la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia Occidental
En el año 1054 se produjo un cisma (separación)
entre las Iglesias Orientales y a Iglesia Occidental. (Formalmente, por la introducción unilateral por la Iglesia Romana,
desde principios del siglo XI, de las palabras "y del Hijo," en latín "Filioque," al Credo de Nicea). De tal manera, durante
el primer milenio del Cristianismo, la Iglesia Occidental (o sea la Iglesia Romana) y las Iglesias Ortodoxas Orientales poseían
exactamente la misma doctrina (enseñanza) sobre los dogmas de fe, casi los mismos ritos y el mismo derecho canónico. Las Iglesias
Ortodoxas no han efectuado desde aquel entonces absolutamente ninguna reforma de estos dogmas y de este derecho canónico y
casi ningún cambio en los ritos. Quiere decir, que las diferencias que existen actualmente entre las Iglesias Ortodoxas y
la Iglesia Romana (y las iglesias Protestantes) se deben a los añadidos, quitas y cambios efectuadas por estas últimas en
sus dogmas, cánones y ritos. A su vez, todo lo que las Iglesias Occidentales conservaron sin cambios en los dogmas, cánones
y ritos sigue siendo similar, como antes, a los dogmas, cánones y ritos de las Iglesias Orientales. De tal manera, los Cristianos
Ortodoxos tienen el mismo Credo de Nicea, original, sin añadidura de las palabras "y del Hijo," al referirse a la procedencia
del Espíritu Santo. Tienen los mismos Siete Sacramentos. El Sacramento de la Confirmación (unción con el Santo Crisma) es
otorgado inmediatamente después del Bautismo. La Santa Comunión se da a los fieles en forma completa: Cuerpo y Sangre de Cristo.
A los niños la Comunión se les da desde que son bautizados, pero la primera Confesión se hace al cumplir siete años. La Iglesia
Ortodoxa considera que el Matrimonio debe durar toda la vida, pero en algunos casos concede el divorcio y permite segundas
nupcias. Los monjes del clero regular (monacal) deben ser célibes, pero los sacerdotes del clero secular (que sirven en las
parroquias) deben estar casados antes de la Ordenación (como antes en Occidente). Para Obispos son ordenados sólo los sacerdotes
del clero regular (monjes).
Los cristianos ortodoxos adoran a Dios en Trinidad
y honran a la Virgen María, Madre de Dios, y a los Santos, pidiendo su intercesión ante Dios. De acuerdo con lo confirmado
por el Séptimo Concilio Ecuménico, celebrado en el año 787 en Constantinopla, honran y veneran las imágenes de Cristo, de
la Virgen María y de los Santos, pero no las adoran ni les sirven, ya que la adoración corresponde únicamente a la naturaleza
Divina. Porque la honra, que se otorga a las imágenes, se eleva al Representado en ella, y el que se inclina ante una imagen
sagrada, se inclina ante la substancia de quien está representado en ella. Pero, para ello, las imágenes sagradas (en griego
"íconos"), deben ser escritos de acuerdo con determinadas reglas y deben cumplir ciertos requisitos. (Los cristianos ortodoxos
dicen que los iconos se "escriben" y no que se pintan. En la antigüedad las imágenes con las escenas del Antiguo y del Nuevo
Testamento eran como libros, para quienes no sabían leer).
La doctrina de la sinfonía establece bajo estas
condiciones una separación entre la iglesia y el estado, pero pretende que dicha separación sea en armonía, en consonancia,
porque ambas instituciones son "dones máximos de Dios" dados a los hombres. Ambas instituciones "proceden de una misma fuente
y sirven a un mismo fin: el beneficio del género humano." Por lo tanto, no se trata ni de una unión total, ni de una separación
total entre la iglesia y el estado, sino de una convivencia fraternal, siempre que ambas partes cumplan con las condiciones
indicadas. Algunos pensadores ortodoxos consideran que el preanuncio de tales relaciones ya fue dado por Moisés, cuando desdobló
su propia jefatura, otorgándole a su hermano Aaron el sumo sacerdocio.
EL DESARROLLO DE LAS IGLESIAS ORTODOXAS:
Las Iglesias Ortodoxas locales en su conjunto
forman "una Iglesia, santa, católica y apostólica," tal como la define el Credo establecido en el Primer Concilio Ecuménico
de Nicea (convocado en el año 325 por el emperador San Constantino el Magno) y en el Segundo Concilio Ecuménico de Constantinopla
(convocado en el año 381 por el emperador de origen español Teodosio el Grande).
Las Iglesias Ortodoxas son católicas (de las
palabras griegas "cat" y "olon" lo que significa "según todos" "de acuerdo con todos") no sólo porque
son universales, sino también porque poseen la "totalidad de la fe," de todos los tiempos y en todos los lugares. También
son apostólicas, porque fueron fundadas por los Santos Apóstoles y conservan ininterrumpidamente la sucesión apostólica.
El cuarto Concilio Ecuménico, celebrado en el
año 451 en Calcedonia, introdujo la denominación "Ortodoxo" (por "recta doctrina" o "recta glorificación"),
para designar a los que aceptan en forma total el Credo de Nicea y de Constantinopla y los Dogmas de los Concilios Ecuménicos,
sin modificaciones, ni agregados, ni quitas. En total hubo siete grandes Concilios Ecuménicos, en los que han participado
todas las Iglesias Cristianas (tanto las Orientales, como la Occidental), el último de ellos en el año 787 en Constantinopla.
De tal manera, las enseñanzas de estos Siete Concilios Ecuménicos, sin agregados, quitas ni reformas, son la doctrina de las
Iglesias, que por ello se llaman (en forma abreviada) Ortodoxas.
En los inicios del Cristianismo existían tres
grandes centros supradiocesanos (regionales o "metropolitanos"), que eran "cabeza" de todas las iglesias episcopales de las
ciudades de su zona de influencia: la Iglesia de Roma, fundada por los apóstoles San Pedro y San Pablo, la Iglesia de Antioquía,
fundada también por el apóstol San Pedro, y la Iglesia de Alejandría, fundada por el apóstol San Marcos. En sus territorios
se reunían desde el siglo 2 concilios (o sínodos) de todos sus obispos. Luego se agregaron Constantinopla y Jerusalén, llegándose,
de tal manera, a la famosa "pentarquía" o sea "el gobierno de los cinco." La Iglesia de Constantinopla fue fundada por el
apóstol San Andrés, cuando el lugar donde luego San Constantino el Magno habría de construir en el año 330 la "nueva Roma,"
se llamaba Bizantion, o Bizancio.
Estas cinco grandes iglesias se llamaban al principio
"Arzobispados" y luego "Patriarcados." Los cinco Patriarcados estaban, desde sus orígenes, en el territorio del Imperio Romano,
hasta el siglo séptimo. Con la división del Imperio Romano por el emperador Teodosio el Grande en el año 395 en dos partes,
oriental y occidental, la Iglesia Romana quedó en la parte occidental y los restantes cuatro Patriarcados quedaron en la parte
oriental, por lo que estos últimos suelen ser llamados también "Iglesias Orientales." En Occidente, el Imperio Romano de Oriente
es llamado desde el siglo 16 "Imperio Bizantino," por el nombre del lugar donde San Constantino construyó la nueva ciudad,
declarada en el año 330 capital del Imperio Romano. Por lo tanto, a veces también se designa a las Iglesias Orientales como
Iglesias "Bizantinas."
Luego, con el correr de la historia, se fueron
sumando nuevas Iglesias Ortodoxas independientes o "autocéfalas": búlgara, serbia, rusa, griega, rumana, etc. Actualmente
existe casi una veintena de iglesias ortodoxas autocéfalas.
LAS IGLESIAS ORIENTALES:
Se distinguen de las Ortodoxas en que, en algún
determinado momento se separaron y no han mantenido íntegra la fe de la Iglesia indivisa.
Las principales son las siguientes:
Iglesia Armenia Gregoriana
En el siglo V los armenios sufrían persecuciones
desencadenadas por los persas, de modo que no pudieron estar presentes en el Cuarto Concilio ecuménico. Hasta el siglo XII
no reconocían a ese Concilio. A partir del siglo XII los armenios comenzaron a respetar la doctrina completa de la Iglesia
ortodoxa, aunque no tuvo lugar la debida unión.
Aunque su teología dogmática es correcta, tienen
ciertas diferencias de rito en comparación con la Iglesia ortodoxa.
Nestorianos
Los nestorianos existen en Asia Menor y en la
costa de Malabar en la India. Conservan ciertos ritos judíos y no veneran los santos iconos. A fines del siglo XIX una parte
de los nestorianos de Urmia (Mesopotamia, o sea, actual Irak) se unió a la iglesia ortodoxa rusa.
Jacobitas: Los Jacobitas son partidarios del monofisitismo.
Ellos viven en Asia Menor.
Coptos: Los coptos son monofisitas. Son aborígenes de Egipto
y tienen su patriarca en El Cairo.
Abisinios: Los abisinios son monofisitas; conservan algunas
tradiciones hebreas e incluyen sagradas danzas durante el divino servicio. Se destacan por su piedad.
Maronitas: Los maronitas son monotelitas (Monofiletismo)
viven mayormente en el Líbano. Se aproximan notablemente a los católicos romanos y hasta reconocen al papa. Adoptaron casi
la totalidad de la doctrina católica romana y todos sus errores.
LA IGLESIA ORTODOXA RUSA
Hace parte de la gran familia de Iglesias Ortodoxas,
en comunión con el Patriarcado de Constantinopla.
En el año 862, los Santos Cirilo y Metodio crearon
un nuevo alfabeto eslavo, a partir del alfabeto griego. Usando este nuevo alfabeto (en principio llamado "glagolitsa" y luego,
un poco reformado, "cirilitsa," o sea "cirílico," ellos tradujeron al eslavo los Evangelios, la Santa Misa y los principales
Oficios de la Iglesia, antes de emprender su misión entre los eslavos, invitados para ello por los gobernantes eslavos de
Moravia (país que se extendía en los territorios actualmente pertenecientes a Chequia, Eslovaquia y Hungría).
Los Santos Cirilo y Metodio eran oriundos de
Tesalónica, ciudad griega con muchos habitantes eslavos. Por lo tanto, ellos hablaban bien desde su niñez el idioma eslavo,
que entonces todavía no se había subdividido definitivamente en las actuales lenguas eslavas: ruso, búlgaro, serbo-croata,
polaco, checo, eslovaco etc. Al traducir al eslavo los Evangelios, la Misa y los demás textos religiosos, los Santos Cirilo
y Metodio debieron crear muchas palabras nuevas, faltantes hasta entonces en el eslavo, utilizando para ello raíces eslavas
y combinándolas a la manera del idioma griego. Así surgió una nueva lengua, llamada eslavo eclesiástico (a veces incorrectamente
denominada "pateo-eslavo" aún hoy utilizada en las Iglesias Ortodoxas eslavas (rusa, serbia, búlgara, etc). Desde el Bautismo
de Rusia en el año 988 este texto eslavo-eclesiástico de la Santa Misa se utilizó siempre, hasta el día de hoy, en la Iglesia
Ortodoxa Rusa.
El estado Ruso fue fundado en el año 862. Su
primera capital fue Novgorod (cerca de la actual San Peterburgo), siendo Riurik su primer príncipe. Su hijo, el príncipe Igor,
se estableció en Kiev, la segunda capital. La esposa del príncipe Igor, la princesa Oiga (oriunda de Pskov, cerca de Novgorod),
se convirtió al cristianismo en Constantinopla, y es la primera Santa de la Iglesia Rusa. El nieto de Igor y de Santa Oiga,
San Vladimiro, bautizó a su pueblo en el año 988, incorporando su estado a la jurisdicción eclesiástica del Patriarcado de
Constantinopla (Bizancio), como provincia eclesiástica número 61 del mismo, otorgando los griegos a la misma el nombre de
"Rusia" (los rusos de aquel entonces se llamaban a si mismos "Rus").
Después de reiteradas destrucciones de Kiev por
los tártaros (que invadieron Rusia en el año 1237), el metropolitano (primado) de la Iglesia Rusa, Cirilo, abandona su sede
en Kiev en el año 1250 y se dirige a Novgorod y luego a la ciudad de Suzdal (cerca de Moscú). En Suzdal preside en el año
1274 un Concilio de la Iglesia Rusa. Sus sucesores trasladan su cátedra a la ciudad de Vladimir en el año 1300, y luego a
Moscú. En el año 1589 la Iglesia Rusa obtiene de los cuatro Patriarcas Orientales su "autocéfala," o sea su independencia
administrativa. Simultáneamente, su primado obtiene el título de "Patriarca
de Moscú y de Todas las Rusias," el quinto por orden de honor.
SANTOS PADRES
Se llaman padres y maestros de la Iglesia aquellos
dirigentes eclesiásticos que se destacaron por su piedad y dones intelectuales, se adelantaron por defender la Iglesia, la
fe y la devoción cristiana con palabra y por medio de sus escritos. La mayoría de ellos, aunque no todos, eran santos y fueron
portadores de la dignidad episcopal.
San Atanasio el Grande, siglo IV
San Atanasio el Grande defendía la fe ortodoxa
de la herejía y tomó parte en el Primer Concilio ecuménico, donde fue aceptada su exposición de la fe. San Atanasio era el
arzobispo de Alejandría. Casi toda su vida padeció por las persecuciones de los herejes. En el transcurso de 50 años, cinco
veces fue expulsado de Alejandría y alrededor de veinte años pasó exiliado y encarcelado.
San Basilio el Grande, siglo IV
San Basilio el Grande, arzobispo de Cesarea de
Capadocia (en Asia Menor) era uno de los más instruidos hombres de su época. Procedía de una familia de santos: su abuela,
madre, hermano y hermana eran santos canonizados de la Iglesia ortodoxa. Después de instruirse, San Basilio adoptó el monaquismo;
recibió el sagrado orden de sacerdocio y luego llegó a la dignidad de arzobispo. La mayor parte de su servicio arzobispal
lo pasó en valiente lucha contra los arrianos, con ayuda de su palabra y sus obras escritas. En efecto, San Basilio dejó tras
si numerosas obras relacionadas con el tópico de la fe y la moralidad, expuso la secuencia de la Liturgia que lleva su nombre
(la cual se oficia 10 veces al año) y compuso numerosas oraciones, incluyendo las oraciones de genuflexión para el día de
Santísima Trinidad.
San Basilio el Grande se destacó por su actividad
filantrópica. Edificó una ciudad entera de asilos para pobres y hospitales. Falleció a la edad de 49 años.
San Juan Damasceno, siglo VII
San Juan Damasceno, vivió en el siglo VII, fue
ministro del califa de Damasco y defendió la Iglesia contra la herejía de los iconoclastas. Aunque por su calumnia fue privado
de un brazo, lo recuperó milagrosamente después de rezar ante el icono de la Santísima Madre de Dios. Como agradecimiento,
compuso el cántico "Por Ti se alegra, llena de gracia, toda la creación." San Juan se retiró al monasterio de San Sabbas
el Santificado en Palestina, donde se desempeñó como un simple monje. Escribió numerosos cánticos (el Octeto y los cánones
para grandes festividades) y la brillante exposición de la fe cristiana.
El talentoso poeta ruso Alexei Tolstoi describió
algunos episodios de su vida en el poema "Juan Damasceno."
San Gregorio el Grande, siglo IV
San Gregorio el Teólogo en el siglo IV se desempeñó
como obispo, llevó vida santa y dejó obras acerca de la fe ortodoxa. También defendió la Iglesia contra los arrianos.
San Nicolás Taumaturgo, siglo IV
San Nicolás el Taumaturgo, Arzobispo de Licia
en el siglo IV glorificado por su protección de los menesterosos y las limosnas para los pobres. Tomó parte en el Primer Concilio
universal, y denunció a Arrio.
San Juan Crisóstomo, siglo IV
San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla
en el siglo IV fue uno de los más capaces apologistas y predicadores de la Iglesia cristiana, lo que le confirió el apodo
de Crisóstomo (Boca de oro). Es particularmente conocida su exégesis de Sagradas Escrituras y la Liturgia denominada en honor
suyo (que se oficia casi durante el año entero) al igual que numerosas oraciones.
Por la reprensión de la ambiciosa emperatriz
Eudoxia fue desterrado al Cáucaso, y falleció en el exilio al oficiar la liturgia ante el santo altar. Sus últimas palabras
fueron: "Gracias a Dios por todo."
Beato Agustín. Beato Jerónimo
De entre otros bien conocidos padres de la antigua
Iglesia particularmente se destaca el Beato Agustín (quien pecó en su juventud, pero se corrigió leyendo la Palabra de Dios
y luego se convirtió en ilustre y santo obispo). Entre sus escritos son muy conocidos: "Las Confesiones" y "La ciudad de Dios."
Así fue también Beato Jerónimo (siglo IV), quien tradujo la Biblia al latín, cuya versión es conocida como vulgata.
EL MONACATO
El monacato proviene de la vida solitaria altamente
cristiana (de la palabra griega "monos" - solo, o de la rusa "ínok" - distinto) con el continuo esfuerzo para llegar a la
perfección espiritual. El monje (o la monja) es la persona que ha rehusado (abnegado) el mundo para dedicarse a la oración
y al cumplimiento de todos los mandamientos evangélicos, incluyendo la obediencia (la negación de su propia voluntad), la
paciencia y la castidad. Por cuanto la meta del monacato en resumen consiste en la imitación de Cristo, los monjes que pudieron
llegar a tal bienaventurado estado se denominan imitadores (de Cristo).
Principio del monacato en el Antiguo Testamento.
Monaquismo en el Nuevo Testamento. Causas del desarrollo del monacato en el siglo IV y siguientes. El alejamiento del mundo
y la vida devota en medio de privaciones ya se elegían por muchos justos del Antiguo Testamento (Hebr. 11:37-38). El monaquismo
cristiano comenzó en la época apostólica. Vida casta tenían la Siempre Doncella María, San Juan el Precursor, los apóstoles
Pablo, Juan, Santiago y muchos otros. Los monasterios, masculinos y femeninos, son conocidos en la historia ya a partir de
los siglos II y III, aunque la información más detallada acerca de su vida está perdida. Un desarrollo particular adquirió
el monacato en el siglo IV y los siguientes, ya que en esa época los cristianos no estaban amenazados por torturas y la muerte.
El cristianismo se hizo universal, ya no se precisaba la valentía de antaño y adoptaron el cristianismo numerosos gentiles.
Simultáneamente se debilitó la piedad. Entonces un número considerable de cristianos devotos empezaron a abandonar este mundo
pecador de acuerdo con el consejo del Apóstol: "Salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor; y no toquéis cosa inmunda,
y Yo os recibiré y seré vuestro Padre, y vosotros seréis mis hijos y mis hijas, dice el Señor todopoderoso" (2 Cor. 6:17-18;
Isaías 52:11; Jer. 3:19; Os. 1:10).
El monacato puede tener formas diferentes: Congregación:
Congregación que comprende la vida en común de los monjes, que poseen el servicio divino compartido, la reflexión en común,
la idéntica obediencia al abate (igúmeno) y trabajo comunitario.
Silencio, Skit, eremita, reclusión. Anacoretas
y ascetas. El silencio mancomunado caracteriza la vida cenobita de cierto número limitado de monjes que no tienen propiedad
privada y llevan a cabo en sus celdas el individual servicio divino, pero los sábados y domingos se reúnen en una iglesia.
El monasterio dispuesto de esta manera se denomina Skit o cenobio.
La vida eremítica es la vida recluida del monje.
Existen ermitaños: los anacoretas tienen vida solitaria viviendo en una celda monástica y los moradores del desierto tienen
una vida apartada en un yermo.
Abstención: ascetas. El monacato adquirió formas
bien organizadas en el tiempo de San Antonio el Grande, San Pacomio y San Basilio en el siglo IV.
San Antonio el Grande. Escritos de San Antonio
el Grande. San Antonio el Grande nació en familia de padres ricos. Teniendo 18 años de edad, cuando se quedó solo con su hermana,
escuchó en la iglesia las palabras de Cristo: "Si quieres ser perfecto, vende tu hacienda, dale la plata a los pobres y sígueme"
(Mat. 19:21), acto seguido entregó a los pobres su herencia, dedicó su hermana a las vírgenes cristianas y comenzó su hazaña
de monacato. Al principio vivió solo en el desierto dedicándose a la oración, los ayunos, los trabajos físicos y a la lucha
contra pensamientos pecaminosos y vanos, y contra los demonios. A los 20 años empezaron a acompañarlo discípulos y se convirtió
en maestro para muchos moradores del desierto. En un yermo muy lejano encontró a San Pablo de Tebas, quien permaneció allí
90 años. El Santo recibía allá el alimento milagrosamente por medio de un cuervo. San Antonio vivió en el desierto más de
80 años convirtiéndose en un gran maestro para los monjes y todos los cristianos. Hasta nosotros llegaron sus sermones y el
estatuto de la vida ermitaña.
Ermitas, cenobitas y lauras. San Antonio perfeccionó
el monacato de silencio (de anacoretas). Los monjes de esta clase se desempeñaban en los cenobios (skites). Varios cenobios
unidos bajo poder de un solo abad (abba) adquirieron el nombre de Laura.
San Antonio el Grande falleció a mediados del
siglo IV a la edad de 106 años.
Monacato cenobita. San Pacomio el Grande. El
monacato cenobita (los monasterios) adquirió su aspecto actual en el tiempo de San Pacomio el Grande. Siendo gentil instruido,
admiró la piedad de los cristianos a los cuales pudo conocer cumpliendo con el servicio militar. Se bautizó y se apartó al
desierto. Allí, sobre las orillas del Nilo, fundó varios monasterios, en los cuales fueron enclaustrados 7.000 monjes. Sobre
el otro lado del Nilo fundó un monasterio de monjas, cuya primera abadesa fue su hermana.
Los monasterios se dirigían de acuerdo con un
reglamento, cuya base constituían: La oración, el ayuno, la castidad, la humildad, la negación de todo lo terreno y la absoluta
obediencia. Todos los monjes rezaban en conjunto, trabajaban y comían una vez por día o dos veces en los días festivos. Cada
uno de ellos apuntaba sus pecados y los confesaba a menudo. Todos tenían obligación de estudiar sagrados libros.
Pasados 100 años después de la muerte de San
Pacomio el Grande, el número de los monjes en sus monasterios creció hasta 70000.
Monasterios de Nitra. Monacato en Palestina,
Asia Menor y Grecia. En otra parte de Egipto, el desierto de Nitra, el abba Amón, discípulo de San Antonio el Grande,
fundó su monasterio. En el mismo desierto pronto surgieron hasta 50 monasterios con un total de 5.000 monjes. Otro discípulo
de San Antonio, Hilaron, fundó monasterios en Palestina. En Asia Menor los monasterios fueron organizados por San Basilio
el Grande, quien había redactado para ellos su reglamento, el cual es válido hasta la actualidad. En Grecia el monacato se
desarrolló de un modo particular en la península Athos (el Santo Monte), donde aún hoy en día existen varias decenas de cenobios
y 20 monasterios. De ahí el mismo transitó a Rusia.
Columnismo y necedad en Cristo. Además de la
vida eremítica y cenobítica se conocen otras dos formas de hazañas piadosas: el Columnismo (practicado por ilustre Simeón
de la Columna en el siglo V, y otros), o sea la plegaria ininterrumpida sobre una columna o torre, y la locura en Cristo.
Los supuestos locos fingían ser desprovistos de razón con el fin de ocultar de esta manera su santidad y evitar alabanzas
que conducirían a la vana gloria. De entre ellos se destaca particularmente San Andrés el loco por Cristo quien fue honrado
por la visita de la Santísima Madre de Dios, lo que se recuerda en el día de la fiesta del Manto de la Santísima Madre de
Dios, mientras que entre los locos en Cristo rusos se destacó el santo Basilio el Beato.
Monacato en el Occidente. Desde el Oriente el
monacato se difundió hacia el Occidente. San Benito de Nursia (siglo VI) fundó monacato estudioso.
Importancia del monacato. El monacato tuvo gran
importancia a lo largo de toda la historia eclesiástica. Los monasterios servían al prójimo y eran centros y ejemplos de piedad,
fe inalterada (defensores contra las herejías), filantropía e instrucción. Por consiguiente, ya desde las más remotas épocas
se estableció la tradición de ascender a la máxima dignidad del episcopado de entre los monjes.
DIRECCIÓN ECLESIÁSTICA
Jerarquía eclesiástica. El propio Señor Jesucristo
estableció la jerarquía de la Iglesia o la "jefatura sagrada." Al principio predominaba el primado de los Apóstoles, quienes
ejecutaban los sacramentos y enseñaban. Más tarde los Apóstoles consagraban a los diáconos, presbíteros y obispos. A éstos
últimos confirieron sus obligaciones, o sea, el supremo derecho de enseñanza y la dirección de la Iglesia.
Metropolitanos. Ya en la época apostólica fue
establecido el poder de los metropolitanos.
La organización de la Iglesia se conformaba con
la organización del estado. En los centros principales del mismo se formaban los centros de la Iglesia, conocidos como Patriarcados.
En la antigüedad existían 5 Patriarcados, a saber: de Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén. Todos ellos
tenían derechos iguales. Más tarde en nuevas naciones ortodoxas surgieron Patriarcados: Ruso, Serbio, Búlgaro y Rumano.
Todos los obispos se llamaban en la antigüedad
papas (padres). Este título se ha conservado hasta nuestros días en el caso del patriarca de Alejandría.
REIVINDICACIONES DE LOS PAPAS DE ROMA POR EL PRIMADO
Las pretensiones de los papas de Roma por el
primado eclesiástico comenzaron ya en los primeros años del cristianismo. Como motivo para esta actitud sirvió la fama de
Roma como capital del Imperio Romano y la extraordinaria difusión del Patriarcado de Roma. A partir del siglo VI los reyes
del Occidente con el fin de obtener el apoyo de los papas les entregaban en posesión sus comarcas. A partir del siglo IX los
papas empezaron a coronar a los reyes y aspiraban de ser también amos seglares.
Para justificar las ambiciones de los papas,
en la edad media fueron compuestas las llamadas Decretalias (decretales) falsas de Isidoro, en las cuales figuraban los textos
espurios que trataban de convencer que a partir del siglo I el supremo poder eclesiástico siempre perteneció al papa de Roma.
Además, los latinos establecieron nuevos errores:
la introducción obligatoria del celibato del clero, el permiso de comer alimentos lácteos y huevos durante los períodos de
ayuno que se altera de esta manera, mientras que proclamaron el día sábado de abstinencia y añadieron al octavo término del
Símbolo de la fe ("Credo") las palabras: Procedente del Padre y el Hijo (filioque).
SEPARACIÓN DE LA IGLESIA OCCIDENTAL DE LA ORTODOXA
CATÓLICA
Las causas de la separación de la Iglesia Occidental
de la ortodoxa eran las ambiciones de papas y su desvío de la fe ortodoxa.
La separación de la Iglesia Occidental se prolongó durante dos siglos con relación a las siguientes circunstancias:
a) Problema de los patriarcas Ignacio y San Focio.
En la segunda mitad del siglo IX en Constantinopla fue destituido ilegalmente el patriarca Ignacio eligiendo en su lugar a
San Focio (mem. 6 de febrero). La opinión de los habitantes de Constantinopla se dividió. Para solucionar la discusión, fue
convocado en Constantinopla un concilio (861) al cual fue invitado también el papa Nicolás I, quien a su vez envió sus delegados.
El concilio confirmó la elección del patriarca San Focio y los legados papales confirmaron esta decisión. Sin embargo, Nicolás
condenó a sus delegados y rechazó el fallo del concilio elevando de esta
manera su poder individual por encima de la resolución conciliar.
b) Discusiones acerca de la Iglesia Búlgara.
En aquella época surgieron discusiones entre las cátedras de Roma y Constantinopla relacionadas con la cuestión de la Iglesia
de Bulgaria que pertenecía antaño a la cátedra romana, pero ya en el tiempo del emperador Juliano fue transferida al patriarca
de Constantinopla. Los papas convencieron a los búlgaros de que la subordinación eclesiástica a Constantinopla podía resultar
en la dependencia política de los griegos. Por consiguiente, el zar (rey) búlgaro Boris cortó sus relaciones con Constantinopla
e invitó a los misioneros latinos.
Acto seguido el santo patriarca Focio en sus
epístolas dirigidas a otros patriarcas denunció las ilegales pretensiones de los papas y su apartamiento de la fe ortodoxa.
Para discutir esta cuestión, fue convocado un concilio en Constantinopla (867), el cual rechazó las pretensiones de los papas
y el desvío de la Iglesia Occidental. Sin embargo, la comunicación oratoria entre ambas Iglesias continuaba normalmente. Al
mismo tiempo los latinos comenzaron a considerar al patriarca San Focio enemigo de ellos, y lo excomulgaron.
c) Separación de las iglesias. La separación
final de la Iglesia Occidental tuvo lugar en el siglo XI. Tomando en cuenta nuevos desvíos además de los manifestados anteriormente
(el uso del pan ázimo durante la liturgia en vez del fermentado), el patriarca de Constantinopla Miguel Cerulario denunció
las innovaciones. Comenzaron sendas relaciones entre las Iglesias de Roma y Constantinopla. Los legados del papa (León IX),
sin cifrar esperanza alguna en las discusiones, compusieron el acta de excomunión del patriarca y de toda la Iglesia Oriental,
y al celebrar el servicio divino, la colocaron sobre el altar de la catedral de Santa Sofía en el año 1054. A su vez el patriarca
Miguel Cerulario convocó en Constantinopla un concilio que excomulgó a dichos delegados de la Iglesia. Desde este momento
la Iglesia Occidental se apartó definitivamente de la Ortodoxa.
El alejamiento del espíritu cristiano por los
latinos. El alejamiento de los católicos romanos puede subdividirse en dos categorías: el alejamiento del espíritu cristiano
por un lado, y el orgullo y las ambiciones por el otro, las cuales se introdujeron en la iglesia por intermedio de los papas
cuando éstos se atribuyeron la infalibilidad en cuestiones de fe y buscaron con ansiedad el poder temporal. Se destaca la
amistad con el comunismo.
Dogmas de la fe. Desviaciones de los dogmas de
la fe: 1) Filioque. 2) Doctrina del primado papal. 3) Doctrina de infalibilidad papal en cuestiones de fe (1870). 4) Doctrina
sobre la indulgencia. 5) Doctrina del purgatorio. 6) Doctrina de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios, que no tiene
pecado ancestral (1854).
Nota: Los cristianos ortodoxos no deben confundir
esta realización del efecto del pecado ancestral con la enseñanza sectaria acerca del "pecado original." No hay doctrina de
"pecado original" en la Santa Iglesia, pues no es posible heredar el "delito" de Adán. En ningún lugar lo mencionan los Santos
Padres, sino que se refieren al "pecado ancestral," que produjo no un delito, sino una enfermedad hereditaria, es decir: la
inclinación a pecar, estado del hombre de separación de Dios, etc.
Dirección eclesiástica. Desviaciones
en la dirección eclesiástica: 1) Celibato del clero. 2) Establecimiento de la dignidad de cardenales, desconocida en la antigüedad y, debido a esta innovación, la alteración de
los tres grados de la jerarquía sagrada.
Ritos y costumbres. Desviaciones en los ritos
y costumbres: 1) Bautismo por ablución en lugar de inmersión. 2) Confirmación de los adultos sólo por un obispo. 3) El uso
del pan ázimo (hostias) en la liturgia en lugar del fermentado. 4) Comunión de los laicos sólo bajo una especie: pan. 5) Deterioro
del ayuno al permitir el uso de leche, huevos y hasta carne. 6) Empleo de instrumentos musicales (órgano) durante el divino
oficio. 7) Bancos para estar sentados en la iglesia. 8) Realización del oficio divino en idioma latín, el uso de las campanillas,
etc.
Acerca del primado del papa de Roma. Las palabras
de Cristo: "Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mat. 16:18) fueron explicadas por 85 Padres y Maestros de la Iglesia.
44 de ellos dicen que la palabra "piedra" denota la fe de Pedro; 16 enseñan que la palabra "piedra" significa Salvador; 8
aseguran que la palabra "piedra" abarca a todos los apóstoles, de modo que 68 Santos padres no creen que la palabra "piedra"
se refiera a Pedro. Solamente 17 exégetas antiguos relacionan la palabra "piedra" con Pedro; pero nadie interpreta, como enseñan
los latinos, que el Apóstol Pedro es un exclusivo lugarteniente de Cristo (vicario) sobre la tierra.