El miércoles 8 de marzo, al mediodía, tuvieron lugar las celebraciones litúrgicas para conmemorar el décimo aniversario de la creación de la Arquidiócesis de Centroamérica y el septuagésimo primer cumpleaños del arzobispo, aunque la fecha precisa había sido el 5 de marzo.

Las celebraciones comenzaron con las lecturas bíblicas y, el arzobispo, a la luz del mensaje recordó a presbíteros y seminaristas, cuáles son la características de quien ha sido elegido para el ministerio ordenado y cuáles son las actitudes con las que se debe vivir.

En el contexto de las celebraciones litúrgicas, también se hizo la renovación de los compromisos presbíterales de los padres Luís y Ángel, que están en el seminario.

Con vistas a la reorganización de la Arquidiócesis, se tiene previsto que el departamento de Sacatepéquez será parte de lo que continúe bajo la total jurisdicción de la Arquidiócesis, cuando se creen los obispados o regiones en los departamentos circumvecinos.

Aunque los seminaristas del último año, que se encuentran en el EPS, comenzaron su práctica, algunos desde noviembre, otros desde febrero, aún no se había hecho el envío formal.

Por esto, con ocasión de las celebraciones que se tenían y, dado que se encontraban en el seminario en tiempo de evaluación, se aprovechó para formalizar el envío misionero.

Desde hace varios años, con ocasión del aniversario de la creación de la Arquidiócesis, se confieren las órdenes menores en el seminario Santa María del Nuevo Éxodo.

La ceremonia de ordenación comenzó con la tonsura de los candidatos y, seguidamente, con la postración, durante la cual se invocó la efusión del Espiritu Santo.

Cuatro de los seminaristas recibieron el orden menor del Lectorado. Se trata de Francisco Antonio, Jonatan David, Isaías y José Luis.

El arzobispo recordó cuáles son los compromisos y los encargos que se generan con la ordenación y, después de que los candidatos aceptaron los mismos, se procedió a su ordenación.

También se administró el orden menor del Acolitado a tres de los seminaristas. Se trata de Francisco Antonio, Byron y Axel.

El arzobispo recordó la relación estrecha que tiene ese ministerio con el servicio del altar y con el testimonio y, seguidamente, procedió a administrar la ordenación.

El momento culminante de todas las celebraciones lo constituyó la celebración de la divina liturgia, presidida por el arzobispo y concelebrada por los Padres Luis y Ángel.

Se celebró con el rito solemne, bendecido por Su Santidad el Patriarca y se oró con la Anáfora de Santiago, como establece la Liturgia Siro Ortodoxa para tales ocasiones.

Finalmente, para conmemorar, tanto el aniversario de la creación de la Arquidiócesis, como el cumpleaños del Arzobispo, se tuvo un sencillo ágape fraterno.

Todos compartieron con alegría y gratitud, por el don inestimable de la vida y de ser parte de la Santa Iglesia Siro Ortodoxa de Antioquía, la Madre de todas las iglesias.

El viernes 10 de marzo, por la noche, el arzobispo llegó hasta Montgomery, Alabama, para iniciar la visita pastoral de la comunidad de Auburn y Dalton.

El sábado 11, por la mañana, se inició con un encuentro en el que, además de los servidores de Auburn, participaron los servidores de la comunidad Cristo Rey de Gadsden, con quienes el arzobispo tuvo un diálogo.

La actividad pastoral en sentido estricto comenzó con una plática de retiro y formación que el arzobispo tuvo con los servidores de las comunidades presentes.

Se explicó cuál es el origen de la Renovación Carismática en la Iglesia Apostólica y cuáles deben ser los signos y características de la genuina renovación en el Espíritu Santo.

Después de la formación se inició con algunas celebraciones litúrgicas. La primera de ella fue la administración del Sacramento de la Reconciliación a los hermanos servidores que participaban.

El arzobispo motivó a los hermanos a reconocerse humildemente pecadores y a entregarse incondicionalmente al Señor, para alcanzar el perdón de sus pecados.

Seguidamente, conscientes de la debilidad que se tiene, espiritualmente y, a veces también corporalmente, se administró la unción con el óleo santo a los hermanos que se acercaron para ser ungidos.

El arzobispo explicó que el sentido de la misma es el ser fortalecido y restablecido en la fuerza cristiana, para poder dar valiente testimonio del Evangelio a través de una vida consagrada al Señor.

Después de la unción, se tuvo una segunda plática con los servidores que estaban participando, la cual tomó forma de diálogo entre los hermanos y el arzobispo.

Se planteó una serie de cuestiones sobre el sentido del perdón cristiano, sobre el sentido y forma del signo de la cruz y también sobre cuestiones relacionadas con la identidad de la Iglesia.

Finalmente, después del mediodía, se tuvo un tiempo de encuentro de los hermanos con el arzobispo, los cuales quedaron plasmados en varias fotografías.

Antes de que los servidores de Cristo Rey retornaran a Gadsden, los hermanos de la comunidad local, compartieron con todos un ágape fraterno y se tuvo el tiempo de dialogar.

El sábado 11, por la noche, en la sede de la Comunidad de Auburn, Alabama, se tuvo una serie de celebraciones litúrgicas, con ocasión de la visita pastoral del arzobispo.

Se inició con el llamado al reconocerse pecador y con la administración del sacramento de la reconciliación a todos los que reconociéndose pecadores se dispusieron a recibir la absolución.

A las lecturas bíblicas que hablaban del arrepentimiento y de la confesión de los pecados, para alcanzar el perdón y la misericordia de Dios, el arzobispo invitó a los hermanos a entrar en oración.

Se oró al Señor, pidiendo el arrepentimiento y la humildad, para poder perdonar y recibir, como don, la efusión del Espíritu Santo que trae el perdón de los pecados.

Dentro del marco de las celebraciones litúrgicas, se administraron los sacramentos de la iniciación cristiana a Franco y Scarlett, hijos de Herminio y de María.

El arzobispo recordó a padres y padrinos cuáles son los compromisos que se generan por el bautismo que reciben los niños y, seguidamente, administró los sacramentos.

El hermano Domingo, originario de Cunén y miembros del grupo de lectores de la comunidad, se preparó esmeradamente para recibir la confirmación de la crismación.

Después de que el arzobispo explicara cuál es el sentido práctico que se espera sea producido por la administración de la crismación y el envío misionero, el arzobispo procedió a hacer las unciones correspendientes.

Finalmente, el arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia para los hermanos que participan en la comunidad de Auburn, Alabama y que estaban participando en las celebraciones litúrgicas.

El arzobispo recordó que, a través del sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo es como se va creciendo en la vida en el Espíritu Santo y como el Señor acoge a quien arrepentido se presenta ante Él.

El domingo12 de marzo, por la mañana, el arzobispo llegó hasta la sede de la comunidad de Auburn, para terminar la visita pastoral que se había iniciado el viernes por la noche.

Las actividades estuvieron especialmente dedicadas a fortalecer a los servidores y a sus familias. Se inició la celebración litúrgica con la administración del sacramento de la reconciliación.

A la luz de las lecturas bíblicas, en las que se leyó el evangelio referente a la Samaritana, el arzobispo recordó que en la liturgia el Señor ofrece el agua viva que nunca más da sed.

Por lo mismo, invitó a los hermanos a ponerse en oración para vivir la liturgia de tal forma que se sea capaz de reconocer la presencia actuante del Señor.

La visita pastoral a la comunidad de Auburn concluyó con la celebración de la divina liturgia, la cual estuvo presidida por el arzobispo.

El arzobispo hizo énfasis en que, aunque no es posible tener la divina liturgia mientras se está ausentes de la comunidad, por lo menos, la vida de los fieles tiene que girar en torno a la distribución de la comunión, que actualiza la celebración de la divina liturgia.

El mismo domingo 12, por la tarde, después de tres horas de viaje, el arzobispo llegó hasta la comunidad de Dalton, ubicada en el Estado de Georgia y compuesta, en su mayoría por fieles provenientes de Cuilco y Concepción Tutuapa.

La comunidad ha sufrido muchos reveces que la hacen tambalear a lo largo del camino, pero el arzobispo exhortó a vivir con fidelidad y perseverar en la fe, a pesar de los desafíos.

Precisamente por los innumerables desafíos que se afrontan, el arzobispo exhortó a los hermanos a entrar en oración profunda para ponerse en las manos del Señor.

Los hermanos oraron con intesidad por las necesidades e intenciones de cada uno de los miembros de la comunidad, así como para ser capaces de perseverar fielemente en la misión que se ha emprendido.

La comunidad de Dalton, aparte de las dificultades que se afrontan, está en proceso de organización y de impulsar la existencia de los diferentes ministerios dentro de la liturgia.

Por lo mismo, se bendijo a los hermanos Mario, María y Mauricio, para que puedan fungir como lectores, exhortándoles a cumplir con fidelidad el encargo recibido.

También, debido a las circunstancias concretas que se afrontan, fue necesario que se eligiera un ministro para la distribución de la comunión, capaz de apoyar a quienes actualmente están comprometidos.

El hermano Marceliano acepto ser instituido como ministro para la distribución de la comunión y el hermano Miguel, actual ministro y líder de la comunidad, se comprometió a darle toda la formación debida.

También a petición del hermano Miguel, el arzobispo bendijo a los hermanos Marceliano y Anselmo para que se integren como parte del equipo central de coordinación y animación.

El arzobispo recordó a los hermanos cuáles serían sus responsabilidades y cómo era urgente que trataran de abrir la oportunidad a muchos hermanos para que puedan ejercer diferentes ministerios y, seguidamente, los bendijo.

La visita pastoral concluyó con la celebración de la divina liturgia para los hermanos que pudieron participar en las actividades de la comunidad de Dalton.

El arzobispo exhortó a los hermanos a hacer de la Eucaristía el centro de su espiritualidad y a tratar de regularizar la situación de todos, para que todos puedan participar en la comunión con los divinos misterios.