El lunes 4 de enero, por la mañana, en la sede de la Parroquia Glorificación de María, de Santa Cruz Barillas, Huehuetenango, el arzobispo presidió la celebración del decanato del nor-oriente de Huehuetenango.

Participó más de un centenar de hermanos, líderes de las diferentes comunidades, así como el Padre Hugo Patzán, párroco local.

El arzobispo explicó detenidamente el sentido que tiene la Celebración del Año de la Apostolicidad y, seguidamente, respondió a una serie de cuestiones que le fueron planteadas.

Después de la formación que impartió el arzobispo, los representantes de los diferentes sectores pastorales, presentes en el decananto, hicieron una presentación de la situación en la que se encuentran las comunidades.

En general, el nforme fue muy positivo, pues se experimenta crecimiento, tanto en la identidad y en la fe, como en el número de fieles en la mayor parte de las comunidades.

El arzobispo animó a los hermanos a tratar de trabajar aún con mayor dedicación en el año presente, especialmente haciendo énfasis en la organización de cada comunidad y en el compromiso de todos sus miembros.

El lunes 4, por la tarde, el arzobispo llegó hasta la comunidad de Victoria Amelco, de la parroquia de Santa Cruz Barillas, Huehuetenango, acompañado por el padre Hugo Patzán, párroco local.

Al recibir al arzobispo los hermanos expresaron su alegría por la visita y agradecieron la disponibilidad a estar y compartir con ellos.

Durante la homilía, el arzobispo agradeció la invitación a visitar la comunidad y exhortó a los hermanos a vivir la fe, dejando que la unción del Espíritu Santo, pueda transformar sus vidas, para estar capacitados para dar testimonio del Evangelio.

En el contexto de la celebración de la Divina Liturgia en la comunidad de Victoria Amelco, el arzobispo administró los sacramentos de la iniciación cristiana a seis hermanos.

Antes de la celebración el arzobispo recordó cuáles son los requisitos y los compromisos fundamentales que se asumen al recibir los sacramentos de la iniciación cristiana.

También animó a los hermanos, tanto a quienes se butizaban adultos, como a los padres de los que se bautizaban niños, a tratar de expresar en su vida, lo que confesaban con los labios.

También dentro del contexto de la celebración de la Divina Liturgia, se administró la confirmación a un grupo de jovencitos de la comunidad de Victoria Amelco.

El arzobispo recordó a los confirrmandos el compromiso misionero que asumían al ser confirmados en la crismación, ante lo cual ellos expresaron su prontitud y disponibilidad.

Finalmente, el arzobispo le exhortó a comenzar, a la mayor brevedad, a asumir ciertos compromisos relacionados con la misón de la iglesia, tanto dentro de la propia comunidad, como fuera de ella.

Dentro del marco de la celebración litúrgica, un grupo de niños de la comunidad Victoria Amelco, hicieron la primera reconciliación y la comunión solemne.

Previamente, los niños habían sido debidamente instruidos en elementos fundamentales de la fe y de la vida sacramental, de manera que, conscientemente, se acercaran a recibir los sacramentos.

El arzobispo exhortó a los niños que, el preciso don de la vida eterna que se renueva por el sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo, debe encontrar en su vida la disponibilidad necesaria para dar frutos abundantes.

El lunes 4 de enero, al caer el día, el arzobispo llegó, acompañado por el padre Hugo, párroco local, a la comunidad de San Jerónimo de Santa Cruz Barillas.

El arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia, concelebrando el padre Hugo y contando con la participación activa de todos los hermanos presentes.

Durante la homilía el arzobispo recordó que quien tiene la fe apostólica vive la vida en el Espíritu Santo, como un don continuo que el Señor derrama sobre los creyentes.

Dentro del marco de la celebración litúrgica, el arzobispo hizo la bendición de los ministros y ministerios que existen en la comunidad de SAn Jerónimo.

Específicamente, se oró por los miembros del ministerio de música, por los monaguillos, por los lectores, por los ministros de la comunión y por los miembros del consejo pastoral lical.

El arzobispo, además de orar, exhortó a los hermanos a ejercer el ministerio que han aceptado, como un don y un privilegio que el mismo Dios les otroga, lo cual requiere entrega generosa y radical, sinceridad de vida y humildad profunda.

El martes 5 de enero, por la mañana, acompañado por el Padre Marcos Caicedo, párroco local, el arzobispo presidió la celebración del decanato del norte de Huehuetenango, en la sede parroquial de San Mateo Ixtatán.

Se contó con una numerosa participación de líderes y servidores, provenientes de la mayor parte de las comunidades de la parroquia de San Mateo, aunque, por circunstancias especiales, no pudieron participar los hermanos de la parroquia de la Epifanía, Nucá.

El arzobispo impartió la formación preparada referente al Año de la Apostolicidad, invitando a los hermanos a profundizar en el sentido de la renovación en el Espíritu Santo y asumiendo el compromiso de hacer realidad este don, a todos los niveles de la vida.

Después de la formación y el primer diálogo aclartorio, se entabló un diálogo entre el presbítero, los servidores y el arzobispo, referente a diversos temas pastorales.

Entre las cuestiones que se afrontaron estuvo la referente a la preparacion y los criterios para la admisión de candidatos para recibir, específicamente, los sacramentos de la iniciación cristiana.

También se dialogo sobre la urgencia de reactivar el Ministerio de Discernimiento Jurídico-Pastoral, para resolver una serie de cuestiones matrimoniales que aquejan la vida de muchos fieles.

Hacia el final de la mañana, junto al padre Marcos Caicedo el arzobispo llegó hasta la comunidad Nueva Jerusalén, ubicada también en la cabecera municipal de San Mateo Ixtatán.

El arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia, en la que participaron buena parte de los miembros de la comunidad. Debido al día y hora de la celebración, la participación no pudo ser tan fuerte.

Durante la homilía el arzobispo explicó els entido que tiene el amor del que se habla en la Sagrada Escritura, haciendo énfasis en que se trata de un don de Dios, fruto de la presencia del espíritu de Cristo resucitado, en el corazón de los fieles.

Dentro del marco de la celebración de la divina liturgia, después de la homilía, el arzobispo oró y bendijo a los miembros comprometidos en los diferentes ministerios que se tienen en la comunidad.

El arzobispo animó a los hermanos a comprometerse a ejercer su ministerio con fidelidad, y como fruto de la vida constante en el Espíritu Santo que es quien capacita y sostiene en el ejercicio de cualquier ministerio dentro de la Iglesia.

Al final, los hermanos agradecieron al arzobispo su presencia en la comunidad y reiteraron su compromiso de fidelidad al Señor y a la Santa Iglesia.

El martes 5, por la tarde, el arzobispo presidió la celebración de la Divina Liturgia, con los hermanos de la comunidad central de la sede parroquial de La Epifanía, de Nucá.

Participó un nutrido número de hermanos, todos procedentes de la comunidad central pues, debido a la situación sanitaria que se vive, no se pudo invitar a hermanos procedentes de otras comunidades.

Con ocasión de la celebración del cuadragésimo aniversario de la comunidad, el arzobispo recordó que el don del Espíritu Santo es siempre una presencia actual, que se mantiene y se renueva constantemente, por lo que instó a los hermanos a mantenerse con fidelidad y vigilancia dentro de la santa Iglesia.

Dentro del marco de la celebración de la Divina Liturgia en la sede parroquial de la Epifanía, de Nucá, Santa Cruz Barillas, el arzobispo administró la confirmación y el envío misionero a tres jóvenes, miembros de la comunidad.

El arzobispo recordó a los confirmandos cuáles son los compromisos que se asumen y que se tienen que tratar de poner en práctica sin dilaciones ni retrasos.

Específicamente, el arzobispo hizo énfasis en la urgencia de que se organicen, para poder tener una proyección misionera, concorde al mandato que el Señor nos dejó.

El miércoles 6 de enero, el arzobispo llegó hasta la sede de la parroquia de Santa Eulalia, para presidir la celebración del decanato de Huehuetenango.

Al mismo confluyen líderes y presbíteros de las parroquias de Santa Eulalia, San José Quixabaj, Los Santos Arcángeles, San Miguel Acatán y Soloma. Se contó con la participación de delegados de todas las parroquias y de tres de los presbíteros.

El arzobispo impartió la formación, haciendo una presentación del Año de la Apostolicidad, así como de las características que tiene la fe, el estilo de vida y de misión de los apóstoles y de los primeros cristianos.

Después de la formación, los líderes de todas las parroquias que participan en el decanato del centro de Huehuetenango hicieron un informe de la marcha de las parroquias.

Los presbíteros que participaron reafirmaron lo informado por los representantes parroquiales y exhortaron a que se asuma un compromiso efectivo en la vivencia del Año de la Apostolicidad.

El arzobispo animó a los hermanos a tratar de que, efectivamente, no se trate simplemente de un proyecto más sino que se acoja como una auténtica llamada del Señor a comprometerese activamente en la renovación de la propia vida, de las familias, las comunidades y las parroquias, así como en la proyección misionera.

Después de la finalización de la formación del decanato y de los diálogos con los participantes en el decanato, el consejo pastoral de la Parroquia de Santa Eulalia, pidió tener un encuentro con el arzobispo.

Tanto el presidente como algunos miembros del consejo y el padre Fredi Mux, pidieron al arzobispo que iluminara acerca de algunos problemas que se afrontan en la relación con las comunidades.

El arzobispo recordó que el concepto que tenemos de parroquia es el de Comunión de Comuinidades, por lo que la finalidad del Consejo no es centralizar las actividades sino apoyar a las comunidades para que puedan realizar las diferentes actividades que les corresponde en sus propias comunidades, de forma que se alcance la unidad en el pluralismo y el respeto a la identidad de cada una de las comunidades.

Hacia el medio día, el arzobispo presidió la celebración de la Divinia Liturgia para servidores y líderes de la comunidad de Paiconop, Santa Eulalia, que habían llegado hasta la sede parroquial.

Durante la homilía, el arzobispo recordó a los hermanos que el conocimiento de Dios no es un concepto ni una doctrina sino es fruto de la efusión del Espíritu Santo, por lo que, el mismo necesariamente tiene que llevar al compromiso en el amor hacia el prójimo.

Igualmente recordó que, con frecuencia, se vive en medio de tormentas y que la única forma de afrontarlas y resolverlas es permitir que el Señor se suba a la barca de la vida, de la familia y de la comunidad, para traer la calma.

Dentro del marco de la celebración litúrgica, se instituyó como ministro para la distribución de la comunión al hermano Francisco, para servicio de la comunidad de Paiconop.

El arzobispo, antes de impatir la bendición sobre el ministro le recordó cuáles son sus compromisos como ministro y recibió del hermano la promesa de cumplirlos con fidelidad.

También pidió a quienes estaban presentes de la comunidad que expresaran que eran ellos quienes le habían elegido y que se comprometieran a colaborar con el ministro elegido, para que pudiera cumplir fielmente su misión.

El miércoles 6, por la tarde, Mor Santiago Eduardo llegó hasta la comunidad de Lajchulaj, de San Rafael la Independencia, Huehuetenango, para presidir la Divina Liturgia.

Le recibieron a su llegada, los líderes de la comunidad, así como el párroco local, Padre Jarlin Garrido.

El arzobispo felicitó a los hermanos por estar celebrando el cuarto aniversario de su fundación, así como por los grandes avances que han hecho a lo largo de estos años y les exhortó a seguir trabajando aún con mayor radicalidad.

Dentro del marco de la celebración litúrgica, se hizo la presentación de tres niños recién nacidos, cuyos padres son miembross de la comunidad. El arzobispo oró por ellos y los bendijo.

También se hizo la bendición de una hermana que asumirá el cargo de catequista dentro de la comunidad.

Finalmente se oró por los miembros del ministerio de música, por los monaguillos, los ministros de la comunión y por todos los servidores, que ejercen diferentes encargos.

El lunes 11 de enero, por la tarde, dio inicio el retiro espiritual anual del presbiterio de la Arquidiócesis de Centroamérica, en el Centro de Formación de Jumaj, zona 6, Huehuetenango.

Se contó con la participación de la mayoría de los presbíteros. Algunos, por razones de salud, no pudieron participar.

El arzobispo, después de hacer el canto de invocación del Espíritu Santo, hizo la presentación de la temática fundamental de los Ejercicios Espirituales, los cuales girarán en torno a la elección del Señor.

Después de la presentación y de un tiempo de adoración, el arzobispo presidió la celebración de la Divina Liturgia de inicio de los ejercicios y de reconciliación.

Para comenzar, se administró el sacramento de la reconciliación a todos los presbíteros.

Durante la homilía, el arzobispo hizo énfasis, a la luz de la carta a los Hebreos, en la novedad que implica el misterio de la Palabra hecha carne y cómo, al mismo se tiene acceso solamente cuando, con la actitud de los apóstoles, se está dispuestos a dejarlo todo, para hacer del seguimiento del Señor la base de la propia vida.

Se celebró el rito ordinario de la Divina Liturgia.

El martes 12, por la mañana, en el marco de los Ejercicios Espirituales del presbiterio de la Arquidiócesis de Centroamérica en Guatemala, se celebró el canto del oficio divino matutino.

Después de haber orado la introducción a la oración, se cantaron salmos e himnos y luego se hizo la meditación en silencio, de la Sagrada Escritura que había sido leída.

Como todos sabemos, el canto cotidiano de las horas del Oficio Divino, constituye un momento privilegiado de comunión, en la oración con todo el Cuerpo de Cristo.

Después del desayuno, el arzobispo dirigió a los presbíteros la primera meditación del retiro.

La misma giró en torno a lo que implica el ser constituido en apóstol.

El arzobispo hizo énfasis en que lo que capacita al ser apóstol es el haber logrado, antes, ser discípulo y esto implica el haber conocido y haber sido transformados por el Señor.

En la segunda meditación, que se realizó en la segunda parte de la mañana, el arzobispo desarrolló el tema referente al concepto de vida eterna en la perspectiva de los escritos del Nuevo Testamento.

El arzobispo hizo énfasis en el carácter de presente que reviste el tema de la vida eterna, especialmente en los escritos joánicos. Pues se trata de la vida que da el Espíritu Santo, cuando el ser humano se abre a confiar y a creer en Jesucristo.

El arzobispo terminó la meditación exhortando a todos los participantes a asumir una actitud de disponibilidad y de apertura radicales, para estar capacitados a recibir la revelación divina.

El martes 12, por la tarde, el arzobispo dirigió la tercera meditación para el presbiterio, como parte de los ejercicios espirituales anuales, que se celebran en el Centro de Formación de Jumaj, Huehuetenango.

El arzobispo partió del texto bíblico acerca de lo que implica el cumplimiento de la voluntad de Dios, comparado con lo que significa construir la casa sobre arena o sobre roca.

También exhortó al presbiterio a comprometerse por asumir radicalmente la tarea de cumplir la voluntad de Dios, especialmente a través de la renuncia a sí mismo.

El martes 12, al caer el día, el arzobispo dirigió la cuarta meditación, dentro del marco de los ejercicios del presbiterio que trabaja en Guatemala, de la Arquidiócesis de Centroamérica.

La temática en torno a la cual giró la meditación se relacionó con lo que abarca la misión que el Señor confía a los ministros ordenados, como continuadores que la misión que confió a los apóstoles.

El arzobispo hizo énfasis en que para cumplir la misión, es indispensable entregarse radicalmente al Señor, para poder ser capacitados interiormete para la misión que el Señor confía.

El martes 12, por la noche, Mor Santiago Eduardo presidió la Liturgia Solemne, dentro del marco del retiro anual del presbiterio de la Arquidiócesis, que ejerce el ministerio en Guatemala.

El arzobispo, durante la homilía, rocordó cuáles son las características de quien opta por el seguimiento de Cristo, en el contexto de respuesta a la vocación al ministerio ordenado.

La liturgia se celebró en un ambiente de profunda oración, de comunión fraternal y, también de profundización en el mismo misterio que se estaba celebrando.

El martes 12, por la noche, la actividad del retiro concluyó con el informe que, cada uno de los Vicarios de las difirentes vicarías, presento ante todo el presbiterio.

Todos señalaron las limitantes que había implicado la pandemia que azotó durante el año pasado, sin embargo, igualmente expresaron que se ha tratado de un año de crecimiento y de consolidación de las diferentes parroquias.

El arzobispo agradeció todo el esfuerzo que se ha hecho y animó a seguir trabajando con mayor entusiasmo, especialmente ahora, en que se va acelebrar el Año de la Apostolicidad.