El primero de mayo, el arzobispo envió un mensaje a toda la Arquidiócesis, convocando jornadas continuas de oración y ayuno, para implorar al Señor que se termine la situación en la que se ha visto sumida el mundo.

La oración se dirige al Señor para pedir la intervención divina, de tal manera que la vida de fe y la vida de todos los ciudadanos pueda volver a la normalidad.

También se trata de implorar que se restablezcan los vínculos de confianza, de solidaridad y de generosidad entre todos los seres humanos, los cuales por el pánico que se ha creado, han tendido a irse deteriorando sensiblemente.

Transmitiremos el texto completo, así como las fotos de los mensajes del arzobispo.

“LA ORACIÓN FERVOROSA DEL JUSTO TIENE MUCHO PODER”
(Stg 5:16)

INVITACIÓN A EMPRENDER, DESDE EL DOMINGO 3 DE MAYO, JORNADAS ININTERRUMPIDAS DE ORACIÓN Y AYUNO

A los queridos presbíteros, diáconos, seminaristas y fieles
de la Arquidiócesis de Centroamérica

Amados hermanos en Jesucristo, el Señor resucitado:

Paz y bendición de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor resucitado, con todos ustedes.

Nos encontramos ante situaciones muy difíciles y, aparentemente inexplicables. Se está sufriendo tremendamente, no solo por la pandemia del Covid 19, sino por otra serie de cuestiones que nos están afectando a todos.
La imposibilidad de generar los recursos económicos para satisfacer necesidades fundamentales, está provocando hambre, desesperación y un alza en la delincuencia; la situación de pánico que ha invadido las comunidades rurales, ha llevado a romper con la solidaridad y a atrincherarse, para protegerse de los demás, pues prácticamente cada prójimo se ha convertido en una amenaza de alto riesgo, ante quien hay que defenderse; y, a estos, se unen muchos otros males, que están afectando directamente el tejido social y la convivencia pacífica. Sin embargo, quizás algo de lo que más nos afecta es la prohibición de que se puedan abrir los lugares de culto, en los cuales, perfectamente se podrían guardar todas las precauciones, como el uso de mascarillas y el distanciamiento social; y a donde, normalmente, acuden personas que son del área, se conocen y mantienen contacto, porque se considera que se trataría de algo riesgoso e innecesario.
Es inaudito ver cómo se permiten las grandes concentraciones de personas en los mercados, especialmente en lugares como la Terminal de la zona 4 y la Central de Mayoreo de la ciudad de Guatemala, o se hacen colas en los bancos y en otros lugares, sin guardar ningún tipo de distanciamiento social. Se abren supermercados, farmacias, bancos, oficinas de telefonía y otra multiplicidad de negocios, porque se consideran de primera necesidad. Mientras que, los templos se mantienen cerrados, porque se consideran como algo innecesario. Para quienes están detrás de estas políticas, que tienen alcance mundial, el ir a la iglesia, no es diferente del ir al cine o a un estadio. Consideran que es un pasatiempo, una forma de encontrar serenidad: a alguien le puede gustar encontrar esa serenidad divirtiéndose, recurriendo a cualquier tipo de estupefaciente o yendo a una iglesia. Así que, para ellos, se trata de una cosa totalmente superflua que, a quien le interesa, le debería dar lo mismo seguir las ceremonias por la televisión o las redes sociales.
Desgraciadamente, detrás de esta valoración de la religión y de la práctica religiosa, existe una conspiración mundial, que responde a una visión materialista y antirreligiosa, empeñada en impulsar una fraternidad mundial, en la que la tolerancia y la aceptación de todo lo que cada quien quiera hacer es permisible, sin ningún otro límite o criterio más que, el no causar físicamente daño al otro. Ante la situación de la pandemia, esta ideología ha visto una preciosa oportunidad para impulsar su agenda y su conspiración mundial, haciendo ver toda la serie de prohibiciones en materia religiosa, como un acto de caridad y solidaridad en favor de los demás. Y, desgraciadamente, muchos líderes religiosos, sin percibir lo que está detrás de esta mentalidad, o siendo cómplices de ella, han protegido e impulsado esta agenda.
Para quien cree y tiene fe, sabemos que la posibilidad de participar en la iglesia y en la vida sacramental, es algo incluso más importante que sentarse a la mesa a comer. También sabemos que nuestra fe no se puede alimentar viendo espectáculos religiosos, sino tiene necesidad de la vida eclesial, de la participación sacramental y del apoyo de la comunidad. Para nosotros, ver servicios religiosos desde la televisión o las redes sociales, es como ver un banquete de comida deliciosa en la televisión. En lugar de saciar el hambre hace que se tenga aún más.
Además, desde el punto de vista legal, se trata de la conculcación de uno de los derechos fundamentales de la persona humana, como es el de la libertad de expresión y práctica religiosa. Ningún estado de calamidad, por grave que sea, justifica que se suspenda el ejercicio de uno de los derechos fundamentales de la persona.
Naturalmente, eso no quiere decir, que se caiga en la irresponsabilidad e imprudencia, sino que, guardando todas las precauciones del caso, como serían, por ejemplo, el limitar las reuniones de culto a los miembros de las comunidades locales, sin tener invitados, el uso de mascarillas e, incluso, el mantener un cierto distanciamiento social, es urgente que se restablezca la posibilidad de ejercer este derecho que, para quien tiene fe, definitivamente, es una necesidad aún más urgente y apremiante que el alimento, el dinero o las comunicaciones sociales, en este tiempo de sufrimiento, de desesperación y de problemas.

“ESTA CLASE DE DEMONIOS SÓLO SE PUEDE EXPULSAR CON LA ORACIÓN Y EL AYUNO"
(Mat 17:21)

Dado que, como hemos explicado, estamos convencidos de que se trata de una conspiración mundial que va en contra de los principios fundantes de nuestra fe, no podemos pensar en otra cosa más, que se trata de un nuevo ardid del demonio que, como siempre lo hace, “viene disfrazado de oveja, pero por dentro es lobo feroz.” (Mat 7:15)
Por eso, ante esta situación, quiero hacerles un llamado a todos para que, dentro del estricto respeto de las normas que rigen actualmente, aunque nos parezcan desproporcionadas y fruto de una conspiración mundial contra las raíces mismas de las diferentes religiones, para impulsar el desarrollo de una religión virtual y de una fraternidad universal, emprendamos, desde el domingo y, hasta que el Señor escuche nuestro clamor, jornadas, lo más frecuente que se pueda, de oración y ayuno.
Pidamos insistentemente al Señor, que, cuanto antes, las autoridades competentes, comprendan que, para quienes tenemos fe, la posibilidad de reunirnos en el templo y de participar activamente en la vida sacramental, con las debidas precauciones y respetando todas las directrices que se nos den, es una necesidad más fundamental y urgente que ir al mercado, al banco o a cualquier otra dependencia o negocio. Y también que comprendan que, ninguna situación, por grave que sea, legitima la conculcación total de la posibilidad de ejercicio de un derecho fundamental que, por su naturaleza misma, no es algo privado sino comunitario y concreto.
También pidamos al Señor que el pánico que se ha generado en las comunidades se transforme en una confianza en el Señor y que, aún manteniendo las precauciones del caso, dejemos de ver en el prójimo una amenaza de contagio y veamos el rostro mismo del Señor resucitado, que nos pide apertura, solidaridad y amor profundo. Que el Señor permita que las comunidades y los caminos que están cerrados, se abran muy pronto y que el pánico, propio de los que no tienen fe, se convierta en confianza, porque, todos unidos, ponemos nuestro corazón en el Señor, pues: “El Señor es mi poderoso protector; en él confié plenamente, y él me ayudó. Mi corazón está alegre; cantaré y daré gracias al Señor.” (Sal 28:7)
Finalmente, les pido que incluyamos en nuestra oración, tanto a los retornados, como a las comunidades a las que pertenecen. En los últimos tiempos, hemos visto escenas de rechazo y maltrato, que ni siquiera se da a los animales. Es muy triste darse cuenta que, cuando estos hermanos tenían trabajo y enviaban remesas y donaciones para diversos proyectos religiosos o comunitarios, se les exaltaba y, ahora, que regresan pobres y en situaciones deplorables, se les rechaza. Es cierto, que todos, antes de incorporarse a las comunidades, tienen que pasar por una cuarentena, para evitar que contagien a cualquiera si, desafortunadamente, ellos lo están. Sin embargo, si el gobierno no les provee los medios para hacer esta cuarentena, es obligación de las comunidades, si realmente son cristianas, tenderles la mano y ofrecerles la posibilidad de que puedan pasar dignamente este tiempo de aislamiento. No nos olvidemos de las palabras del Señor: “El Rey dirá a los que estén a su izquierda: ‘Apártense de mí, los que merecieron la condenación; váyanse al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Pues tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; anduve como forastero, y no me dieron alojamiento; sin ropa, y no me la dieron; estuve enfermo, y en la cárcel, y no vinieron a visitarme.’ Entonces ellos le preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o como forastero, o falto de ropa, o enfermo, o en la cárcel, y no te ayudamos?’ El Rey les contestará: ‘Les aseguro que todo lo que no hicieron por una de estas personas más humildes, tampoco por mí lo hicieron.’ Esos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.” (Mat 25:41-46)
Les suplico que todos acojamos con seriedad este llamado y que no cesemos, en la oración y el ayuno, hasta que el Señor escuche nuestro clamor. Con mi bendición pastoral.

Mor Santiago Eduardo Aguirre Oestmann
Arzobispo de Centroamérica

El dos de mayo, el arzobispo informó, a través de las redes sociales, informó que, a partir del tres de mayo, se restablecerán las transmisiones de actividades desde el Seminario Santa María del Nuevo Éxodo, para orar ante la situación en la que nos encontramos a nivel mundial.

A continuación publicaremos el texto de la publicación.

VOLVEMOS CON LAS TRANSMISIONES DESDE EL SEMINARIO.

A PARTIR DE MAÑANA 3 DE MAYO, EN CONSONANCIA CON EL LLAMADO A LA ORACIÓN Y EL AYUNO QUE HEMOS HECHO, VOLVEREMOS CON LAS TRANSMISIONES.
EL HORARIO DE MAÑANA 3, HASTA EL 24 DE MAYO, SI DIOS NOS LO PERMITE, SERÁ EL SIGUIENTE:

DOMINGO: 18.30: SANTA MISA
MARTES 18.30: SANTA MISA
MIÉRCOLES: 18.30 ADORACIÓN Y FORMACIÓN
JUEVES 18:30 DIVINA LITURGIA.

LES INVITAMOS A UNIRSE, AUNQUE SEA POR ESTE MEDIO, A LA ORACIÓN QUE HEMOS EMPRENDIDO, PARA PEDIR AL SEÑOR EL FINAL DE LOS PROBLEMAS QUE TENEMOS Y EL RETORNO A LA NORMALIDAD.
BENDICIONES PARA TODOS.

El domingo 3, por la noche, en el que se celebraba el cuarto domingo de Pascua, conocido como el domingo del Buen Pastor, el arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia, la cual fue transmitida a través de las redes sociales.

En la homilía, el arzobispo hizo énfasis en que la experiencia del Señor resucitado hizo que los primeros cristianos tuvieran una profunda transformación de sus vidas y se convirtieran en testigos del Evangelio.

Ahora, el arzobispo invitó a todos a ponerse en oración y ayuno continuados, para pedir al Señor su intervención, para que cese la situación dramática en la que se encuentra el mundo.

El martes 5 de mayo, con la participación de los padre formadores y de todos los seminaristas, el arzobispo presidió la solemne liturgia, en la cual se oró para que el Señor intervenga y el mundo encuentre una salida al tunel en el que se encuentra.

Durante la homilía, el arzobispo comenzó explicando cuáles son las actitudes que se deben asumir para poder entrar por la puerta del Señor y dejarse transformar por su presencia gloriosa.

También a la luz de la primera lectura, explicó cómo fue que se organizó la iglesia de Antioquía y de cómo fue como se les dio a sus miembros el nombre de cristianos, ante el surgir de algo totalmente nuevo, como fue la catolicidad de la Iglesia.

El arzobispo instó a los hermanos a seguir en jornadas de oración y ayuno, hasta que el Señor escuche el clamor de su pueblo y se logre salir de la situación en la que nos encontramos.

El miércoles por la noche, el arzobispo presidió la solemne celebración de las Vísperas, con adoración al Santísimo Sacramento, en el Seminario Santa María del Nuevo Éxodo, de San Lucas Sacatepéquez.

La celebración fue transmitida por la redes sociales, con la finalidad de invitar a los hermanos que se pudieran conectar, a participar en las jornadas de oración y ayuno.

Durante la formación, que tardó 30 minutos, el arzobispo abordó el tema de la oración. Enfatizó que la oración que Dios escucha es aquella que nace del corazón de quien está dispuesto a ponerse totalmente en las manos de dios y cumplir su voluntad. Para ello, es necesario renunciar a todos los miedos, intereses y proyectos, para hacer de la fortaleza de Dios, la voluntad de Dios y el plan de Dios, lo propio para la vida.

El arzobispo animó a los hermanos a unirse, con esta actitud, como ofrenda viva al Señor, para que nuestro clamor se escuchado y el Señor manifieste su poder en la situación en la que nos encontramos actualmente.

El jueves por la noche, en el seminario Santa María del Nuevo Éxodo, de San Lucas Sacatepéquez, se celebró la divina liturgia de Santiago, en la participación de los padres formadores y de los seminaristas.

La celebración se enmarca dentro de las jornadas ininterrumpidas de oración y ayuno, para que se termine la situación de dificultad en la que se encuentra el mundo.

Durante la homilía, el arzobispo explicó cuál había sido la causa por la que los contemporáneos de Jesús le habían rechazado, explicando que se trataba de que hacían una interpretación literal del texto bíblico.

Por el contrario, los apóstoles dieron el testimonio que dieron, porque iban del encuentro con el Señor resucitado y, esa perspectiva es la que les permitía encontrar en la Escritura muchas cosas que, de por sí no eran evidentes.

El domingo 10 de mayo, por la noche, en el seminario Santa María del Nuevo Éxodo, de San Lucas Sacatepéquez, el arzobispo presidió la celebración de la Divina Liturgia, con la participación de los padres formadores y de todos los seminaristas.

La celebración se enmarcó en torno a las jornadas de oración y ayuno que se han emprendido en toda la Arquidiócesis. Sin embargo, por ser el día de las Madres. la Divina Liturgia se centró, especialmente en orar por ellas y pedir sobre todas las madres, vivas y difuntas, la bendición abundante del Señor.

Durante la homilía, el arzobispo hizo énfasis en que la promesa de la vida eterna que hace el Señor, se cumple, inicialmente cuando, por la vida sacramental, cada creyente se convierte en templo vivo de la Santísima Trinidad. Es este el fundamento del sacerdocio bautismal y de la dignidad de cada creyente.

Igualmente, el arzobispo hizo énfasis en que todos los misterios en la iglesia o en la vida de los fieles, deben provenir del don específico que Dios da a cada fiel y, por lo mismo, se deben ejercer con la misma actitud de servicio y de humildad del Señor.

El martes por la noche, en el Seminario Santa María del Nuevo Éxodo de San Lucas Sacatepéquez, con la participación de los padres formadores y de todos los seminaristas, el arzobispo presidió la celebración de la Divina Liturgia.

En la homilía, el arzobispo habló acerca de la paz que el Señor da a quienes confían en Él y de cómo el mal trata de dominar el mundo, pero el que confía en Cristo, junto a Él ya lo ha derrotado.

Animó a los hermanos a seguir en oración intensa y en ayuno, para que la gloria del Señor se manifieste y el mundo pueda salir del tunel de oscuridad en el que se le mantiene.

El miércoles por la tarde, el arzobispo presidió la solemne celebración de las vísperas, en el seminario Santa María del Nuevo Éxodo de San Lucas Sacatepéquez.

La celebración fue transmitida a través de las redes sociales, para tratar de alcanzar a los miles de hermanos que se encuentran sin la posibilida de participar en los templos.

Aparte de la oración, el arzobispo impartió una formación sobre la Virgen María, como madre de la nueva creación y modelo de la actitud que hace que el Señor escuche la oración y que, a pesar de ser pequeños y débiles, cumpla las promesas de salvación, para beneficio de todas la humanidad.

El jueves 14 de mayo, solemnidad del apóstol San Matías, el arzobispo presidió la celebración de la Divina Liturgia de Santiago, con la participación de los padres formadores y de los seminaristas, en el seminario Santa María del Nuevo Éxodo, de San Lucas Sacatepéquez.

Durante la homilía, el arzobispo, a la luz de las lecturas, explicó cómo era el sentido de organización de la iglesia apostólica, para garantizar que fuera el mismo Cristo, a través del Espíritu Santo, el que la fuera dirigiendo.

El arzobispo también hizo énfasis en que lo que es indispensable para poder ejercer cualquier ministerio en la iglesia, es que se haya tenido, al igual que los apóstoles, la experiencia del encuentro con el Señor resucitado.

Finalmente, el arzobispo invitó a los hermanos a tratar de aprovechar este tiempo, para profundizar en la relación con el Señor resucitado y prepararse para ser testigos del Evangelio.

El domingo 17, por la noche, sexto domingo de Pascua, el arzobispo presidió la celebración de la Divina Liturgia en el Seminario de San Lucas Sacatepéquez.

Concelebraron los Padres formadores y participaron todos los seminaristas. La liturgia fue transmitida por la redes sociales y la misma ha alcanzado a varios miles de personas.

Durante la homilía, el arzobispo enfatizó que lo que distingue al cristiano, que participa de la fe y de la iglesia apostólica es que, por la efusión del Espíritu Santo, reconoce la presencia del Señor resucitado en su vida y es capaz de afrontar todas las dificultades que se le van presentando, con paciencia y esperanza.

También se oró intensamente por todas las personas que sufren y, muy especialmente, por las autoridades civiles de los diferentes países, para que, iluminados por el Espíritu Santo, se comprometan en restablecer la libertad fundamental y en buscar el bienestar integral de todas las personas.

El martes 19, por la noche, Mor Santiago Eduardo Aguirre, presidió la celebración de la Divina Liturgia en el seminario Santa María del Nuevo Éxodo, de San Lucas Sacatepéquez, con la participación de los padres formadores y de todos los seminaristas.

En la Divina Liturgia, se oró especialmente, por lo que sufren física y espiritualmente, como resultado de la pandemia que azota a toda la humanidad actualmente.

El arzobispo explicó que, para quienes se han encontrado con Cristo, se han roto las cadenas a las que puede someter el mundo, como resultado de las dificultades y se entra en la dimensión de la libertad profunda, por lo que nada ni nadie puede apartar del amor de Cristo ni de la experiencia de profunda libertad.

El arzobispo invitó a los hermanos a orar, especialmente, para pedir para sí, para la arquidiócesis, para la santa iglesia y para toda la humanidad, precisamente esa gracia de vivir en Cristo, animados por su Espíritu Santo, para poder gozar de la libertad interior y de la paz que nadie ni nada puede arrebatar.

El miércoles 20, por la noche, en el seminario Santa María del Nuevo Éxodo, de San Lucas Sacatepéquez, se celebró la adoración al Santísimo Sacramento, con el canto solemne de las vísperas.

Fue presidido por el arzobispo, Mor Santiago Eduardo y participaron los formadores y todos los seminaristas del Seminario.

Durante la formación que impartió el arzobispo habló acerca del sentido de la salvación que el Señor nos trae. Hizo énfasis en que la salvación no es algo que está reservado simplemente al futuro o a una vida eterna, más allá de este mundo. La fe en la encarnación consiste precisamente en que la vida eterna ha llegado hasta nosotros y que, por la fe, recibimos el Espíritu Santo y somos ya partícipes de la salvación y de la vida eterna.

Se dedicó también tiempo para la oración, especialmente por los enfermos, tanto física como espiritualmente y por el descanso eterno de los difuntos.

El jueves 21, por la mañana, el arzobispo tuvo un encuentro académico con los alumnos del noveno semestre del Seminario Santa María del Nuevo Éxodo, de San Lucas Sacatepéquez, con la participación del Padre José Ramón.

El encuentro se dio en torno al curso que ellos estudian actualmente y que tendía a conocer cómo fue el proceso de transición que llevó hasta la situación eclesial en la que se encuentra la Arquidiócesis actualmente.

Los alumnos tuvieron la oportunidad de presentar las preguntas que les parecieron oportunas y el arzobispo narró a grandes rasgos las etapas que sucedieron desde la situación en la que se encontraba hace unos 20 años, hasta la situación en la que el Señor ha querido ubicarnos actualmente.

El jueves por la noche, Mor Santiago Eduardo presidió la celebración de la Divina Liturgia de Santiago, la cual fue ofrecida para implorar al Señor la sanidad de algunos hermanos que se encuentran enfermos, así como la superación de la crisis que se vive actualmente, ante las situación creada por la pandemia.

En la homilía, el arzobispo explicó cómo se da el proceso por el cual el cristiano pasa de estar sujeto a las diferentes situaciones del mundo, a participar de la alegría que el Señor puede dar.

También recordó que el anuncio del Evangelio es un compromiso del que todos participamos, y que, especialmente, en la situación de crisis en la que vivimos actualmente, es importante abrirse al Señor, para recibir de Él el don de su presencia transformadora, que permite encontrar la alegría que viene de Él, en medio de todos los desafíos y dificultades que toca afrontar.

El domingo 24, fecha en la que en nuestra Arquidiócesis de celebra la solemnidad de la Ascensión del Señor, el arzobispo presidió la Divina Liturgia en el seminario, con la participación de los formadores y de los seminaristas, en el Seminario Santa María del Nuevo Éxodo de San Lucas Sacatepéquez.

La celebración fue transmitida a través de las redes sociales y algunas de las radios de nuestras parroquias se enlazaron, por lo que el mensaje pudo llegar a muchos hermanos.

En la homilía el arzobispo hizo énfasis en que la fiesta de la Ascensión no marca el que el Señor nos haya abandonado sino el que Él tiene una nueva presencia, al comunicarnos la misma fuerza con la que Él resucitó, de manera que Él sigue estando presente como fuerza transformadora en cada creyente y es el que conduce la Iglesia y dirige el proceso de anuncio del Evangelio.

También se recordó en la celebración la fiesta de María Auxilio de los Cristianos. Se oró por los enfermos y se ofreció la liturgia en memoria del papá del arzobispo que murió hace 28 años y de la abuela del seminarista Juan José Lucero, que murió el diá de hoy.

El martes 26, por la noche, en el seminario Santa María del Nuevo Éxodo, de San Lucas Sacatepéquez, el arzobispo presidió la solemne celebración de la Divina Liturgia, para pedir al Señor por todos los enfermos del Covid 19 y para implorar del Señor el envío de su Espíritu Santo sobre toda la iglesia.

En la celebración presidia por el arzobispo, concelebraron los padres formadores del seminario y todos los seminaristas.

Durante la homilía, a la luz de las lecturas, el arzobispo explicó cómo el conocimiento de Dios es un don que viene directamente de Dios, por el don de su Espíritu Santo. Eso es lo que hace que se alcance la salvación, no solo como una promesa sino como una experiencia transformadora que hace que el creyente refleje la gloria de Dios y tenga la capacidad de dejar que su vida sea guiada por el Espíritu Santo, como sucedió a los apóstoles.

Se oró por los enfermos y por la venida del Espíritu Santo, para la renovación de la Arquidiócesis, de toda la Iglesia y de toda la humanidad.

El miércoles 27, por la noche, en el Seminario Santa María del Nuevo Éxodo, de San Lucas Sacatepéquez, se celebró el canto solemne de las Vísperas, la adoración al Santísimo Sacramento y la formación sobre el sentido de la adoración eucarística.

El evento, fue compartido a través de las redes sociales, con buen alcance, pues fueron numerosos los hermanos que tuvieron la oportunidad de escuchar la formación.

El arzobispo, en la formación, habló acerca del sentido bíblico del misterio del Cuerpo y de la Sangre de Cristo y subrayó que el tiempo de la adoración debe centrarse, especialmente, en el tomar conciencia que, el misterio que reconocemos estar presente sobre el altar y que adoramos, es el mismo que recibimos al participar en la comunión y el mismo que reciben y del que son hechos partícipes las demás personas. Por lo mismo, se hizo énfasis en la importancia de pedir perdón por todas las veces en las que no se es capaz de reconocer esa presencia maravillosa y real, en sí mismo y en el hermanos.

El jueves 28, por la noche, el arzobispo presidió la divina liturgia de Santiago, en el seminario Santa María del Nuevo Éxodo, de San Lucas Sacatepéquez.

Se contó con la participación de los padres formadores y de todos los seminaristas. Igualmente, la celebración fue transmitida a través de las redes sociales.

Durante la homilía, el arzobispo explicó cómo la iglesia que el Señor ha fundado, implica el derramamiento de la gloria de Dios, es decir, del Espíritu Santo, para que de tal manera, todos podamos ser uno, no por vínculos sociales sino por el poder del Espíritu Santo, y así, vivir en la constante comunión con el Padre y el Hijo.

Se oró por los enfermos y por la salida de la situación de profunda dificultad por la que atraviesa el mundo.

El viernes 29, por la noche, la comisión de formación humana y fraterna del Seminario Santa María del Nuevo Éxodo, organizó la tercera noche mariana, bajo el lema de María Yoldat Aloho (Madre de Dios).

En la misma, hubo participación de las cuatro comunidades formativas que se tienen, a través de la declamación de poemas dedicados a la Virgen María.

El arzobispo intervino, compartiendo una formación en la que expuso, desde su experiencia personal, en qué consiste reconocer que la Virgen María es modelo y madre de la nueva creación y de cada uno de los cristianos.

El sábado por la noche, la comisión de espiritualidad del Seminario Santa María del Nuevo Éxodo, organizó una noche de vigilia, con ocasión de la celebración de Pentecostés.

El padre Edwin tuvo a su cargo la meditación, la cual giró en torno a la acción del Espíritu Santo, en la vida y la formación de los candidatos al ministerio ordenado.

El Padre José Ramón tuvo a su cargo la animación del evento, el cual culminó con un tiempo de adoración al Santísimo Sacramento y la bendición final.

Durante la celebración, los seminarista oraros, participaron con reflexiones y con cantos y renovaron el compromiso de fidelidad en el seguimiento del Señor.

El domingo 31, solemnidad de Pentecostés, por la noche, el arzobispo presidió la celebración de la Divina Liturgia en el Seminario Santa María del Nuevo Éxodo.

En la misma concelebraron los padres formadores y participaron todos los seminaristas.

Durante la homilía, el arzobispo explicó, a la luz de los textos bíblicos que se leyeron, cómo la efusión del Espíritu Santo no es un evento del pasado que se recuerda, sino la constante en la vida del creyente, para poder estar en Cristo y para poder cumplir la misión que el Señor confía a los apóstoles y, a través del ministerio sacramental de la iglesia, es continuada por todos los miembros de la iglesia, hasta el final de los tiempos.