El lunes 24, por la noche, el arzobispo presidió la divina liturgia con la que inició el año de formación del Seminario Santa María del Nuevo Éxodo.

Desgraciadamente, debido a los paros que se realizaron durante la jornada, faltan aún unos 5 seminaristas por llegar y otros, también están en proceso de hacerlo.

Durante la presente semana, el arzobispo dirigirá los Ejercicios Espirituales del Seminario y se hará la planificación de actividades, para comenzar la semana próxima con la formación académica.

El martes 25 de enero, hacia el final de la mañana, en el Seminario Santa María del Nuevo Éxodo de San Lucas Sacatepéquez, el arzobispo presidió la primera reunión de introducción con los seminaristas que han logrado llegar, para iniciar el ciclo 2022.

Durante la reunión, el arzobispo presentó cuáles serán los criterios fundamentales que se seguirán en el proceso formativo y cuáles son las actitudes que se esperan de parte de los seminaristas.

Terminada la introducción hecha por el arzobispo, los padres Henry Jaimes y Luis Uyoa, miembros del equipo de formación expresaron también algunas perspectivas y criterios de la formación que se ofrecerá.

Finalmente, se celebró la reunión por unidades formativas, en la cual participaron todos los seminaristas, así como los formadores que asesorarán las unidades.

A media tarde, comenzó formalmente el proceso de Ejercicios Espirituales.

En la primera meditación, el arzobispo abordó la cuestión del sentido apostólico y del cristianismo primitivo de lo que se ha llamado la Tradición Apostólica.

El arzobispo hizo énfasis de que se trata de creer como los apóstoles, de vivir como ellos lo hicieron y de dar testimonio ante el mundo de la misma manera que ellos lo hicieron.

Al caer del día, el arzobispo dirigió la segunda meditación para los seminaristas, haciendo énfasis en el realismo del mensaje cristiano y cómo, al mismo se accede asumiendo la misma actitud que vivió el Señor y que progresivamente fueron asumiendo los apóstoles.

También enfatizó que el proceso de transformación implica el mantenerse en proceso constante de transformación, para que cada vez se irradie más claramente la presencia del Reino de Dios.

La actividad del día concluyó con la celebración de la divina liturgia, presidida por el arzobispo y en la que concelebró el padre Henry y estuvieron presentes también los padres Luis y Carlos.

La liturgia celebraba la conversión del apóstol Pablo. El arzobispo explicó con qué sentido deben ser interpretados los pasajes de la Escritura que nos hablan del proceso de conversión que tuvo el apóstol.

El miércoles 26 de enero, por la mañana, el arzobispo dirigió la tercera meditación a los seminaristas, sobre el tema del Seguimiento del Señor como una actitud de vida.

El arzobispo hizo énfasis en que el ser discípulo no acepta concertaciones sino requiere radicalidad. Implica el dejarlo todo, para que todo lo que se viva, se haga desde la perspectiva y con la fuerza que da el Señor.

El miércoles 23 de enero, hacia el final de la mañana, el arzobispo tuvo la cuarta meditación para los seminaristas, sobre el tema: Ya no los llamo siervos sino amigos.

El arzobispo subrayó que lo que permite esa realidad, es que se sea ungido con el Espíritu del Señor y alimentado con su cuerpo y sangre, que da la vida eterna. De manera que unido a Él, se entra a vivir en la comunión trinitaria.

El miércoes 23 de enero, por la tarde, el arzobispo dirigió la quinta y última de las meditaciones a los seminaristas, sobre el Tema: Los he elegido desde el principio de la creación, para que sean santos, estén en mi presencia, libres de toda culpa y de toda mancha.

El arzobispo recordó que el ser santo es una propiedad de Dios y, participa de ella, solamente quien, entregado radicalmente al Señor, ha dejado que su Espíritu habite en él y se constituya en el principio activo de su vida.

El miércoes 26, por la noche, el arzobispo impartió la primera instrucción de los ejercicios espirituales a los seminaristas, sobre la cuestión de cómo se dio el proceso en occidente, que llevó a identificar la Sagrada Escritura con la Palabra de Dios.

El arzobispo explicó cuál es el sentido de la Palabra de Dios en la Sagrada Escritura y cómo esa concepción errónea, es resultado de la mentalidad introducida por San Agustín, en base a la cual se moldeó todo el cristianismo medieval del occidente y, a partir de allí todo el desarrollo del cristianismo occidental hasta nuestro tiempo.

El miércoles 26, por la noche, el arzobispo presión la celebración de la Liturgia de las Víspera y de la Divina Liturgia para los seminaristas del Seminario Santa María del Nuevo Éxodo.

En la homilía, a la luz de las lecturas bíblicas, el arzobispo recordó que al participar en el ministerio apostólico se recibe el mismo Espíritu que el Señor comunicó a los apóstoles y que eso requiere dejarse transformar, para poder convertirse en testigos del Evangelio.

El jueves 27 de enero, por la mañana, el arzobispo dirigió a los seminaristas del Seminario Santa María del Nuevo Éxodo, la segunda instrucción de los Ejercicios Espirituales.

Se abordó la cuestión de cómo fue que el cristianismo apostólico fue haciendo las formulaciones doctrinales y los concilios ecuménicos, subrayando que los mismos no tenían la función de hacer definiciones de Dios sino de mantener el sentido del misterio, para que se pudiera reconocer la manifestación transformadora de Dios en la vida de los creyentes.

Hacia el final de la mañana del jueves 27 de enero, el arzobispo dirigió la tercera instrucción dentro de los ejercicios espirituales, a los seminaristas del Seminario de San Lucas.

En la instrucción, el arzobispo hizo énfasis en que el desarrollo del cristianismo medieval en el occidente, se fundó en dos premisas que le impidieron mantener y expresar en la teología y en la organización de la Iglesia la Tradición Apostólica: se trata del dualismo neoplatónico y maniqueo de San Agustín y de la intrudicción de la mentalidad de Nestorio, a través de León de Roma y de las diferentes corrientes teológicas derivadas de esas interpretaciones.

El jueves 27 de enero, por la tarde, el arzobispo dirigió a los seminaristas la cuarta instrucción dentro del marco de los Ejercicios Espirituales.

La instrucción versó sobre la forma en que, a partir del Renacimiento, se desarrollaron la Reforma y la Contrareforma, habiendo sido ambas incapaces de redescubrir el sentido específico del cristianismo apostólico.

Hacia el caer del día, los padres Henry y Luís, miembros del equipo de formación del seminario, participaron dirigiendo una serie de reflexiones tendientes a ayudar a la organización práctica del seminario.

Los padres presentaron a los seminaristas una serie de perspectivas sobre las cuales se deberá trabajar y que servirán de base para la elaboración de los planes de vida, tanto personal como comunitario.

El jueves por la noche, el arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia, siguiendo el rito de la Divina Liturgia de Santiago en su versión oriental.

Durante la homilía, el arzobispo recordó que, para poder interpretar el texto de la Escritura en su sentido genuino, es indispensable partir de la experiencia de la presencia transformadora del Señor, a través del Espíritu Santo, en la vida de cada creyente y de toda la comunidad.

El viernes 28 de enero, por la mañana, el arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia de clausura de los ejercicios espirituales de los seminaristas del Seminario Santa María del Nuevo Éxodo.

Durante la homilía, a la luz de las lecturas, el arzobispo recordó que para poder ser transformados por la presencia del Reino de Dios que nos ha sido dado, es indispensable asumir una actitud de humildad y sinceridad, reconociendo las propias faltas y estando siempre dispuestos a rectificar, para hacer la voluntad de Dios.

Al final de la celebración de la divina liturgia, se hizo el envío misionero de los cuatro diáconos que salen para hacer el EPS (Ejercicio Pastoral Supervisado)

Los diáconos son Sergio, quien hará el ejercicio pastoral en Senahú, Catalino, quien lo hará en Nentón, Damián, quien está asignado al área de San Pedro Carchá y Lanquín y Mateo, para el área de Sayajché y la Libertad, Petén.

Después de la terminación de la liturgia y de los ejercicios espirituales, el arzobispo invitó a los seminaristas a posar para diferentes fotos, tomadas por unidades académicas.

El equipo de formación estará presidido por el arzobispo e integrado por los padres Henry Jaimes y Luis Uyoa. Es probable que, más adelante se incorpore al equipo un tercer presbítero.

En el seminario se ha comenzado con un poco de dificultad, debido a que algunos de los hermanos, por razones de salud no han podido aún integrarse hasta el momento, se espera que se cuente con tres o cuatro seminaristas más, los cuales se irán integrando, de acuerdo a sus posibilidades.

El viernes 28 de enero, por la tarde, el arzobispo llegó hasta la sede de la comunidad Unción del Espíritu Santo en donde, después en encontrarse con los hermanos, administró el sacramento de la reconciliación a la comunidad.

Después de ello, hizo la homilía, a la luz de las lecturas bíblicas, habiendo animado a los hermanos a asumir una actitud de sinceridad y de humildad, para dejar que el Señor transforme sus vidas.

El viernes 28, por la tarde, en la comunidad Unción del Espíritu Santo de Santiago Atitlán, el arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia con los miembros de la comunidad.

Los hermanos estuvieron participando con gran devoción y, en gran número, también se acercaron a recibir la comunión con el Cuerpo del Señor, Palabra viva de Dios hecha carne.

En el contecto de la visita del arzobispo a la comunidad Unción del Espíritu Santo de Santiago Atitlán, Sololá, se celebró el matrimonio entre Antonio y Fátima y entre Slvador y Micaela.

El arzobispo recordó que lo que hace el sacramento es dar el don del Espíritu Santo, para que ya no se sea dos sino uno solo, pero para que esto vaya creciendo, es indispensable que se viva constantemente con actitud profunda de fe.

El viernes 28, por la noche, el arzobispo llegó hasta la comunidad Nuevo Pentecostés, ubicada en Santiago Atitlán. Lo primero que hizo en la comunidad fue administrar el sacramento de la reconciliación a quienes lo necesitaban.

Después de la administración del sacramento, a la luz de las lecturas bíblicas, el arzobispo invitó a los hermanos a tomar conciencia de la presencia del Reino de Dios en sus vidas y a dejar que la misma les vaya transformando.

Finalmente, el arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia con los hermanos de la comunidad Nuevo Pentecostés, de Santiago Atitlán, Sololá.

Les animó a entregarse con generosidad a servir al Señor y también a dejarse transformar por la presencia del Espíritu Santo, de manera que se dé un auténtico crecimiento en la vida de cada quien y de la comunidad.