El miércoles 2 de marzo, por la mañana, el arzobispo presidió la celebración del canto del oficio divino en el seminario Santa María del Nuevo Éxodo de San Lucas Sacatepéquez.

Durante el tiempo de la reflexión, el arzobispo recordó que el tiempo de la cuaresma implica el redescubrir el sentido de la fe apostólica y el asumir una actitude conversión, en el sentido de dejar que el Señor llene y transforme toda la vida.

Dentro del marco de la celebración del oficio divino, se desarrolló el rito de la bendición e imposición de la ceniza, con lo cual, en la tradición occidental, se marca el inicio de la gran cuaresma.

El arzobispo recordó a todos los presentes que el signo externo no es más que una expresión del compromiso personal que se asume de vivir con actitud de continua conversión.

El miércoles 2 de marzo, al mediodía, el arzobispo presidió la celebración de los oficios con los que, aunque fuera con tres días de anticipación, se celebraría el noveno aniversario de incorporación a la Santa Sede Siro Ortodoxa de Antioquía y los setenta años de vida del Arzobispo.

La celebración comenzó con la administración de la reconciliación, habiéndose insistido en que era indispensable asumir una actitud auténtica de conversión, para dar también sentido a lo que implica ser miembro de la Iglesia, Madre de todas las Iglesias.

Dentro del marco de las celebraciones, se administró la tonsura a seis seminaristas, tres de los cuales serían ordenados lectores y los otros tres acólitos.

El arzobispo explicó cómo el sentido de la tonsura es expresar el compromiso radical que se asume de morir a sí mismo, para ponerse íntegramente al servicio de Dios y de la Iglesia.

En el momento indicado y, después de invocar la efusión del Espíritu Santo, fueron ordenados con el orden menor del lectorado los seminaristas Axel, Miguel Ángel y Héctor.

El arzobispo les explicó el sentido que tenía el orden que recibían y los compromisos que asumían al recibir tal ministerio, para la edificación de la Iglesia.

También, dentro del contexto de la celebración del aniversario de la Arquidiócesis, se confirió el orden del acolitado a los diáconos Domingo, Luis y Milton.

El arzobispo animó a los ordenandos a asumir actitudes de vida tales que, su servicio al altar, ligado al órden que recibirían, estuviera acompañado de un testimonio radical de vida.

El arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia por el aniversario de la arquidiócesis y por cumplir 70 años de vida. También recordó que ese mismo día, su padre habría cumplido 96 años de vida.

El arzobispo señaló cuál era el sentido que descubría en la gracia de haber sido injertados dentro de la Iglesia Siro Ortodoxa de Antioquía y cómo eso, constituía para el sentido de su vida y de su ministerio., tratando de proclamar y de consoldiar la fe apostólica.

Al final de la celebración litúrgica, se tomó el tiempo para tomar algunas fotografías con los participantes en la celebración.

Estaban presentes los formadores del seminario; los que habían sido ordenados lectores; los que fueron ordenados acólitos; todos los seminaristas y tres de los hermanos del arzobispo que le acompañaron en la celebración.

Después de la celebración litúrgica, se celebró un sencillo ágape fraterno, en el que se compartió en un ambiente de sencillez, acorde al tiempo de cuaresma que se estaba iniciando.

En todo el transcurso, tanto de la celebración litúrgica como del ágape posterior, reinó un espíritu de sencillez y de profunda experiencia de la presencia del Señor.

La actividad terminó con una presentación cultural que organizaron los seminaristas, para celebrar el noveno aniversario de la Arquidiócesis y el cumpleaños del arzobispo.

El arzobispo, al final agradeció toda la celebración, recordando que el mejor regalo que podía recibir era la presencia comprometida y entregada de los seminaristas y el trabajo en la promoción de vocaciones.

El jueves 3 de marzo, por la tarde, el arzobispo llegó hasta la comunidad Unción del Espíritu Santo de Santiago Atitlán, en el departamento de Sololá. Al llegar, los hermanos enseñaron al arzobispo la ampliación del templo que están haciendo.

Seguidamente, el arzobispo administró el sacramento de la reconciliación a quienes lo necesitaron, animándoles a renunciar a sí mismos, para dejar que la vida del Señor se derramara en ellos.

El arzobispo, dentro de la visita a la comunidad Unción del Espíritu Santo, también presidió la celebración de la divina liturgia con los hermanos que pudieron participar, pues muchos estaban trabajando en la ampliación del templo.

El arzobispo recordó que, a través del sacramento, el Señor comunica su vida divina, sin embargo, para que la misma haga efecto, es indispensable que se esté dispuestos a ser auténticos discípulos del Señor, con todo lo que esto implica.

El jueves 3 de marzo, al caer el día, Mor Santiago Eduardo llegó hasta la comunidad Nuevo Pentecostés, de Santiago Atitlán, del departamento de Sololá.

Con los hermanos presidió la celebración del sacramento de la reconciliación y luego, a la luz de las lecturas bíblicas, animó a los hermanos a optar por la vida divina que el Señor ofrece.

Después de la homilía, el arzobispo invitó a los hermanos a entrar en oración, para implorar del Señor la gracia de vaciarse de sí mismos, de manera que pudieran ser auténticos discípulos.

Los hermanos oraron con intensidad y el arzobispo les fue bendiciendo, después de haber también estado orando por ellos.

La visita a la comunidad Nuevo Pentecostés concluyó con la celebración de la divina liturgia, presidida por el arzobispo.

Los hermanos participaron con profunda devoción y el arzobispo les animó a que, preparados espiritualmente, se acercaran a participar de los divinos misterios.

El viernes 4 de marzo, el arzobispo llegó hasta la cabecera departamental de Sololá, para presidir la celebración del decanato de Sololá y Totonicapán.

Se contó con la participación de muchísimos hermanos, procedentes de las diferentes comunidades y parroquias. El arzobispo impartió la formacion acerca de la llamada que se nos ha hecho a vivir la Iglesia Apostólica en libertad.

Después de la formación que impartió el arzobispo, tanto el padre Jarlin como varios hermanos tuvieron diversas cuestiones, las cuales fueron clarificadas por el arzobispo.

Entre las cuestiones sobresalientes estuvo la referente a la necesidad de la vida sacramental activa, como medio único para recibir la salvación. El arzobispo respondió que todo lo que se puede decir es cuanto consta en la Sagrada Escritura. Sin embargo, la aplicación de esos principios a cada caso concreto, es algo que depende únicamente del Señor, infinitamente misericordioso.

Los presidentes de los consejos pastorales, al igual que el presbítero presente, rindieron informe de la marcha que tienen las diferentes comunidad y los logros pastorales alcanzados.

En general, hubo consenso sobre el hecho de que, a pesar del crecimiento numérico, siempre es indispensable trabajar para lograr una más profunda integración e identificación con la identidad de la iglesia.

El vernes 4, después de mediodía, el arzobispo llegó hasta la comunidad de Tzununá, ubicada en la orilla del lago, del municipio de Santa Cruz la Laguna.

La visita comenzó con la administración del sacramento de la reconciliación para quienes, después de prepararse por el arrepentimiento y la confesión, acudieron a recibir la efusión del Espíritu Santo.

El arzobispo exhortó a los hermanos a vivir el espíritu de conversión cuaresmal, especialmente comprometiéndose activamente en compartir el alimento de la fe y el Evangelio con quienes aún no han dejado que el Señor renueve sus vidas.

Como respuesta al terminar la homilía, los hermanos de pusieron en oración intensa, clamando al Señor la gracia para que, ungidos por el Espíritu Santo, puedan vivir como auténticos cristianos.

Finalmente, el arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia para los hermanos de la comunidad de Tzununá, en Santa Cruz la Laguna, Sololá.

Durante la celebración, el arzobispo recordó cuáles son las actitudes indispensables para poder particiar como provecho en la comunión con el Cuerpo y la Sangre del Señor.

El vuernes 4 de marzo, a media tarde, el arzobispo llegó hasta la comunidad de Pajomel, de Santa Cruz la Laguna, Sololá.

La visita comenzó con la administración del sacramento de la reconciliación a quienes, después de expresar su arrepentimiento, participaron en los ritos de reconciliación.

Dentro del marco de la visita a Pajomel, se administraron los sacramentos de la iniciación cristiana a la niña Melina María, cuyos padres son activos en la comunidad e incluso tienen cargos de coordinación.

El arzobispo recordó tanto a padres como a la madrina cuáles son los crompromisos que asumen ante Dios, al presentar a un niño para que reciba la iniciación cristiana.

La visita a la comunidad de Pajomel concluyó con la celebración de la divina liturgia.

El arzobispo animó a los hermanos a pedir al Señor el don de la verdadera conversión, para ser capaces de dar el alimento del Evangelio vivo, Palabra de Dios hecha carne, a todos los que lo necesitan.

El viernes 4 de marzo, al caer el día, el arzobispo llegó hasta la comunidad de Chuitzanchaj, del municipio de Santa Cruz la Laguna, Sololá y su visita comenzó con la administración del sacramento de la reconciliación.

Antes de la administración del sacramento, el arzobispo exhortó a pedir perdón de los pecados y a reconocerse pecadores, para poder recibir el sacramento con verdadero provecho.

El arzobispo explicó a los hermanos cómo, lo que el Señor quiere de quien cree en Él, es que esté dispuesto a cumplir radicalmente su voluntad cada día y a renunciar a sí mismos.

Por ello, para pedir al Señor esa gracias, se invitó a los hermanos a ponerse en oración y el arzobispo, junto a ellos oró y, finalmente, les bendijo.

La actividad en Sololá concluyó con la celebración de la divina liturgia para los hermanos de la comunidad de Chuitzanchaj.

El arzobispo animó a los hermanos a reconocer todos los dones que el Señor ha derramado en ellos y a dejar que los mismos fructifiquen, para que den abundante cosecha.