El sábado 5 de febrero, en el Centro de Formación de Jumaj, de Huehuetenango, el arzobispo presidió la celebración del decanato del sur oriente de Huehuetenango.

Participaron hermanos de la mayor parte de parroquias y centros pastorales involucrados en la zona, así como los padres Santos, José Raúl, Yaider, José Luis, Roberto Carlos y Carlos Rodolfo.

Se abordaron cuestiones referentes a la formación de ministros de la comunión y al estilo del ejercicio de su ministerio, así como a la liturgia y se impartió la formación sobre la organización de las comunidades.

Después de la formación, se entabló diálogo con los hermanos, acerca de diferentes cuestiones relacionadas con la espiritualidad de las comunidades.

En general, se mencionó acerca de la urgencia de tratar de que, en las comunidades, se den retiros y se organicen otras actividades, capaces de mantener viva la espiritualidad de los hermanos.

Los representantes de las diferentes parroquias y centros pastorales presentes, también presentaron informe de la marcha pastoral de los diferentes lugares.

En general se coincidió en que, la situación creada por la pandemia ha sido superada, sin embargo, aún quedan otros retos por afrontar, como el del crecimiento continuado en la vida espiritual y el testimonio misionero.

Después del mediodía, el arzobispo presidió la celebración de la liturgia de la reconciliación para hermanos de la comunidad central de Huehuetenango, cuya sede está en el centro de formación.

Durante la homilía, el arzobispo señaló que, para poder alcanzar la fortaleza y la libertad de vida, es indispensable entregarse totalmente en las manos del Señor, pues es lo único que nos es dado y que nada ni nadie nos pueden arrancar.

Dentro del marco de la celebración litúrgica, se administró la confirmación y el envío misionero al hermano Pedro Diego, miembro de la comunidad central y quien había sido preparado esmeradamente.

El hermano expresó explícitamente su decisión de comprometerse activamente en la vida de la iglesia y en tratar de dar testimonio del Evangelio a los demás.

También, dentro del marco de la celebración litúrgica, fue presentado el joven Joaquín, para orar por él y pedir del Señor los dones de su Espíritu, para ser liberado de todo mal y de toda acechanza.

El hermano fue ungio con el óleo santo y se oró para que el Señor le dé la salud del cuerpo y del alma y le permita vivir con una total entrega a Él.

Al final de la celebración, el arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia, la cual fue concelebrada por el Padre José Raúl, encargado pastoral de las comunidades de Huehuetenango.

El arzobispo recordó a los hermanos que, al recibir el cuerpo y la sangre del Señor, se recibe la Palabra de vida hecha carne, capaz de dar la vida eterna.

El sábado 5, por la noche, el arzobispo llegó hasta la comunidad de El Rodeo, del municipio de Malacatancito, Huehuetenango, para visitar la comunidad y celebrar la administración de diversos sacramentos.

La visita comenzó con la administración del sacramento de la reconciliación a todos los hermanos que, con buen disposición optaron por acercarse a recibirlo.

Dentro del marco de la visita a la comunidad, también se administraron los sacramentos de la iniciación cristiana a tres hermanos, para que fueran incorporados al Cuerpo de Cristo.

El arzobispo explicó a los hermanos los compromisos que se asumen al recibir estos divinos misterios y les exhortó a asumir con seriedad todas las actitudes necesarias, para que el don del Señor, dé los frutos esperados.

Finalmente, el arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia con los hermanos de la comunidad de El Rodeo, animándolos a participar con devoción.

Recordó que, a través del don del Cuerpo y de la Sangre del Señor, se recibe la vida eterna y que, si se recibe con buena disposición y fe, esto tiene que producir frutos abundantes en la vida de cada fiel, incluyendo los niños que, por primera vez recibían los divinos misterios.

El sábado 5 de febrero, por la noche, al finalizar la celebración de la divina liturgia, el arzobispo invitó a los hijos y nietos de los hermanos Juan Juventino Reyes y Andrea Sontay, fundadores de la comunidad de El Rodeo, para orar por ellos.

Hace tres años, falleció el hermano Juan Juventino y hace 40 días, la hermana Andrea, de enfermedades breves pero fulminantes. El arzobispo animó a sus hijos a seguir por las huellas de sus padres, a mantener la fe y a seguir dando testimonio de ella, como sus padres lo hicieron.

El domingo 6 de febrero, por la mañana, el arzobispo llegó hasta la comunidad de Todos Santos Cuchumatanes del departamento de Huehuetenango, para hacer la visita pastoral trimestral.

La visita comenzó con la administración del sacramento de la reconciliación a los hermanos que acudieron a recibirlo. El arzobispo les animó a que se prepararan para tener un auténtico encuentro con el Señor.

Después de la homilía, el arzobispo invitó a los hermanos a entrar en oración, para pedir al Señor la gracia de reconocer la llamada que Él hace a cada quien.

Además les exhortó a abrirse a la experiencia de purificación y de santificación que el don del Espíritu Santo produce en la vida de cada creyente, especialmente a través de la comunión.

Al final de la visita a la comunidad de Todos Santos Cuchumatanes, el arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia, para todos los hermanos que estaban participando.

Dentro del contexto de las lexturas bíblicas que fueron leídas, animó a los hermanos a reconocer, particularmente en los misterios celebrados, la presencia viva del Señor que llama y purifica.

El domingo 6 de febrero, por la tarde, el arzobispo llegó hasta la comunidad de Chapil, en el municipio de Concepción Tutuapa, del departamento de San Marcos, acompañado por el padre José Raúl López.

Hasta allí habían llegado aldunos delegados de otras comunidades de la parroquia de San Ignacio de Antioquía, de la cual hace parte la comunidad, aunque la sede se encuentra en Colotenango, Huehuetenango.

El arzobispo impartió formación espiritual y pastoral a los hermanos.

Después de la formación, se dejó el tiempo necesario para que los hermanos hicieran los comentarios pertinentes respecto a la formación y otras cuestiones pastorales.

Los hermanos coincidieron en subrayar la necesidad de mantenerse en constante animación, para renovar el compromiso pastoral y misionero de las comunidades.

Al final de la fase de diálogo, los representantes de algunas de las comunidades presentes, así como el Padre José Raúl, rindieron el informe pastoral.

En general se coincidió en que, a pesar de algunos desafíos, se ha dado un cierto crecimiento en cuanto al número de miembros de las comunidades.

El arzobispo animó a los hermanos a preocuparse por quienes dejar de participar activamente en la comunidad, así como por quienes aún no han renovado su vida.

El domingo 6, a media tarde, el arzobispo presidió la administración del sacramento de la reconciliación a los hermanos de la comunidad de Chapil, de Concepción Tutuapa, San Marcos.

A la luz de las lecturas que fueron leídas, el arzobispo animó a los hermanos a abrirse a la experiencia de llamada y de renovación y purificación interior que el Señor hace en quienes, arrepentidos, se entregan a su servicio.

El arzobispo, después de haber recordado a los hermanos que, como el Señor llamó al profeta Isaías y lo purificó y, luego, llamó a los apóstoles, también sigue llamado, para santificar, a cada creyente, les invitó a abrirse, en oración a suplicar del Señor su gracia.

Los hermanos oraron al Señor, se consagraron a Él y le suplicaron que, por su Espíritu Santo, les purifique y les ayude a vivir como auténticos discípulos.

Finalmente, el arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia, para los hermanos que estaban participante, habiendo concelebrado el Padre José Raúl.

El arzobispo recordó que, a través de la comunión es como la Palabra de Dios, hecha carne sacramentalmente, llega para purificar y santificar y como el Espíritu y la presencia del Reino se manifiestan en la vida del creyente.

El miércoles 9 de febrero, llegó el arzobispo a Los Ángeles, California, para iniciar la visita pastoral de las comunidades, durante el fin de semana que se aproxima.

La primera actividad la tuvo con la comunidad Pacto Divino, el mismo míercoles, poco después de haber llegado.

Durante la homilía, el arzobispo explicó a los hermanos acerca de los dones que el Señor tiene preparados para cada quien, pero también acerca de la necesidad de acogerlos con corazón bien dispuesto.

Después de la homilía, el arzobispo invitó a los hermanos a que se orara por ellos y se les consagrara al Señor, para cumplir con la misión que Él les confía.

Los hermanos que tenían necesidades especiales, las presentaron y todos oraron con devoción, implorando del Señor la gracia de vivir con radicalidad, como auténticos discípulos del Señor.

La visita a la comunidad Pacto divino concluyó con la celebración de la Divina Liturgia, en la que se pidió del Señor, la gracia de ser transformados en auténtica imagen y semejanza suya, para responder a la vocación fundamental para la que el Señor nos ha creado.

Muchos de los hermanos se acercaron con todo recogimiento y oraron durante toda la anáfora y, luego, se acercaron para participar en los divinos misterios.

El jueves 10 de febrero, el arzobispo llegó hasta el lugar provisional en el que se reune la comunidad de El Pescador, de Los Ángeles, California.

Los hermanos aún siguen teniéndose que reunir en un área reducida del templo que alquilan, debido a trabajos de remodelación del mismo, que se han prolongado.

El arzobispo administró el sacramento de la reconciliación y animó a los hermanos a vivir en actitud de escucha y de entrega radical al Señor.

A la luz de las lescturas bíblicas, el arzobispo recordó a los hermanos que, todos, sin ninguna excepción, para poder ser discípulos, debe entregarse con generosidad al Señor en forma íntegra y sin ningún tipo de reserva. Como resultado, el creyente vive como su estuviera a los pies del Señor, escuchando su Palabra y adquiere la capacidad de actuar en la vida con la paz y la serenidad que provienen de lo alto y con gran eficacia.

Por los mismo, los hermanos fueron invitados a ponerse en oración para entregarse al Señor y suplicarle el don de ser capaces de reconocer su constante llamada y presencia en la vida.

El arzobispo también presidió la celebración de la divina liturgia, la cual fue ofrecida por las necesidades de todos los presentes y de la parroquia de San Miguel Arcángel.

El arzobispo explicó cómo marcha el proceso de adquisición del templo en el que tendrá su sede la parroquia e instó a los hermanos a ponerse en oración, para el mismo pueda hacerse realidad en un futuro muy próximo.