El martes 2 de marzo, en el Centro de Formación de Jumaj, Huehuetenango, se celebró la reunión del Presbiterio de la Vicaría de Huehuetenango.

Después de hacer la oración inicial, se dialogó acerca de las perspectivas que debe tener el presbiterio de la vicaría y la orientación que se debe dar a las reuniones.

Después de un largo intercambio de ideas, se llegó a la conclusión de que lo más adecuado y urgente es tratar de consolidar la espiritualidad y la fraternidad presbiterales, por lo que se buscarán formas de profundización en estas perspectivas.

Después de3 la reunión acerca de las perspectivas que tiene el presbiterio de la Vicaría de Huehuetenango, el arzobispo presidió una segunda reunión en la cual se dialogó acerca de lo que implica el Año de la Apostolicidad.

El arzobispo hizo énfasis en que, el punto de partida está en comprender que la Apostolicidad de la Iglesia tiene su fundamento en la actitud de fe que lleva a tener una disponibilidad total para ser discípulos del Señor.

Se asumió el compromiso en común de trabajar para que, asumiendo esa actitud de fe, se pueda tener una base sólida sobre la cual impulsar esta misma perspectividad y actitud hacia todos los miembros de nuestra Arquidiócesis.

Terminada la parte de reuniones y de formación del presbiterio de la Vicaría de Huehuetenango, se tuvo un ágape fraterno, en el que los presbíteros tuvieron la oportunidad de compartir.

En general, se dio un ambiente de gran fraternidad y de cercanía entre todos, así como se expresó la convicción del carácter indispensable que tiene este tipo de reuniones.

Debido a que algunos de los presbíteros no participaron, se encargó al arzobispo y se asumió el compromiso también a nivel de todo el presbiterio, de motivar a quienes no participan, ayudando a tomar profunda conciencia de que la unidad presbiteral es, dentro de la Iglesia Apostólica, uno de los pilares de la vida eclesial y de la eficacia y fecundidad del ministerio ordenado.

Finalmente, la reunión del presbiterio de la vicaría de Huehuetenango, concluyó con la celebración, un poco anticipada, del octavo aniversario de nuestra incorporación a la Santa Sede de Antioquía, así como de la creación de la Arquidiócesis de Centroamérica.

Igualmente, se celebró el sexagésimo noveno cumpleaños del arzobispo.

Ambos eventos tendrán lugar el cinco de marzo.

El presbiterio ofreció algunos presentes al arzobispo y éste, a su vez, expresó su profundo agradecimiento por la dedicación y entrega de los presbíteros, así como por el agasajo que se estaba haciendo.

El 5 de marzo, se celebra el octavo aniversario de la incorporación a la Santa Sede Siro Ortodoxa de Antioquía, así como de la creación de la Arquidiócesis de Centroamérica.

Igualmente, es el octavo aniversario de la ordenación monacal de Mor Santiago Eduardo, de su aceptación en la Comunión Apostólica en la Sucesión Apostólica del Apóstol San Pedro y de su nombramiento comoo primer Arzobispo de Centroamérica.

Providencialmente, también en ese día el arzobispo cumple sesenta y nueve años.

Por tal acontecimiento, se celebró la Divina Liturgia en el Seminario Santa María del Nuevo Éxodo, ubicado en San Lucas Sacatepéquez.

Con ocasión de la celebración del Aniversario de la Arquidiócesis, Mor Santiago Eduardo confirió la orden menor del Lectorado a cinco de los seminaristas del Seminario Santa María del Nuevo Éxodo.

Los nuevos lectores son: Mateo Castillo, Domingo González, Milton Peluffo, Luis Alfredo Portillo y Byron Ruyán. Los seminaristas son originarios de Guatemala, Honduras, Nicaragua y Colombia.

El arzobispo, antes de conferir la orden de Lector, recordó a los ordenando acerca de las características personales y ministeriales que les deben distinguir.

También en el marco de la Divina Liturgia de celebración del aniversario de la Arquidiócesis, el arzobispo confirió la orden menor del Acolitado a seis Lectores.

Se trata de los Lectores: Mateo Castillo, Wilfredo González, Lorenzo Mateo, Enemesio Rodríguez y Daniel Vargas. Los nuevos acólitos son originarios de Guatemala, Honduras y Nicaragua.

Se les impuso el uroro o estola, se les entregó la vela encendida y el pan y el vino para la celebración litúrgica y se les exhortó a ser en su vida luz y ofrenda agradable al Señor

En la celebración de la ligurgia, además de los seminaristas, se conto con la participación de un grupo de invitados para la ocasión.

Participaron otros presbíteros, hermanos y amigos del arzobispo, así como algunos fieles que tuvieron a bien unirse a la celebración.

La celebración de realizó en un ambiente de profunda fe y de fuerte armonía y gozo.

Después de la celebración de la divina liturgia, se compartió un ágape fraterno, en honor del arzobispo, de los ordenandos y de los invitados.

Todos compartieron con mucha alegría y en un espíritu de profunda gratitud al Señor, así como de fraternidad.

Después del ágape fraterno, los seminaristas, así como el equipo de formadores y algunos de los fieles que participaron, hicieron una pequeña presentación para agasajar al arzobispo.

Entre quienes participaron en el agasajo, aparte de las diferentes comunidades formativas del seminario y los formadores, destacó la presencia de algunos hermanos provenientes de Mazatenango.

Al final de la celebración, el arzobispo agradeció la celebración que se había hecho, sin embargo, además compartió algunas reflexiones para presbíteros, seminaristas y fieles.

Ante todo, hizo énfasis en el privilegio inigualable que significa el ser parte de la iglesia Madre de todas las Iglesias, la Iglesia Católica Apostólica Siro Ortodoxa de Antioquía. Enfatizó que esto implica el compromiso de asumir, vivir y dar testimonio de la fe apostólica, tal cual fue vivida y testimoniada por los apóstoles y los primeros cristianos.

También subrayó que es necesario tener siempre la mirada en el futuro, para cumplir la misión que el Señor nos ha confiado. No se puede vivir ni de recuerdos ni de la nostalgia sino de la esperanza, animada e impulsada por la experiencia de la presencia del Espíritu de Cristo resucitado en la vida de cada creyente.

El domingo por la noche, el arzobispo presidió la celebración de la Divina Liturgia en el seminario Santa María del Nuevo Éxodo, de San Lucas Sacatepéquez.

Concelebraron los padres que hacen parte del equipo de formadores del seminario, así como participaron los seminaristas del Seminario Santa María del Nuevo Éxodo. La celebración fue transmitida a través de las redes sociales.

Durante la homilía, el arzobispo hizo énfasis en que, el templo del que Jesús habla en el Evangelio es, en ese momento su propia vida y, para nosotros, nuestra propia existencia, que por la sangre de Jesucristo, ha sido convertida en Templo del Espíritu Santo.

Por lo mismo, el arzobispo animó a todos a que, con la misma radicalidad y fortaleza con la que el Señor sacó a los mercaderes del templo de Jerusalén, cada quien, dentro de intinerario cuaresmal, expulse de su propia vida todos los ídolos y todos los apegos que impiden que la propia existencia sea un auténtico templo consagrado a Dios.

El jueves 11 de marzo, por la tarde, Mor Santiago Eduardo llegó hasta Santiago Atitlán de Sololá, para iniciar la visita pastoral del área, con una visita a la comunidad Unción del Espíritu Santo.

El arzobispo tuvo la oportunidad de dialogar con fieles y líderes de la comunidad, los cuales le manifestaron que la conmunidad está viviendo una etapa de consolidación en la fe y de un pequeño crecimiento también en el número de fieles.

Durante la homilía el arzobispo invitó a los hermanos a asumir con seriedad el itinerario del tiempo cuaresmal, para profundizar en la fe y en el encuentro con el Señor.

También en Santiago Atitlán, la caer del día once, el arzobispo llegó hasta la comunidad Nuevo Pentecostes, para celebrar con los hermanos la Divina Liturgia.

Durante la homilía, el arzobispo animó a los hermanos a asumir actitudes de genuin a conversión, especialmente en este tiempo que prepara para la celebración de la Pascua.

Los hermanos compartieron con el arzobispo algunas de sus inquietudes, con ocasión de lo cual, Mor Santiago Eduardo les manifestó la urgencia de que se intensifique el testimonio misionero, para que las comunidades puedan experimentar un sólido crecimiento.

El viernes 12, por la mañana, Mor Santiago Eduardo presidió la celebración del decanato de Sololá y Totonicapán en la cabecera departamental de Sololá.

El lugar del encuentro gozaba de una vista espectacular. Se contó con la participación de unos sesenta hermanos, así como del Padre Jarlin Garrido, párroco de Tzanixnam.

El arzobispo hizo la presentación de una serie de elementos que deben caracterizar el compromiso que se asumirá a lo largo del Año de la Apostolicidad, que se está iniciando.

Después de la formación que impartió el arzobispo y de las correspondientes preguntas aclaratorias, los líderes de las diferentes comunidades y parroquias, hicieron la presentación de la marcha que se está teniendo en las comunidades.

Un aspecto común que fue abordado, fue la cuestión de la pandemia. Todos coincidieron en subrayar el carácter cuestionador que la misma ha tenido, sin embargo, se subrayó que se está logrando superar el pánico que fue sembrado, para encaminarse por el sendero del compromiso pastoral.

El arzobispo animó a los hermanos a no esperar más, sino a ponerse en marcha, para poder recuperar el tiempo perdido y cumplir la misión de renovación de las comunidades y de testimonio del evangelio.

Al final de la celebración del decanato y de los informes que fueron rendidos por los diferentes responsables, se tuvo el tiempo también para tener un breve encuentro con los líderes de las diferentes comunidades.

Los hermanos agradecieron, especialmente, por el hermoso lugar en el que se está teniendo el decanato y expresaron el deseo de que el mismo se siga celebrando en el mismo lugar.

El arzobispo agradeció a los hermanos por su participación y por su fidelidad en asumir con seriedad la llamada que el Señor nos ha hecho.

El viernes 12, después del mediodía, el arzobispo llegó hasta ala comunidad de Tzununá, a la orilla del lago de Atitlán y en jurisdicción de Santa Cruz la Laguna.

La comunidad se nota que progresivamente se está organizando con mayor dedicación, fruto de que los jóvenes de la comunidad han asumido la dirigencia de la misma.

Durante la homilía, el arzobispo animó a los hermanos a renovar su compromiso de conversión particularmente en este tiepo de cuaresma que se está celebrando.

El viernes 12, a media tarde, el arzobispo vistió la comunidad de Pajomel, ubicada en la parte alta del municipio de Santa a Cruz la Laguna.

Los hermanos acudieron en buen número y con profunda piedad a la celebración de la Divina Liturgia.

El arzobispo explicó a los hermanos cómo es fundamental que, en el tiempo de la cuaresma, se trate de abrirse a Dios para que, por el don del Espíritu Santo, renueve la fe de cada quien.

El viernes 12, al caer el día, Mor Santiago Eduardo llegó hasta la comunidad de Chuitzanchaj, del municipio de Santa Cruz la Laguna, de Sololá.

Los hermanos se habían reunido en buen número, para la celebración de la santa misa y para la administración de los sacramentos de la iniciación cristiana a un niño.

El arzobispo recordó a los hermanos cómo el tiempo de la cuaresma constituye un tiempo en el que el Señor llama para volverse a Él, renunciando a toda forma de idiferencia y autosuficiencia.

Dentro del marco de la celebración litúrgica en Chuitzanchaj, se administraron el bautismo, la crismación y la primera comunión a un niño, hijo de miembros de la comunidad.

El arzobispo recordó a los padres cuáles son los compromisos que se asumen al presentar a un niño para la recepción de los sacramentos de la iniciación cristiana.

Tanto padres como padrinos, asumieron el compromiso de vivir íntegramente su fe y el testimonio cristiano, para ayudar en el crecimiento cristiano de su hijo.

El sábado 13, por la mañana, el arzobispo llegó hasta la sede la Catedral de San Juan Bautista, Comalapa, Chimaltenango, para presidir la celebración del decanato de Chimaltenango y el centro de la Ciudad de Guatemala.

Se contó con la participación de los padres Francisco, Rigoberto, Maxi Eliseo, Byron y Herberth, así como de algunos delegados de las diferentes parroquias y comunidades.

El arzobispo, durante más de una hora, fue explicando el sentido y las implicaciones que tiene la celebración del Año de la Apostolicidad, en el cual se ha comprometido la Arquidiócesis, durante el presente año.

Después de que el arzobispo terminó la formación, se sostuvo un diálogo en el que participaron varios hermanos, expresando inquietudes tanto sobre las cuestiones abordadas como sobre otros tópicos.

Entre las cuestiones que se plantearon estuvo el cómo hacer que, efectivamente el Año de la Apostolicidad tenga un impacto en la fe y en la vida de los fieles. El arzobispo hizo énfasis en que es indispensable que exista un compromiso efectivo y práctico de parte de todos, tanto fieles como presbiterio.

Además se trataron temas relacionados con algunos cambios que se han dado en ciertas celebraciones litúrgicas, lo cual fue explicado por el arzobispo como una forma de hacer que nuestra liturgia refleje tanto la fe como el sentido litúrgico que caracterizaron a la iglesia primitiva apostólica.

Al terminar el diálogo y las preguntas, algunos de los presbíteros así como representantes de parroquias y comunidades, rindieron informe de la situación en que se encuentran pastoralmente.

Todos coincidieron en señalar el impacto que tuvo la pandemia. En la mayor parte de lugares se ha logrado volver a la normalidad, sin embargo, en algunos lugares, aún se está sometidos a una serie de restricciones.

El arzobispo animó a los hermanos y a los presbíteros a profundizar en el sentido de la fe, en la libertad y responsabilidad como hijos de Dios y a comprometerse activamente en cumplir la misión que el Señor nos ha confiado.

El sábado, por la tarde, el arzobispo llegó hasta la comunidad de San José Xepatán, ubicada en el municipio de Patzún, del departamento de Chimaltenango.

Los hermanos estaban esperando al arzobispo con gran alegría, pues hacia ya varios años, que no se realizaba una visita pastoral a esta comunidad.

Durante la homilía el arzobispo animó a los hermanos a reforzar su compromiso misionero y a tratar de vivir con autencidad y profundidad la fe, así como el testimonio misionero.

Dentro del marco de la celebración de la Divina Liturgia, se hizo la bendición de las semillas de los hermanos de la comunidad Santísima Trinidad de Xepatán.

El arzobispo bendijo la semilla e invocó la intercesión de la Bienaventurada Virgen María, por todos los campos, siembras y cosechas que se tienen en el área.

Al caer del día 13, el arzobispo llegó hasta la comunidad del Centro de Patzún, que se reúne en la residencia de la familia del Padre Rigoberto Upún Tun.

Se contó con la participación de buen número de hermanos, los cuales expresaron la alegría por poder contar con la presencia del arzobispo.

Durante la homilía, el arzobispo animó a los hermanos a profundizar en el sentido de la vocación misionera, para dar testimonio del Evangelio y permitir que se pueda cumplir la misión que el Señor nos ha confiado.