El lunes 12 de abril, fue el día en el que los seminaristas regresaron, después de la pastoral de semana santa y de algunos días de vacaciones.

El nuevo período de formación dio inicio con la celebración solemne de la Divina Liturgia, que fue presidida por el arzobispo y concelebrada por los formadores.

Durante la homilía, el arzobispo hizo énfasis en que el testimonio de la resurrección que dieron los apóstoles, fue fruto de que, por la unción con el Espíritu Santo, ellos habían nacido de nuevo y, por lo mismo tenían la libertad para no acomodarse a las exigencias del medio ambiente, sino vivir en la libertad, para dar testimonio del Evangelio.

Invitó a los seminaristas a comprometerse a reconocer en su vida, especialmente por medio de los sacramentos, la presencia viva del Señor, que es la fuente de transformación y origen del testimonio apostólico.

El miércoles 14, en la madrugada, el arzobispo emprendió nuevamente camino hacia los Estados Unidos, para comenzar la visita pastoral de la nueva comunidad de Ottumwa, Iowa.

Esta comunidad ha sido organizada por hermanos que, en su mayoría provienes de la comunidad de Cecilia de Cunén, El Quiché, aunque también hay hermanos procedentes de otras comunidades.

Apenas llegó a Ottumwa, el arzobispo tuvo una reunión con el Consejo de la nueva comunidad, para establecer el programa de la visita pastoral, que se centrará en torno a las actividades que se realizarán el jueves 15.

Entre las actividades que se programaron está un tiempo de formación y un diálogo por la mañana. Por la tarde, se celebrará la Divina Liturgia, se administrarán los sacramentos de la iniciación cristiana y la primera reconciliación y comunión solemne y será instituido un ministro para la distribución de la comunión.

El jueves 15, por la mañana, en un Centro de Convenciones de la Ciudad de Ottumwa, en el Estado de Iowa, Estados Unidos, dieron inicio las actividades pastorales que habían preparado los hermanos.

Lo primero que se hizo fue dar una bienvenida al arzobispo, seguida de una oración para iniciar las actividades que se estarían realizando a los largo del día.

El ministerio de música, preparó una canción de bienvenida al arzobispo, que cantaron antes de que el arzobispo iniciara la formación que estaba prevista.

Durante la formación que se prolongó por más de una hora, el arzobispo, respondiendo a las inquietudes de los hermanos, abordó una serie de cuestiones relacionadas con la identidad de la fe y de la iglesia.

Lo primero que se hizo, fue explicar, a la luz de la Sagrada Escritura y de la historia, cómo fue el origen de las iglesias apostólicas y quienes fueron los que las establecieron.

Seguidamente se presentó cómo la iglesia de Antioquía, desde sus fundamentos, fue una iglesia guiada por el Espíritu Santo, por lo que constituye un claro ejemplo de lo que es la renovación en el Espíritu Santo.

Después de la formación, los hermanos presentaron una serie de cuestiones, especialmente relacionadas a aspectos de la administración de los sacramentos y a temas de historia de la iglesia.

Ante todo, el arzobispo explicó cuál es el sentido de administrar conjuntamente los tres sacramentos de la iniciación cristiana y cómo fue que, en algunas iglesias antiguas, contrariamente a la praxis apostólica, se fue separando su celebración, siempre de una manera injustificada.

También se abordó la cuestión de la existencia de la única y una iglesia santa, católica, apostólica y cuál es la relación que las diferentes iglesias juegan, para incorporar, por medio de los sacramentos a esta única iglesia.

Al final de la mañana, se hizo un tiempo de oración y, seguidamente, los hermanos tuvieron un momento de ágape para compartir con el arzobispo.

Inicialmente, se había planificado que el ágape se tuviera en un parque público, en el que hay instalaciones amplias y adecuadas, para poder compartir fraternalmente.

Sin embargo, el frío que azotaba la ciudad obligó a que el mismo se trasladara a la casa en la que tiene su lugar de reuniones la comunidad San Pedro.

El juves 15, por la tarde, la actividad pastoral comenzó con la administración del sacramento de la reconciliación a los hermanos que quisieron participar en el mismo.

El arzobispo explicó a los hermanos el sentido de administrar el sacramento de tal forma y cuáles son los fundamentos bíblicos e históricos para administrar la reconciliación de tal manera.

Después de la comunión comunitaria, el arzobispo dio la absolución de forma individual.

Después de la administración de la reconciliación, se celebró la divina liturgia, con la gozosa participación de los hermanos que estaban presentes.

Durante la homilía, el arzobispo señalo cómo, los apóstoles y los primeros cristianos, guiados por el Espíritu Santo, lograron tener la libertad interior para proclamar el Evangelio, aún en medio de la persecución y de todos los condicionamientos que trató de imponerles el mundo que les rodeaba.

También animó a los hermanos a profundizar en la experiencia de la resurrección del Señor y de la efusión del Espíritu Santo, para poder cumplir la misión que el Señor confía con la misma actitud que lo hicieron los apóstoles.

Dentro del marco de la celebración de la divina liturgia, se administraron los sacramentos de la iniciación cristiana a seis hermanos. Dos adultos y cuatro niños.

El arzobispo explicó cuál es el sentido de aministrar los tres sacramentos simultaneamente y cuál es el efecto que se reconoce en cada uno de ellos.

También animó a los padres y padrinos de los niños pequeños a que, a través de su estilo de vida y testimonio apoyen a sus hijos para ir creciendo en la fe.

También dentro del marco de la celebración litúrgica, se administro la comunión solemne a dos niños que, al inicio de la celebración habían hecho la primera reconciliación.

El arzobispo explicó el sentido de esta ceremonia y oró sobre los niños para que, desde el crecimiento en la fe, se descubran el don inestimable que es el sacramento del Cuerpo y de la Sangre del Señor.

También dentro del marco de la celebración de la liturgia, se bendijo como ministro para la distribucion de la comunión, al hermano Diego Tojín.

El hermano ha comenzado su formación hace poco tiempo y si se le instituyó fue por la urgencia de que alguien pueda continuar con la distribución en forma regular, dentro de la comunidad.

El hermano asumió el compromiso de terminar su capacitación y de ejercer el ministerio con humildad, disponibilidad y fidelidad.

Al final de la celebración, el arzobispo comenzó a despedirse de los hermanos, que mostraban su alegría por haber tenido la visita del arzobispo y por haber sido constituidos formalmente en comunidad.

Entre las actividades de despedida, se sugirieron nombres para darle a la comunidad y pareció bien el llamarle Comunidad San Pedro, en honor al príncipe de los apóstoles, que fue quien estableció la sede de Antioquía.

También se acordó que la visita del arzobispo, inicialmente, se haga cada seis meses, teniendo, sin embargo, la esperanza de que, pronto, con el crecimiento de la comunidad, la misma pueda hacerse de forma más frecuente.

El sábado 17, por la mañana, en la sede de la comunidad de la Arquidiócesis ubicada en Champaign-Urbana, Illinois, el arzobispo presidió una reunión con servidores y líderes de la comunidad.

La primera finalidad fue elaborar la agenda que se ha preparado, para cumplirla durante el tiempo de la visita pastoral.

La segunda fue hablar de las perspectivas que tiene la comunidad, viendo hacia el futuro, con respecto a su desarrollo y perspectivas.

Después de terminar la reunión, el arzobispo impartió formación para los servidores y líderes de las diferentes grupos y ministerios que se tienen en la zona.

El tema central fue ubicar y explicar lo que implica el Año de la Apostolicidad, en el contexto de la fe, del estilo de vida de la comunidad y del trabajo que se desarrolle.

El arzobispo animó a los hermanos a superar las barreras linguísticas y étnicas, para tratar de entrar, progresivamente a impulsar una comunidad que refleje la amplitud y dinamismo del Cuerpo de Cristo.

Antes de terminar el encuentro matutino, los hermanos tuvieron la oportunidad de hacer una serie de preguntas para clarificar la formación o incluso para plantear otras dudas.

En general se notó que la formación fue acogida con benevolencia y que los hermanos sintieron una reafimación de los principios fundamental de la fe, que nos han animado desde e principio.

El sábado 17, por la noche, el arzobispo llegó hasta la sede de la comunidad Nueva Creación, de Urbana, Illinois, para reunirse con servidores y líderes de la comunidad, así como un cierto número de fieles.

La actividad pastoral comenzó con la administración del sacramentos de la reconciliación a todos los hermanos que sintieron la necesidad de acercarse al sacramento.

Después de la liturgia de arrepentimiento, el arzobispo oró para implorar la efusión del Espíritu Santo y luego, se administró individualmente la absolución.

El sábado 17, después de la celebración de la liturgia penitencial, dio inicio la celebración de la divina liturgia con servidores, líderes y algunos de los hermanos de la comunidad Nueva Creación de Urbana.

Durante la homilía, a la luz de las lecturas bíblicas, el arzobispo explicó cuál es el sentido que tiene el término orar y predicar, en el Nuevo Testamento y que, más que una actividad indica una actitud de vida que se tiene.

Animó a los hermanos a comprometerse por vivir una experiencia activa de comunión con Dios, para mantenerse en continua oración y a dejar que el Espíritu Santo transforme la vida, para poder dar testimonio del Señor.

La actividad del sábado 17, concluyó con un ágape fraterno, después de la celebración de la divina liturgia.

Los hermanos se encuentran muy animados y están tratando de responder con generosidad y radical a la llamada que el Señor les ha hecho y que, fue recordada por el arzobispo en reiteradas ocasiones.

El domingo 18, por la mañana, el arzobispo llegó hasta la sede de la comunidad Nuva Creación, ubicada en Urbana, Illinois, Estados Unidos, para realizar una serie de actividades pastorales.

Se inició, después de un tiempo de saludo y de presentación del arzobispo a los hermanos, con la administración del sacramento de la reconciliación.

Se dio especial importancia a los dos hermanos que hicieron la primera reconciliación y la comunión solemne, sin embargo, también se impartió, en forma general, la absolución a quienes lo requirieron.

El arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia para los hermanos de la comunidad Nueva Creación de Urbana-Champaign, Illinois, Estados Unidos.

A la luz de las lecturas por el tercer domingo de la Pascua, el arzobispo explicó cómo, es el encuentro con la Palabra de Dios hecha carne, que se recibe en la comunión, lo que abre a la experiencia de la presencia real y eficaz de la resurrección del Señor.

Además, los hermanos fueron invitados a abrirse a tener una experiencia real y viva de la presencia del Señor resucitado, especialmente a través de la Eucaristía, para ser transformados y convertirse en auténticos testigos del Evangelio.

Dentro del marco de la celebración litúrgica, se administró la confirmación y el envío misionero al joven Juan, miembro activo de la comunidad y, específicamente del ministerio de música.

El arzobispo le explicó cuáles son los compromisos que se asumen y él expresó su total disponibilidad para asumirlos con generosa fidellidad y también a dar testimonio del Evangelio.

También dentro del marco de la celebración litúrgica, dos niños hicieron la primera reconciliación y la comunión solemne.

Previamente, habían sido cuidadosamente preparados, lo cual pudo constatarse por la seriedad y devoción con la que participaron en la ceremonia.

El arzobispo exhortó a los hermanos a comprometerse a vivir en la presencia del Señor Resucitado, cuyo cuerpo glorioso recibirían por el sacramento.

Al final de la celebración, los hermanos prepararon un covivio con los miembros de la comunidad, para celebrar los sacramentos que se habían administrado y la visita del arzobispo que, al terminar, partiría de retorno para Guatemala.

El arzobispo agradeció a los hermanos su entrega y fidelidad y les animó a seguir perseverando con generosidad y asiduidad, centrándose especialmente en el testimonio y en el tratar de atraer a muchos hermanos hacia la vida sacramental y de fe, pues se encuentran como ovejas que están en la búsqueda de pastor.

El miércoles 21, por la mañana, se celebró, en el seminario Santa María del Nuevo Éxodo, de San Lucas Sacatepéquez, la primera reunión del consejo arzobispal.

El consejo está formado por el vicario y el pro-vicario de cada una de las tres vicarías de la Arquidiócesis que funcionan en Guatemala.

La primera actividad que se abordó, fue el determinar el papel concreto que asumirá el consejo, así como el procedimiento que seguirá para cumplir su misión.

En la segunda reunión del Consejo Arzobispal, se abordó el tema de la Sacramentalidad, la Liturgia y la Apostolicidad, como temas centrales sobre los que se trabajará en el tiempo presente.

Se asumieron compromisos concretos, acerca de la misión que tienen los vicarios y los pro-vicarios, los cuales constituirán en cada una de las vicarías la comisión de liturgia, la cual tendrá como encargo el motivar a que se asuma el sentido de la sacramentalidad y los rasgos específicos de nuestra liturgia.

Además se dialogó acerca de la reunión del presbiterio, la cual está previsto que se lleve a cabo el martes 6 de julio.

Al mediodía, los miembros del consejo arzobispal concelebraron la divina liturgia con el arzobispo y, en la misma, participaron los seminaristas del Seminario Santa María del Nuevo Éxodo.

La liturgia fue transmitida a través de las redes sociales. El arzobispo agradeció a cada uno de los presbíteros su disponibilidad a formar parte del consejo.

Durante la homilía, el arzobispo hizo énfasis en que, es la comunión con el Pan Vivo bajado del cielo, lo que da al cristiano la experiencia de la vida eterna, que se convierte en fuente de libertad y fortaleza para el testimonio.

Dentro del marco de la celebración de la divina liturgia, en el seminario Santa María del Nuevo Éxodo de San Lucas Sacatepéquez, se hizo la bendición de dos ánforas con óleo para los enfermos.

El óleo para los enfermos es muy utilizado en nuestras comunidades y parroquias, pues los hermanos han experimentado que al ser administrado con fe, hace que los hermanos sean fortalecidos en el espíritu y, cuando es la voluntad de Dios, sean sanados también en el cuerpo.